Capítulo 9
Adrien
Una hermosa mariposa se aproximaba. Adrien no estaba controlado del todo aún, quizás porque tenía a Plagg. Éste, antes de que el akuma tomara posesión de Adrien, tomó todas sus fuerzas y lo transformó en Chat Noir.
—Sabía que podía confiar en ti, amigo... —le agradeció Chat Noir y cuando el akuma estaba a centímetros de su cuerpo, gritó:— ¡Cataclismo!
Nunca había tenido la oportunidad de tener a una de esas oscuras mariposas en su mano, pensaba que era imposible. Sin embargo, desde hacía días había notado una especie de poder que era similar al de él, aquella voz que había surgido le dio una corazonada.
Tomó al akuma y cerró su puño, ésta se desintegro al instante.
¿Cómo es que pudiste destruirla? ¡No puede ser!
—No soy tan estúpido como pensabas, ¿ah? —dijo revoleando su cola de gato de un lado al otro—. No sé quién seas, pero te encontraré. No entiendo por qué tienes el mismo poder que el mío... Pero acuérdate, tú tienes el poder de crear esas cosas y yo con el mismo, puedo destruirlas en un segundo.
Esperó unos minutos pero la voz no volvió a aparecer. Se convirtió en Adrien nuevamente, pero Plagg se había dormido en la palma de su mano y ahora recitaba canciones sobre su adorado queso.
Consultó la hora en su celular, eran las siete de la tarde y daba por seguro que más de una persona se había enterado que ya no estaba allí. ¿Qué debería hacer ahora? ¿Correr? No, su cuerpo le dolía demasiado. No sólo Plagg estaba agotado, él también. Las cosas que había escuchado de Marinette y las cosas que le había dicho hacían que no pudiese recuperar el aliento.
Caminó hasta casa porque no estaba de buen humor como para crear un super plan de cómo escabullirse en el hospital, a vista de todos. Al entrar, la primera que le hizo una tonelada de preguntas fue su secretaria, quien no tardó en avisarle a su padre que su hijo había subido a su habitación y no estaba en el cuarto siendo atendido por enfermeras.
Cerró con llave su habitación. No quería ver a su padre furioso otra vez. De su bolsillo sacó unos trozos de queso que había tomado antes de su propia cocina y los colocó al lado de aquella criatura que se hallaba en un profundo sueño.
La puerta retumbó debido a los golpes que su padre daba.
—¿¡Cómo es que te has escapado del hospital!? ¡Adrien abre la puerta! —exclamaba.
Adrien vio cómo la manija de la puerta se movía de forma violenta. Se sentó en la esquina de su cama y esperó a que su padre se calmase, pero no lo hizo.
Tras romper la cerradura, entró.
—¿Te parece muy gracioso todo esto? —dijo alzando cada vez mas su voz y señalándolo con su dedo índice—. ¿Tengo cara de idiota? ¡ADRIEN, MÍRAME!
Tomó a su hijo de la camiseta y lo miró fijo.
—Suéltame.
—¿Te piensas que no sé todo lo que haces...? ¿Que no estoy preocupado por tu futuro?
—Suéltame, papá —repitió y esta vez, pudo quitar la enorme mano de su padre de su camiseta.
—Tú... —el hombre curvó sus labios y achicó sus ojos—. ¿Te piensas que no sé quién eres?
—¿Qué estás diciendo?
—Si sigues siendo Chat Noir vas a morir, hijo —murmuró con voz ronca.
Adrien abrió los ojos, no entendía cómo su padre había llegado a esa conclusión si nunca había estado junto a él. Los fríos ojos claros de su padre le atemorizaban más que nadie, aquellos gestos bruscos y la forma en la que le hablaba... Como si lo repudiase.
—¿Tienes algún problema con eso? —dijo con todas sus fuerzas y la frente en alto. Alejó a su padre de él y cerró la puerta. Lo miró de reojo por detrás de su hombro—. Nunca... Nunca te preocupaste por mí.
—Tienes que dejar de ser Chat Noir...
—¿Qué clase de padre le pediría eso a su hijo? —rió.
—Uno que se preocupa por ti.
Soltó una carcajada y se giró hacia su padre. Se apoyó contra la puerta e indiferente escondió sus manos en sus bolsillos. Lo odiaba, no quería verlo nunca más.
—Dime, viejo... ¿Cómo me descubriste?
—¿Ahora llamas "viejo" a tu querido padre?
—Nunca te quise, creo que está bien... Ya que nuestro odio es mutuo.
—De chico no dirías esto, vendrías hasta mis brazos y...
—De chico.... Estaba mamá, nada era lo mismo —lo interrumpió, serio—. Papá, si aún recuerdas eso es porque nunca me viste cambiar... Mientras crecía nunca me diste un poco de tu tiempo. Las personas cambian.
—¿Ah, sí? Entonces dime... ¿Cómo hace un padre cuando ni siquiera sabe quién es su hijo?
—¿A qué te refieres?
—No sé... Sólo lo comento porque... ¿Eres Adrien o Chat Noir? Ninguno de los dos se parece.
Adrien llevó la mano a su pecho.
—¡Yo soy....! —no fue capaz de completar la frase.
El hombre comenzó a reír.
—Ni siquiera tú lo sabes. Está bien, me iré sin decirte nada por hoy —abrió la puerta—. Descansa.
Cuando su padre se alejó, bajó hasta el primer piso para buscarle más queso a Plagg pero antes de pasar por la cocina encontró a su secretaria y a Marinette hablando en la puerta. Se acercó hasta ellas y le hizo señal a la mujer de que se fuera.
—A-Adrien... —dijo, frunciendo el ceño—. ¿Por qué no estás en el hospital? ¿Qué pasó?
—Ven, subamos a mi habitación.
—¿¡Q-QUÉ!? ¡OYE, ESPERA! —exclamó totalmente colorada.
—No pasa nada, Marinette. Sólo es que no podemos hablar aquí por ahora...
El joven tomó el brazo de la chica y la invitó a entrar a su cuarto. Plagg estaba escondido así que no había peligro alguno. Marinette se sentó a un lado de la cama, y con una sonrisa tan enorme que se le podrían ver todos sus dientes.
—Lo siento por lo de ayer —dijo sentándose a su lado—. No estaba de buen humor y ...
—Eso no importa, yo te he perdonado desde rato —contestó Marinette con una sonrisa enternecedora. Otra vez, colocaba un mechón de su cabello por detrás de su oreja.
—Hay algo que necesito decirte...
—¿Qué su sucede? ¿Te sigue doliendo?
Adrien colocó sus manos en el cuello de la joven y se aproximó a ella hasta besarla. Ella no se resistió, cerró sus ojos y sus balbuceos desaparecieron. La amaba, y aún cuando no fuese Chat Noir, quería tenerla consigo.
Cuando se separaron, Adrien rió al verla colorada como un tomate.
—A-Adrien y-yooo...
—Está bien, no tienes que decir nada —dijo tomándola de la mano.
Las pupilas de Marinette se agrandaron, había quedado con la boca abierta. El joven de cabellos rubios la miró pero ella no parecía capaz de responder en ese momento, como si sus neuronas estuvieran tratando de reaccionar.
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¿Quién eres tú? Miraculous Ladybug
FanfictionSerie: Miraculous LadyBug Marinette vuelve a cometer el mismo error: Confiesa su amor por Adrien cuando el mensaje de voz está activado. Sin embargo, no le saldrá como la primera vez. El chico al que más ama la descubre robando su teléfono. Cuando...