Luis Felipe Ramón y Rivera (1913-1993) fue un músico, compositor y docente que dedicó sus esfuerzos al estudio y difusión de la música tradicional venezolana y la etnomusicología. Nacido en San Cristóbal de padres humildes y trabajadores, se interesó desde temprano en la música. En 1919 su familia emigra a Cúcuta, como consecuencia de la persecución de un familiar por el gobierno de Eustoquio Gómez. Luego en 1922 emigran hacia Caracas (relato que se presenta más adelante), donde pasa un corto tiempo, y nuevas mudanzas lo llevan de nuevo a Cúcuta y Pamplona. Logra cierta estabilidad hacia 1928, cuando logra ingresar a la Academia de Música y Declamación en Caracas, graduándose hacia 1934. Regresa hacia San Cristóbal, donde compone su obra más famosa, Brisas del Torbes.
Este relato de sus primeros años en Caracas fue publicado en su libro "Memorias de un Andino", de 1992. Copio a continuación los extractos relacionados con la ciudad; Es un texto algo extenso, por lo que lo divido por temas: sus medios de transporte, la vida en casas de vecindad, el mercado y las ventas callejeras de alimentos.¿Cómo era Caracas en 1922? Tenía, según decían, unos 300.000 habitantes. La vida se desarrollaba dentro de unos linderos que iban de norte a sur, desde un poco más arriba de la Plaza de La Pastora (había el viejo camino de tierra que empezaba en La Puerta de Caracas hacia La Guaira, por donde llegó apesadumbradamente a fines del siglo pasado el poeta Juan Antonio Pérez Bonalde). Y de esa parte norte de la ciudad se extendía tranquila, sin edificios de más de dos pisos, puros techos rojos, hasta el Guaire y la avenida del cementerio y el frondoso paseo de El Paraíso, lugar de regias mansiones para los ricos.
De oeste a este, Catia no llegaba sino hasta el sitio llamado Gato Negro. Por allí terminaba el tranvía, pues la ampliación hacia la Plaza Sucre debe haber comenzado cuando se fabricó la carretera hacia el principal puerto, carretera que vino a competir con el tren. Desde esos lugares y hacia el este, la ciudad se extendía hasta un poco más allá de la Plaza Candelaria, es decir, unas 10 cuadras antes de donde se encontraba la estación del Ferrocarril Central que partiendo de ese lugar (Quebrada Honda - Santa Rosa), pasaba por Petare y llegaba hasta Santa Teresa y Santa Lucía, o sea, los valles del Tuy. Por esa misma ruta viajaba desde Santa Rosa hasta Los Chorros, un tranvía eléctrico.
El transporte urbano se hacía en tranvía. No había autobuses. Las líneas iban de norte a sur desde La Pastora hasta la Plaza Bolívar, de donde regresaba el tranvía hasta su lugar de partida. Y desde la Plaza Bolívar salía otro tranvía hacia Puente de Hierro, para regresar a la Plaza Bolívar. De este a oeste lo mismo: n tranvía iba desde la Plaza Bolívar hasta el Gato Negro (Catia), y otro partía de la misma plaza hacia el este hasta Candelaria y Santa Rosa. Y había una línea especial, de circunvalación, llamada "Paraíso", que partiendo de la Plaza Bolívar pasaba por la parroquia San Juan, atravesaba el Guaire por uno de sus puentes, entraba al Paraíso y llegaba hasta Puente Hierro para regresar a su lugar de partida. Como viajaban en idas y venidas unos 4 tranvías por cada línea, cada 20 cuadras más o menos, existían unos lugares de una longitud como de 30 metros en donde los rieles se bifurcaban a derecha e izquierda haciendo un desvío de dos líneas paralelas. Allí, el tranvía que llegaba primero se detenía a esperar que llegara el que iba en sentido contrario, y cuando esto sucedía los dos vehículos seguían su marcha lentamente hacia su estación final.Tal modo de transporte da idea cómo era de tranquila la vida de entonces, en la que nadie sufría agitación ni angustias de tráfico, y sólo se sacaba el pañuelo para enjugar el sudor si hacía un poco de calor, pues el clima caraqueño de esos años era benigno.
No existía, impreso, un plano de la ciudad. Todos la conocíamos de memoria, especialmente el barrio o parroquia donde vivíamos. La ciudad estaba dividida en las siguientes parroquias: Catedral, Altagracia, La Pastora, San José, Candelaria, Santa Rosalía, Santa Teresa y San Juan; estas eran llamadas parroquias urbanas, y habían las foráneas, que eran El Recreo (Sabana Grande), El Valle y la Parroquia Sucre (Catia).
Para 1922 había pocos automóviles. La gente caminaba generalmente a pie para sus diligencias, a menos que fuera hacia sitios muy lejanos, en cuyo caso se tomaba el tranvía, y en casos muy especiales se alquilaba un coche, cuya "carrera" costaba 4 bolívares. Los coches circulaban constantemente por las calles para atender el llamado de los pasajeros, tal como los taxis hoy en día.
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Historias de Caracas
Mistério / SuspenseSe trata de toda una colección de las historias de la capital de Venezuela: Caracas. Este libro tendrá relatos históricos y también de terror