Capitulo 4

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Al siguiente día, aun confundida por lo que había visto en la madrugada. Baje las escaleras, y encontré una nota pegada en el refrigerador, era de mis padres. La tome y la leí, decía:
"Hey Alex, lamentamos no haberte dicho anoche, pero tu padre y yo nos fuimos a un viaje de negocios y estaremos allá el fin de semana. Cuídate, te dejamos la tarjeta de débito por si la necesitas, tal vez venga tu hermano de visita. Hay comida en el refrigerador. Te amamos. Mama y papa".
Oh bueno, se les olvido avisarme. Menos mal que hay comida y espacio, me refiero a que, mi casa era muy grande y bonita, era perfecta.
Mis padres siempre han trabajado y ya estoy algo acostumbrada a pasarla sola los fines de semana. Bueno, para despejar mi mente un poco del pequeño olvido de mis padres, mientras iba hacia el colegio, comencé a recordar su voz, la escuchaba en mi cabeza.

FLASHBACK

-Tienes... tienes unos ojos hermosos.- Me dijo Misha mientras yo estaba perpleja, sin respirar.

Fin flashback

Recordé sus hermosas palabras hacia mi, no dejaba de pensar en su rostro perfecto, sus bellos ojos. Tenia literatura hasta la ultima hora, el día se me paso tan lento como el caminar de un caracol. No podía esperar a verlo en clase. Verlo a el, a Misha Hamilton.
Pero todo se arruinó cuando entre a la clase, el timbre sonó y todos estaban ya en sus asientos; todos excepto Misha. Mi corazón parecía hundirse en mi pecho al ver que no entraba por la puerta. En ese momento se abrió, sentí mi pecho agitarse tan a prisa esperando que fuera el, pero no, no era Misha.

Mi cabeza daba vueltas y me sentia mareada, como si estubiera hambrienta, por su presencia.
Si no me conociera, podría decir que comenzaba a ser adicta a el. Almorcé con mis amigos en la cafetería como usualmente lo hacia, manteniendo siempre mi vista hacia arriba buscándolo. Hasta que me di por vencida.

-No vendrá- me dije a mi misma.

Fernanda murmuró en mi oído, me preguntó algo sobre Misha, no supe bien que, solo asentí con la cabeza. Después de la escuela, caminé hacia mi casillero para ponerme mi ropa para entrenar soccer.
En el tiempo que estuve practicando, no pude dejar de pensar en Misha, estaba tan distraída que no hice nada bien, recibí varios regaños por mi tonta cabeza hueca.
Después de la practica, caminaba hacia mi casa. Vi a la misma pandilla de hombres al otro lado de la calle, esta vez se quedaron con la mirada fija en mí. Pero era mas que eso, ellos comenzaron a seguirme lentamente. Estaba lista para comenzar a correr ya que mi casa no estaba tan cerca; estaba cansada, pero estaba segura de que aún me quedaban energías para correr.
Pronto llegaría a mi calle, y de repente, no los escuché mas, volteé pero no los vi.

-Uff, que alivio.- respiré y dije por dentro.

Estaba caminando lentamente cuando entonces, de nuevo esos tipos comenzaron a caminar alrededor de las calles, para alcanzarme en la calle siguiente. Los vi cada vez más cerca de mi e inmediatamente me di la vuelta, y comencé a correr.
Corrí hacia una plaza cerca de la escuela, giré y los vi caminar hacia un callejón.

-Está bien, tal vez dejaron de seguirme.- me dije de nuevo.

Respiré hondo y de nuevo comencé a caminar hacia mi casa. Caminé alrededor de la plaza para llegar a el callejón donde se habían ido los tipos, era el único camino, ya que éste cortaba en la calle principal que conecta a mi casa.

- Cielos, ahora tendré que llevar un arma conmigo.

Caminaba hablando sola cuando de repente, me empujaron contra una pared, estaba perpleja, no podía respirar.

Presionaron mi rostro contra la pared, estaba a apunto de gritar pero me estaban lastimando mucho.

-Por favor, tomen mi dinero, no me hagan daño, por favor.- les suplicaba con lagrimas en mis ojos.

Ellos se reían, no pude ver sus caras, estaba demasiado asustada. Me empujaron contra un contenedor de basura, me dolían mucho las costillas y sabía que el golpe sería algo más que un simple moretón.
De nuevo me empujaron hacia la pared, y ésta vez, me sentí mareada y sentía que de mi frente salía sangre.
-Está bien, tomaremos tu dinero y algo más....- Dijo el más grande de el grupo.

Sentí sus manos bajando hacia mi cintura, y después hacia mi muslo, grité y traté de quitar sus asquerosas manos de mí, pero de nuevo me golpearon en la cabeza.
- ¡Por favor no! No hagan esto.- les grité con un hilo de voz.

Pero una vez mas, golpearon mi cabeza contra una pared, esta vez, todo a mi alrededor dio vueltas.
Caí al suelo, aún tratando de ver algo, pero los hombres ya no estaban alrededor de mi. No podía escuchar casi nada, solo pequeños murmuros.
Aproveché y comencé a arrastrarme lentamente, pero mi fuerza estaba bajando, cada vez mas débil, hasta que vi a alguien caminando hacia mí. Se inclinó hacía mi y me cargó.
Sus manos eran fuertes y firmes, esos brazos eran diferentes a los de los otros. Traté de mirar fijamente hacia sus ojos. Eran color miel.

-Mi... ¿Misha?.- Apenas y pude susurrarlo.
-Estoy aquí, aguarda.

Me tomó con más fuerza y comenzó a caminar. A pesar de mis heridas, estaba muy feliz de estar a salvo, especialmente, estaba feliz de que Misha fué quien me salvó.


Peligroso AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora