Taylor.
Stella entró en su habitación en albornoz y la seguí con la mirada mientras ella iba a su escritorio. Dejé de mirarla para centrar mi vista en el móvil, en el artículo que estaba leyendo. Desvié de nuevo mi vista del móvil cuando la vi quitarse el albornoz. Había quitado su toalla del pelo, y ahora agarraba este en su cabeza con una pinza.
Mi chica aún estaba húmeda y pude verla como dios la trajo al mundo. Estaba de perfil y pude observar sus pechos, su abdomen no plano del que ella se quejaba constantemente y sus piernas. Ella parecía sacada de un anuncio mientras mojaba su mano de crema hidratante y se la echaba. La vi pasar sus manos por sus brazos y hombros. Después volvió a coger el bote de crema y echó en su mano para esta vez echarse por sus pechos y masajearlos. El artículo que estaba leyendo había perdido todo mi interés al ver la escena que estaba presenciando. Sus manos masajearon con crema su abdomen y su trasero. Lamí mis labios. Ella se agachó y pasó sus manos por ambas piernas y también por sus pies.
Entonces reparó en que la estaba mirando y levantó la comisura de sus labios para sonreírme. Ni siquiera pude sonreírle de vuelta, estaba intentando no lanzarme sobre ella y hacerla mía de nuevo.
— ¿Crees que podrías echarme crema por la espalda? —me preguntó.
Asentí y ella, después de ponerse sus braguitas, se acercó a mí. Me senté en la cama y dejé un espacio para que ella se sentara entre mis piernas. Me dio el bote y se sentó en el hueco que le había dejado. Lamí mis labios y eché un poco de crema en mi mano. Froté mis manos y las puse encima de sus hombros, masajeándolos. Bajé mis manos por su espalda, trazando círculos. Puse mis manos en su cintura y con mis pulgares tracé círculos hacia arriba.
— Debería decirte más a menudo que me echaras crema.
— Vendría de casa solo para hacer esto —murmuré.
Cuando ya no quedó rastro de crema en mis manos, besé su espalda ya seca, después besé su nuca y ella echó la cabeza hacia un lado. Besé su hombro y Stella se levantó. Miré donde iba y la vi cerrar el pestillo por si a alguien se le ocurría interrumpir.
Ella volvió donde mismo y volví a besar su cuello, esta vez, la abracé y la atraje a mí. Me apoyé en la pared y la arrastré conmigo, pegándola a mi pecho desnudo. Estábamos en septiembre y aún hacía calor. Mordí su oreja y ella giró su rostro. Uní mis labios con los suyos y mi lengua no tardó en entrar en su boca y Ella la recibió con gusto.
Me llevé besándola toda la tarde y hablando de cosas triviales. No dejé que se vistiera porque me gustaba tenerla así, a lo que ella respondió negando con la cabeza y escondiendo su rostro en mi cuello.7
Ella había desaparecido a la mañana siguiente de pasar la noche conmigo. No sabía cómo recuperarla y eso estaba frustrándome. La quería. La amaba, no podía dejarla ir. Había sido un estúpido esa noche y me estaba costando caro. Ver a mi pequeña chica triste y llorando me rompía el corazón. Cuando miraba la camiseta que ella me había regalado colgada en mi armario solo me hacía acordarme de ese día en el que le hice tanto daño.
No había vuelto a hablar con Robert, dando por finalizada la amistad. Lo culpaba de todo, aunque yo hice todo por propia voluntad. Solo si él no me hubiera liado tanto, yo no estaría en esta situación.
Estaba en clase pero no podía concentrarme, no desde que mi relación estaba en la cuerda floja con Stella. Tenía que hacer algo. Tenía que conquistarla de nuevo pero no sabía cómo. Nunca me había pasado esto.
La relación que había tenido con Julia era completamente diferente. Ella siempre estaba dispuesta a intentarlo una y otra vez, o bueno, yo estaba dispuesto. Habíamos estado dejándolo y volviendo miles de veces y la mayoría eran por discusiones estúpidas o por como ella se acerca a los chicos seductoramente, no haciéndome ninguna gracia. Cuando me fui a Ohio, a ella no le hizo tampoco gracia que Stella estuviera viviendo conmigo, a mí tampoco. Pero ambos teníamos que lidiar con ello. Me dejó, volvió, volvió a dejarme, y así sucesivamente mientras me daba cuenta que la chica con la que convivía no era del todo muda y tímida como yo pensaba.
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Como conquistar a un chico / Disponible en Dreame
Teen FictionVerdaderamente pensaba que todo ese asunto del amor era una verdadera tontería. Odiaba a las parejas que se ponían en los bancos del parque y lo único que hacían era besarse. O las parejas que no decidían quien tenía que colgar primero, o a ese chic...