Capítulo 14

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Capítulo 14



Adrien



Al abrir sus ojos, sintió un intenso dolor en la espalda. Tardó en darse cuenta que una chica tan pequeña como Marinette era capaz de tirarlo del colchón y dejarlo en el suelo. Se acercó hacia ella como un gato curioso y sonrió al verla despatarrada de esa forma. Decidió no despertarla y cuando se aproximó a la ventana, estuvo a punto de lanzarse pero recordó que ya no era Chat Noir. Abrió la puerta y encontró a Sabine preparando el desayuno.

—Buenos días.

—Buenos días, Adrien. ¿Cómo has dormido?

—Bien, muy bien —dijo y al tocarse la espalda ésta sonó. Le faltaba mucho para quedarse viejo pero dormir al lado de Marinette hacía que todos sus huesos que quejasen.

—¿Qué quieres comer?

Adrien tomó su abrigo del perchero.

—Lo siento, ya me voy.

—¿No te vas a quedar a desayunar? ¿Y Marinette?

—No la despiertes, está muy dormida —respondió y Sabine al escucharlo le sonrió—. Debo ir a otro lugar.

—¿No quieres llevarte nada para el camino? ¿Estás seguro? —dijo acercándose hasta la puerta y abriéndola para el invitado.

—Sí, lo estoy. Nos vemos, Sabine.

—¡Adiós, Adrien!

Extrañaba hablar con Plagg, esconderse para robar queso. Caminó por un largo rato esquivando los deliciosos olores de la mañana de todas las confiterías de París. Media hora después, se hallaba en el cementerio. Pero en la tumba de su padre había otra persona, a medida que se acercaba pudo ver una figura joven, apostaría que era un adolescente. Llevaba puesta una capucha negra y jeans por lo que no podía descifrar quién era esa persona.

El sujeto sostenía unas flores blancas, a Adrien le hicieron acordar a los akumas purificados. Las dejó sobre la tumba de su padre, se preguntó qué relación tenía con él.

Estuvo a un paso de esa persona. Metió las manos en los bolsillos de su abrigo.

—¿Quién eres?

El joven se dio vuelta y se quitó la capucha. Ante Adrien había un chico de cabello negro y ojos verdes, como los suyos, pero de un color mucho más intenso... Como el de Chat Noir.

—¿Qué pasa gatito? —dijo con una sonrisa torcida—. Ah, cierto... Que ya no lo eres.

—Tú eres... ¿Plagg?

El muchacho dejó a la vista un anillo plateado, se había partido en dos pedazos. Apretó su puño.

—¿Cómo es que ahora tienes forma de persona? ¿Qué pasó?

—El anillo nunca se había roto en la historia de Chat Noirs —dijo mirándolo—. Siento como si me hubiesen despedido de mi empleo.

Rodeó de forma juguetona a Adrien y se colgó del hombro del rubio.

¿Quién eres tú? Miraculous LadybugDonde viven las historias. Descúbrelo ahora