Los tranvías de Caracas y sus rutas
En cuanto a los tranvías, los de la Plaza de Catia hacían su ruta por la avenida Sucre hasta Pagüita, Camino Nuevo, Piñango y hasta la Torre. Los del ferrocarril a Valencia y el Puerto de La Guaira desde Caño Amarillo, Solís, Muñoz, Padre Sierra y las Monjas; donde también llegaban los de Palo Grande, El Paraíso y el de la Avenida Sur en la esquina Las Piedras.
El tranvía del Nuevo Circo, el de Parque Carabobo y el de San José entroncaban con la línea del ferrocarril central al este hasta El Cují, donde tomaban el sur a Salvador de León, cruzando al oesta hasta Las Gradillas.
Todos los tranvías de caracas estaban numerados del uno al sesenta y siete. Cada uno tenía un motor en cada cabezal, viajando en igual sentido de la ruta, según el caso. Los números de los tranvías eran colocados al lado del faro central. en la parte alta estaba colocada la cajeta cubierta con un vidrio donde, en un rollo de tela pintada, se daba vueltas a una manigueta para fijar el nombre de la ruta de cada tranvía.
La mayoría de los tranvías de Caracas fijaban su ruta en la Plaza Bolívar, para la entrada de la papeleta de transferencia solicitada por el pasajero en cada uno de sus viajes. El costo del pasaje era de Bs. 0,25 en los tranvías, a excepción de 0,50 que era el costo de los que prestaban servicio a la parroquia foránea de El Valle; este precio era fijo cuando el pasajero adquiría un abono mensual por treinta bolívares con derecho a viajar cuantas veces lo requiriera diariamente. Este abono mensual se suministraba especialmente a los estudiantes.
Las llamadas "papeletas de transferencia" eran suministradas en cada viaje; estaban marcadas con un alicatito por los colectores, indicando el valor libre de costo en la siguiente ruta que eligiera el pasajero. Por ejemplo, un pasajero que viajaba en los tranvías de Puente Hierro tenía derecho a solicitar una papeleta de transferencia para cualquiera de las diferentes rutas: Parque Carabobo, Ferrocarril Central u Hospital Vargas, etc.
Cuando la compañia de tranvía construyó el túnel bajo el cerro de Buenos Aires, entrando vía norte-sur, entre el final de la vía Puente de Hierro, la entrada de la urbanización El Paraíso y la subida de portachuelo -en el medio de las citadas calles- se creó una estación de pasajeros en un kiosco triangular donde terminaban su ruta los tranvías de Puente Hierro y Paraíso, desde la Plaza Bolívar, y el que regresaba de prestar su servicio al Cementario General de Sur. Los tranvías de la parroquia foránea de El Valle pasaban de largo desde allá hasta la esquina Salvador de León, en el centro de la ciudad.
Los tranvías que prestaban servicio a la urbanización El Paraíso cruzaban hacia el norte en la Plaza de la República, pasando la avenida principal y Puente Paraíso hasta la esquina Jesús, sitio donde se unía a la ruta de los tranvías de Palo grande hacia la Plaza Bolívar. El tranvía del antiguo Matadero, hoy avenida San Martín hasta el empedrado y Hospital Militar, terminaba su ruta en la Plaza Italia, antigua esquina Palo Grande, donde regresaba.
Primeros autobuses de Caracas
Los primeros autobuses fueron los que pasaban por El Valle. Fue iniciativa del coronel Agustín Monteverde, de la Montonera; digamos, un señor muy mayor; no se trataba de ningún militar de escuela, lo llamaban "el coronel Monteverde". Seguramente estuvo en una acción de esas que eran frecuentes en épocas pasadas, donde cualquiera se alzaba con cuatro hombres que sonaban unos disparos por ahí, y ya obtenía el título.
"El coronel Monteverde" no parecía nada nuevo; el pretendía copiar los tranvías, pero montados sobre un chasis de camión, de esos camioncitos de 3 toneladas que fueron los que comenzadon a venir. Hacía una cola de la armadura del tranvía con sus estribos corridos. Imagínense un camioncito de los de aquel tiempo con ese tierrero, dando de tumbo al tambo, porque hay que ver que no es exageración señalar que materialmente en toda la vía se hacían carriles en el polvo, porque ni siquiera estaba engranzonada la carretera.
Aquello era verdaderamente rudimentario, carreteras de tierra; el gobierno no lo tomaba en cuenta, en realidad no valía la pena porque aquellas eran rutas para carretas, para recuas, para caballos, para tracción de sangre. entonces se amontonaba prácticamente el polvo, porque ya en la rueda del automóvil, como es lógico, por el trajín se iban formando carriles. Cuando llovía se formaban unos barriales horrorosos, las aguas no tenían corrientes, ni cunetas; los vehículos tenían que cambiar las velocidades constantemente para poder salir de aquel atolladero, de tal manera que los fulanos autobuses - que no creo que llegaron a pasar de dos - estaban: uno que iba y otro que regresaba.
