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JESSE

No pude hablar con Lavina al final.

Harry interrumpió y pidió que las chicas volvieran a su cabaña, así que Lavina se fue sin darme explicaciones.

¿Explicaciones? ella no es nada tuyo no tiene porque dártelas.

Me levanté de la cama dispuesto a buscar respuestas, pero el único que me las podía dar es mi hermanastro, Dax.

Para mi desgracia lo es, su padre está casado con mi madre hace exactamente cinco años.

Mi padre murió cuando tenía diez años, ella permaneció sola por un largo tiempo, vivía triste y no me gustaba verla así pero todo eso cambio cuando Josh Carson llegó a su vida y con ello sus dos hijos.

Podrán imaginarse que al principio la idea no me causó mucha felicidad pero ver a mi mama feliz de nuevo me hizo tolerarlos, en realidad al único que no aguanto hasta el momento es a  Dax.

No nos llevamos muy bien.

Igual lo bueno de todo es que solamente lo veo cuando son las fiestas, vacaciones o alguno que otro cumpleaños.

Ellos son de aquí,Wisconsin y viven con su madre.

Ahora tenía que averiguar qué era lo que pretendía con Lavina.

Llegue a su cabaña y sin esperar invitación entre, lo encontré en su cama hablando por teléfono.

Alzo su mirada al oírme.

—Si amor, también te extraño—supuse que es Sadie, su novia—Bueno... adiós—finalizó la llamada.

—¿Sigues con ella?—pregunté cruzadome de brazos.

Esbozando esa sonrisa que tanto odio se encogió de brazos.

—Al fin vienes a visitarme, hermanito—se burló—¿Seguirás haciendo como que no existo?

Rodé los ojos y me senté en una silla.

—Como si te afectara tanto. ¿Qué haces aquí? Y eres mi hermanastro, no lo olvides.

—Vine ayudar a Grace y a descansar un poco—su teléfono volví a sonar, pero lo ignoró.

—Atiende, puede ser Sadie. Y si recuerdo bien se pone de malas cuando no le atienden las llamadas.

—Sí, lo sé pero no lo es, acabo de hablar con ella—miró de reojo su teléfono que volvió a sonar.

Cansado de que sonara y no se preocupara en atender, agarré su teléfono y decidí encerrarlo en la cabaña antes de atender.

La llamada provenía de una tal Lena.

—¿Hola?—hable por el teléfono.

Dax desde adentro golpeo la puerta y me amenazo pero no le hice caso.

—¿Dax?—preguntó Lena—¿Que son esos gritos?

Aleje el teléfono para hablar con Dax.

—¿Quién es Lena?—oí que maldecía en voz baja.

—Devuélveme el maldito teléfono—gritó golpeando una vez más la puerta.

Lo ignoré y volví a la conversación con Lena.

—Hola, disculpa. Dax no puede atenderte en estos momentos.

—¿Sucedió algo?—sonó preocupada.

—No—dije al instante—Pero no puede hablar ahora. ¿Quieres dejarle algún recado?

—Oh, está bien. Pregúntale cuánto puede tardar en traer un helado, no es como si le hubiese pedido la heladería entera. Es de noche y no volvió, tengo antojos y necesito alimentar a su bebe. No es mi culpa que sea tan estúpido y no sepa colocarse un condón—gritó lloriqueando. ¿Bebé?—Lo lamento, son las hormonas. No es tu culpa.

Camp Goys [1] EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora