Cap. 12: El Gran Ferrocarril de Venezuela (3)

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[En relación al bloqueo de 1902 - 1903]: El mayor reclamante era el Gran Ferrocarril de Venezuela. En su informe financiero anual de 1894, enumeraba en su activo 179 kilómetros de vías entre Caracas y Valencia, así como 18 locomotoras, 31 vagones de pasajeros, 8 de equipaje, 29 para ganado y 115 de carga; en el debe de su libro mayor, Caracas figuraba atrasada en 4,86 millones de bolívares en costos de construcción, 345.820 en intereses y 567.000 bolívares de la tasa garantizada de restitución al siete por ciento. Se sumaban a este total, de 5,77 millones de bolívares, reclamaciones por daños de 1,85 millones de bolívares derivados de la revolución de 1892, y 17.690 hectáreas de tierras que el gobierno había prometido pero que hasta la fecha se había rehusado a entregarlas a la compañía. A fin de acabar con un impasse financiero - en que el ferrocarril declinaba operar su línea y el gobierno venezolano se negaba a efectuar pago alguno - el general Crespo y el Disconto Bank llegaron a un acuerdo en la primavera de 1896: el Disconto liberaba a Caracas de su garantía del 7 por ciento sobre el capital de 44 millones de marcos, a la vez que crespo se comprometía a refinanciar su parte de los costos en la cantidad de 33 millones de bolívares al 5 por ciento de interés. Este dinero, prestado por el Disconto, se emplearía para atender a las reclamaciones hechas desde 1892, estipuladas en 1,85 millones de bolívares, así como para garantizar al ferrocarril pagos mensuales de 250.000 bolívares. El préstamo fue eventualmente elevado a 50 millones de bolívares, de los cuales 36 millones fueron pasados directamente al Gran Ferrocarril de Venezuela. Y como el préstamo no fue totalmente suscrito por el mercado alemán, es altamente improbable que Crespo recibiera la totalidad de los 14 millones de bolívares prometidos. Se estimó que, con pagos sobre el capital al uno por ciento anual, la línea se amortizaría en unos treinta y seis años.

Este complicado papeleo, por supuesto, no alteró el hecho de que el ferrocarril no era una empresa económica viable, y para fines de 1897 Caracas estaba otra vez atrasada dos meses en sus pagos del préstamo de 50 millones de bolívares al 5 por ciento. Para el final del año siguiente, Venezuela había reducido a la mitad el pago de sus obligaciones mensuales. El ministerio de relaciones exteriores, de Berlín entró ahora en escena; en noviembre de 1898 notificó al almirante Eduard von Knorr que sería «deseable enseñar la bandera» en la costa de Venezuela, a fin de «hacer avanzar las negociaciones» entre el Disconto y Caracas por el pago del préstamo de 1896. El día de Navidad de 1898, la Wilhelmstrasse volvió a pedirle a Knorr qe despachara un barco de guerra a La Guaira para impresionar a Venezuela con la necesidad de hacer frente a sus compromisos iscales. El buque escuela Moltke fue enviado al puerto en enero de 1899, pero con escaso resultado: Caracas se atrasó en diez pagos mensuales, o sea 2,5 millones de bolívares, y el ferrocarril informó en octubre de 1899 que su línea había estado constantemente cerrada durante 40 días, debido a revueltas domésticas que destruyeron puentes, vías y líneas telegráficas.



Para el final del siglo, Venezuela estaba en una abierta crisis financiera. Al ferrocarril se le debía más de medio millón de bolívares en costos de transporte para las tropas del gobierno; desde abril de 1898 no se había hecho ningún pago a cuenta del préstamo de 1896; y Caracas había interrumpido también el pago por las reclamaciones derivadas de la guerra civil de 1892. En total, Venezuela debía alrededor de 208 millones de bolívares en préstamos extranjeros, reclamaciones por daños revolucionarios y obligaciones internas. El clima comercial estaba en tal depresión que los financistas preferían o bien invertir su dinero fuera del país, o despilfarrarlo en artículos de lujo. El gobierno era incapaz de suministrar algún activo líquido para inversiones a fin de estimular la economía, ya que necesitaba cada céntimo que poseía para afrontar los intereses y los pagos atrasados.




