Sostuve el papel blanco sobre mis manos; ese papel que no tenía ningún sentido. Yohanna tenía que esforzarse más en elaborar una lista, o mejor, elaborar una lista para desenamorarme.
Sí, eso es lo que tenía que hacer.
No podía llevar la lista acabo porque sabía que no iría bien. Aún me quedaban unas cuantas clases con él y no iba a hacer ningún movimiento—como me animaba mi amiga— ya que seguramente saldría mal. Muy mal, viniendo de mí. Seguramente nos pondría en una situación incómoda y tendría que esconder la cabeza bajo tierra como un avestruz.
Necesitaba a Ed Sheeran para poder ponerle banda sonara a este momento de mi vida en el que estaba muy perdida.
Me incorporé para buscar mi Ipod. Busqué en mi bolso, no estaba. Busqué en la maleta del instituto, pero lo único que encontré fue una máscara de pestañas que pensaba haber perdido. Me levanté, ya que estaba de cuclillas frente a la mochila, y puse las manos en mi cintura.
Aaron.
Salí de la habitación molesta y entré en la suya. - Llama la próxima vez - Él estaba de espaldas, estudiando.
— Mi Ipod.
— No lo tengo —me quedé callada— En serio, Ella, no lo tengo.
— Está bien
Salí de la habitación cerrando la puerta y recordé el incidente que tuve cuando salí a correr.
Taylor.
Entré de nuevo en mi habitación y cogí mi móvil. Entré en la conversación de Taylor, la cual no borraba desde que habíamos hablado por primera vez.
Stella Bennet:
Hola, siento molestarte. ¿Tienes mi Ipod por casualidad?
Me desconecté y esperé mirando a la pantalla impaciente. Cuando vi que pasaron varios minutos y no me había contestado, me mentalicé que tenía que dejar de mirar el móvil.
Me levanté de la cama y bajé al salón, donde papá estaba mirando algo en su portátil. Desde que mamá se fue al retiro espiritual hacía unos cuatro meses, papá estaba muy aburrido. Tan aburrido que cuando me acerqué vi que estaba buscando recetas.
Recordaba perfectamente cuando mamá nos reunió a todos en el salón para decirnos que un día encontró un folleto de publicidad de un retiro espiritual, estaba en medio del campo, sin comunicación. Decidió entonces que necesitaba un respiro y así nos lo hizo saber. Después de mirarnos todos unos momentos, aceptamos su decisión.
No éramos nadie para obligarle a quedarse, si ella necesitaba retirarse al campo, que lo hiciera. Aunque yo no podría vivir sin internet, un problema que tenía que solucionar.
Me senté en unos de los sofás y miré la televisión, que estaba con un volumen tan bajo que no era capaz de escuchar nada.
— ¿Cómo tienes el chichón?
— Me duele a veces. Pero bien.
— ¿Estás aburrida? Podrías limpiar tu cuarto.
Rodé los ojos. — No estoy tan aburrida. Estoy cansada.
— Eso es porque te llevas todo el día tirada en la cama —Podría ser— ¿Me ayudas después a hacer la cena?
— Vale.
Cuando papá hacía la comida y me tenía a mí de ayudante mi hermano siempre aparecía para ver el espectáculo.
— No me gusta la cebolla —mi progenitor arrugó la nariz, no muy convencido.
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Como conquistar a un chico / Disponible en Dreame
Ficção AdolescenteVerdaderamente pensaba que todo ese asunto del amor era una verdadera tontería. Odiaba a las parejas que se ponían en los bancos del parque y lo único que hacían era besarse. O las parejas que no decidían quien tenía que colgar primero, o a ese chic...