Voy a besarte esta noche
No tardé en ver de nuevo la sonrisa de Ella. A pesar de que había estado mala un par de días, ahora estaba muchísimo mejor. Ambos habíamos empezado la universidad y volvíamos a estar ocupados. Me encontré con ella mientras subía las escaleras para ir a casa. Ella me saludó con una enorme sonrisa y no pude evitar no devolvérsela. Esa chica era la felicidad en persona cuando quería. Sin embargo, había conocido su lado oscuro y borde. Esos días en los que no se le podía hablar porque estaba enfadada con el mundo y te contestaba muy mal. También había conocido de primera mano cómo era mi compañera de piso cuando estaba con el periodo. Naturalmente estaba muy sensible.
Saqué las llaves y abrí la puerta. Había hecho pasta, y a la carbonara, olía muy bien. Cerré la puerta y dejé la mochila en la habitación antes de dirigirme a la cocina. Abrí el horno y vi allí mi plato. Lo calenté en el microondas y almorcé en el salón mientras veía las noticias.
Vi el Ipod de Stella encima de la mesa, si no lo estaba escuchando, siempre estaba ahí. Se llevaba la mayor parte del día escuchando música. Recordé cómo la había pillado bailando y cantando alguna que otra vez, aunque ella solía ser muy cuidadosa, le daba vergüenza, y era normal.
Cuando terminé de comer, metí el plato en el lavavajillas, me apoyé en la encimera y suspiré. Tenía que estudiar y no tenía ganas. Quería quedarme tumbado en el sofá, haciendo nada. Puse la calefacción y después de coger los libros, el cuaderno y el estuche, me senté en el sofá. Me puse por encima la manta que Stella siempre tenía en el sofá para taparse —era muy friolera— y abrí el libro.
Estuve concentrado las primeras dos horas, después mi móvil sonó y vi el mensaje de Julia. Ni siquiera lo abrí, tenía que tomar una decisión. Solo había estado ocho meses con ella, pero me había calado hondo, era la chica perfecta para mí, pero yo no era el chico perfecto para ella. A pesar de que lo habíamos dejado y habíamos quedado como amigos, ella seguía hablando conmigo la mayoría de los días. No sabía que pensar, que hacer.
La puerta se escuchó y miré esperando a la persona que había entrado, que solo podía ser una, pero era raro que Stella volviera tan pronto.
— Hola —dejó el bolso en una silla y se quitó la bufanda.
— Hola, ¿Qué haces aquí tan temprano? —le pregunté dejando el libro y el cuaderno a un lado.
— El profesor con el que tenía ha faltado, ¿no es perfecto? Hoy no me apetecía ir a clases —se sentó en un lado del sofá.
Sus mejillas estaban sonrosadas, y sus ojos vidriosos.
— ¿Te has estado riendo?
— ¡Es gay, Taylor! No puedo creerlo, Stevie es gay —rio y puso una mano en su rostro—. Y yo que iba a lanzarme —esta vez quien rio fui yo.
— Se le notaba de lejos, Stella —dije divertido.
Ella me miró.
— ¡Para nada! ¿Por qué todos los chicos guapos y simpáticos son gays? No lo entiendo, que desperdicio.
— Yo no soy gay —la miré y sonreí.
Ella me miró y sonrió de lado. —No tardarás en salir del armario, señor egocéntrico.
— No creo que salga del armario —dije cuando ella se levantó—. Me gusta demasiado una mujer —dije cuando ella desapareció de mi vista por el pasillo.
Su cabeza se asomó y me sonrió. — Te creo. Voy a ducharme —volvió a desaparecer. Sonreí y pensé en Stevie. Lo había visto muy cariñoso con ella, ahora lo entendía todo. No es como si Stella tuviera mucho público masculino reclamando atención. La primera impresión que tuve de ella, es que era una chica seria, tímida, y poco a poco me di cuenta de que también era bastante patosa. No solía llamar su atención por su personalidad, ya que no solía mostrarla. Tampoco era voluminosa, es decir, no se notaba su presencia ni por su físico ni por su personalidad. Era pequeña y tenía el pelo castaño. No tenía unos grandes pechos ni un gran trasero. Su pelo era ondulado y para nada era brillante y sedoso.
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Como conquistar a un chico / Disponible en Dreame
Teen FictionVerdaderamente pensaba que todo ese asunto del amor era una verdadera tontería. Odiaba a las parejas que se ponían en los bancos del parque y lo único que hacían era besarse. O las parejas que no decidían quien tenía que colgar primero, o a ese chic...