Cap. 1: El Hotel Humboldt

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Todos los caraqueños hemos visto el hotel que se alza en lo alto del cerro El Ávila. Muchas personas de esta generación han tenido y tienen la oportunidad de subir hasta él gracias a la reconstrucción del teleférico y han podido visitar brevemente el edificio. Pero muy poca gente conoce algo sobre su historia aparte de que fue construido bajo el mandato de MPJ (Marcos Perez Jimenez).

La idea de subir al los cerros de la cordillera de la costa mediante medios mecánicos podemos rastrearla por lo menos hasta finales del siglo XIX. Existen en la red algunas imágenes de un proyecto para la construcción de un funicular que ascendiera hasta la cumbre del pico oriental a lo largo de la fila, idea de un tal Fred Goetsch Goeschel, y existen fotografías sobre un proyecto para el ascenso a la silla desde Macuto, donde se observan cuadrillas de obreros removiendo la vegetación para iniciar el proyecto. Con toda probabilidad en los archivos del Ministerio de Obras Públicas exista información más detallada, que por el momento desconocemos.

Ya en una época más reciente, podemos observar una idea más concreta de un funicular hacia el cerro El Ávila, como podemos apreciar en una portada del diario TAL, obtenida vía FULANO en FB. Eran finales de la época de los cuarenta, y a pesar del convulso clima político existió una iniciativa privada para crear este medio de transporte al cerro, fundamentalmente con objetivos recreativos.

Ya en la década de los 50s, bajo el mando de MPJ, surge la idea no solamente de crear un medio de transporte a la cima del cerro, sino continuarlo hasta el litoral, y coronar la montaña con un hotel de extremo lujo. Teniendo en cuenta el hecho de que para esos años todavía no se había culminado la autopista Caracas - La Guaira, la construcción de un método de transporte cómodo que conectara a los turistas recién llegados al puerto con la capital incrementaría notablemente el turismo.

Si bien la finalidad principal era el incrementar el turismo, algunas personas no descartan la posibilidad de que existiese una motivación militar, para permitir un rápido acceso a la cumbre de la montaña, facilitar el movimiento hasta el litoral central y dominar a la vez tanto la vertiente norte como la vertiente sur, hacia la capital. Lo cierto fue que se comisionaron a los ingenieros Gustavo Larrazábal y Óscar Urreiztieta para diseñar un complejo hotelero con todas las comodidades en la fila de la montaña, en un área sin accesos de ningún tipo. Para el diseño del hotel se consideró al arquitecto Tomás Sanabria, quien además se encargó de diseñar la estación Ávila del teleférico. De la creación de las estaciones de Maripérez y El Cojo (Macuto) se hizo cargo el arquitecto Alejandro Pietri Pietri. Además, se hizo cargo del paisajismo al brasileño Roberto Bruhle Marx, el mismo diseñador del Parque del Este. El hotel, las estaciones y las caminerías fueron construidos por la empresa venezolana ENECA, mientras que el sistema funicular fue elaborado e instalado por la compañía alemana Heckel, todo este equipo bajo la supervisión del Ministerio de Obras Públicas y el mismo MPJ.

El sistema del primer teleférico constaba de seis torres de aproximadamente 35 metros de altura, que sujetaban algo más de seis kilómetros de guayas para un recorrido de 3350 metros. Constaba en total de ocho cabinas para pasajeros, de color rojo, con capacidad de 24 personas cada una; una cabina presidencial, pintada de color verde oscuro y con el escudo nacional en su puerta; y una cabina ambulancia, de color blanco identificada con una cruz verde. Se realizó el recorrido inaugural el 14 de Septiembre de 1955, siendo finalmente inaugurado al público el 19 de abril de 1956.

Las personas que llegaban a la estación Maripérez eran organizadas en dos filas de doce personas, para ingresar a las cabinas. Una vez en sus asientos eran orientados por el cabinero sobre las normas de seguridad, dando inicio al recorrido de 25 minutos hasta la estación Ávila. Se realizaban dos paradas al subir y dos al bajar, al nivel del cortafuego y de la quebrada Gamboa, con la finalidad de permitir el embarque y desembarque de pasajeros en las estaciones. Fue tanto su éxito que en un año subieron más de un millón de personas, según algunas estimaciones.

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