[Posterior al bloqueo de 1902-1903] Las dos principales empresas alemanas de Venezuela se beneficiaron con el bloqueo; una de ellas adrede, la otra a pesar del bloqueo. El Gran Ferrocarril de Venezuela vio plenamente confirmadas sus reclamaciones por 10.542.881 bolívares sobre el préstamo del Disconto de 1896 y 594.863 marcos por daños a raíz de los levantamientos revolucionarios desde 1899. Después, todo fue el negocio habitual. Esta situación en junio de 1906, persuadió a Castro para que refinanciara el viejo préstamo al cinco por ciento, bajo la forma de una deuda diplomática mucho más ventajosa al tres por ciento, con el Disconto, que estaría garantizada por los ingresos de aduana de los principales puertos venezolanos. La casa [2] Blohm prosperó también. Ya en diciembre 5 de 1902, le había ofrecido a Castro un préstamo privado de 2 millones de bolívares si optaba por pagar las reclamaciones alemanas más urgentes. Además, Blohm financió la mediación del embajador Bowen en 1903 [ante el tribunal de arbitraje que examinó las reclamaciones extranjeras]. Y cuando el congreso venezolano aprobó en abril de 1903 una nueva ley sobre derechos de los extranjeros en la cual se le negaba exequátur a personas del servicio consular que estuviesen involucradas activamente en el comercio, Blohm fue notoriamente exceptuado. Más aún, un nuevo recargo del treinta por ciento sobre las mercancías que ingresaban desde Trinidad (Gran Bretaña) y Curazao (Países Bajos) vino a ser ventajoso para Blohm y conjuró los peores temores de su jefe en 1902 [que el bloqueo favoreciese fundamentalmente a Gran Bretaña en detrimento del comercio alemán]. En 1907, Castro le restituyó el exequátur a los cónsules alemanes Theodor Gosewisch en Valencia y Eduard von Jess en Maracaibo, los dos comerciantes, a la vez que el ministro von Seckendorff recibió el Busto de Bolívar en segunda clase. Por otro lado se informó que tanto la Compañía de Asfalto Orinoco [alemana] como la Compañía Germano-venezolana de Azufre estaban en «lamentables circunstancias», apenas un mes después del bloqueo. Dos años más tarde, el Gran Ferrocarril de Venezuela vendió su Hacienda Mariara sin ninguna ganancia [...]



A la larga, los grandes «perdedores» resultaron ser los intereses económicos alemanes en Venezuela. Tanto la Sociedad Hacienda Mariara como la Sociedad Hacienda Venezuela, habían sido liquidadas. «Los intereses agrícolas alemanes ya no son substanciales en este país», señaló el ministro Adolf von Prollius en junio de 1912, al informarle al canciller von Bethmann Hollweg sobre la situación alemana en Venezuela...



Sólo la casa Blohm, que Prollius describía como «una potencia económica» del país, había sobrevivido ilesa al bloqueo. Otros comerciantes de Hamburgo siguieron trabajando en forma modesta en Caracas, Maracaibo y Ciudad Bolívar. En tanto que la línea Hamburg-Amerika había aumentado su servicio directo a Venezuela a dos viajes mensuales de ida y vuelta, el Gran Ferrocarril de Venezuela, el más grande del país, no estaba prosperando. Prollius señaló que «no ha extendido sus rutas, en casi veinte años, ni con los más pequeños ramales secundarios». Especialmente desconcertante era que Juan Vicente Gómez, dinámico hacendado, estaba transformando lo que Alexander von Humboldt había llamado el «jardín» del Lago de Valencia, antes cafetales y plantaciones de caña, en campos de pastoreo; de modo que los despoblaba, y así le quitaba al ferrocarril el tránsito de pasajeros y el transporte de cargas de café y azúcar. En constraste, la línea de propiedad británica entre Puerto Cabello y Valencia y el Ferrocarril Central estaban pagando dividendos anuales del siete por ciento y expandiéndose en el fértil Valle del Tuy y en Yaracuy. Firmas británicas manejaban también en Caracas los servicios de tranvías y teléfonos.




Nota: Por lo tanto, el ferrocarril subió su participación de capital de 25 a 60 millones de marcos el 18 de febrero de 1897. Ver también: Berliner Börsen Curier, jun. 30, 1896. El ministro alemán en Caracas, conde von Rex, informó que Crespo se refirió a la «noble nación alemana» en una cena oficial, y que el general se inclinaba a «concederle a Alemania el primer puesto en los asuntos económicos de la nación».


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