Ahora bien, el coronel Arturo Santana -este si era uno de escuela- fue uno de los hombres de confianza del general Juan Vicente Gómez; estacionó (al frente de la entrada del Concejo Municipal) dos autobuses inportados, de mayor amplitud y con carrocería, vamos a decir, similar a los de hoy. Tenían unas cortinas de nylon en las ventanillas, recogidas a los lados, muy elegantes las tales cortinillas. Los asientos eran para dos pasajeros consus pasaderos en el centro, similares a los de hoy, con puertas de entrada por delante y por detrás, el chofer estaba en sitio separado de los pasajeros.
Estos dos autobuses recorrían el trayecto de Monjas hasta el monumento de Carabobo, en El Paraíso - que siempre fue conocido como la entrada de La India-, colocado al frente del Pabellón del Hipódromo, de donde se regresaba. Estos autobuses cobraban cincuenta céntimos y lo más original era que tenían una tarima en la parte de atrás, que formaba un reservado para hacer las necesidades fisiológicas que pudieran necesitar los pasajeros en el trayecto, prevención que no esta prevista hoy en día ni siquiera en las grandes distancias de las rutas de autobuses, aún cuando se pretendió hacerlo en el medio de Caracas.
Hubo, así mismo, un señor de apellido Tarazona que también abordó la posibilidad del transporte de pasajeros, utilizando autobuses y camionetas. Después de estos vinieron otros promotores y casi podríamos decir que se llegó a dominar la técnica. Además, el señor Roberto Monsanto constituyó la empresa Autobuses del Este, la cual operaba en un local muy grande ubicado justamente al lado del edificio donde existe hoy Pro Venezuela. La empreza de Autobuses del Este (la que se llegó a considerar que operaba con trescientos buses, aproximadamente) era una compañía anónima donde Monsanto parecía ser uno de los principales accionistas, hasta que resolvió salirse del negocio.
Diego Cisneros se mantuvo siempre al lado del señor Monsanto en esa organización, y fundó una compañía pequeña con su hermano Antonio para explotar los servicios de pasajeros entre el Hospital Psiquátrico, o sea el Manicomio, hasta el centro de Caracas. Cisneros era un hombre muy trabajador y de iniciativas, de tal manera que se le ocurrió construir el autobús más grande que existió en esa época en Caracas. Tenía ocho y medio metros de largo y era un poco más ancho, montado en un chasis más poderoso, más fuerte, encontrándose con el inconveniente, no previsto, del cruce de ciertas esquinas. Entonces fue necesario crearle una ruta especial, porque en determinada esquina no podía operar debido a su tamaño.
Adyacente al puenteciro de Los Jabillos (el que cruza la Quebrada de Caroata, al frente del antiguo edificio postal, en la estación del ferrocarril de La Guaira), Cisneros montó un pequeño taller mecánico para la reparación de esos vehículos. Cisneros vendió sus acciones y la de sus hermanos e hizo un viaje a Estados Unidos, y al caminar una noche por las calles de Nueva York -observando las vidrieras- se encontró con un venezolano que se llamaba Manuel Ramón Oyón. El joven Oyón recibió con gran entusiasmo a Cisneros, considerado siempre un gran venezolano aun cuando su nacionalidad era cubana, y le informó que venía de México, donde se residenció después de ser expulsado por el gobierno del general López Contreras y donde trabajó muchos meses con la Pepsi Cola, habiendo hecho mucha amistad con el señor que lo regimentaba.
Allí Cisneros adquirió información de qué cosa era eso de Pepsi Cola. Cuando Oyón le dijo que se trataba de un negocio magnífico y que competía con la poderosísima Coca Cola, convinieron ir juntos al día siguiente a tratar el negocio y lelgaron a un convenio para instalar la empresa en Venezuela con un gran porcentaje de utilidades. Se vinieron para Venezuela con sus papeles en orden, pero al llegar a La Guaira el gobierno no dejó entrar en el país a Oyón; lo regresaron.
Cisneros se vino a Caracas y fundó la primera empresa donde aportó un pequeño capital, que era el producto de la venta de las acciones del negocio de autobuses. El doctor Eduardo Pérez Benítez, su concuñado, y otras personas formaron una compañía anónima y abrieron la primera empresa embotelladora en Los Dos Caminos. Esta empresa, aunque ha hecho historia, no vamos a pretender referirnos a ella; solamente quisimos llegar hasta aquí, hasta el comienzo de la empresa Pepsi Cola en Caracas, y que relación hubo entre ella y el señor Cisneros y sobre el negocio de autobuses.
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Historias de Caracas
Mister / ThrillerSe trata de toda una colección de las historias de la capital de Venezuela: Caracas. Este libro tendrá relatos históricos y también de terror