Capítulo N°20

816 40 21
                                    

**Advertencia de la escritora: Este capítulo puede resultar "HOT" para mentes maliciosas. Quedan todos avisados.**

No diré que ya lo notaba completamente relajado, sin ningún temor; pero sí lo veía un poco más seguro de lo que hacíamos. En algunas ocasiones su lado inocente resurgía, pero no me molestaba en absoluto. Me parecía tierno notarlo preocupado de no estar haciendo algo mal cuando incontrolablemente algún suave gemido salía de mi boca, provocados por sus besos y caricias.

- Puedo detenerme si quieres... - murmuró en una de esas ocasiones.

- Estoy bien, Sheldon... eso me gusta...

- Pues, tus quejidos no me lo demuestran...

Lo miré un momento, pensativa, antes de decirle...

- Durante el coito los gemidos son normales... Es más, indican que te gusta lo que el otro hace...

- Eso es contradictorio. Cuando algo me gusta, no me quejo...

- Cierra los ojos – lo interrumpí antes que siguiera hablando.

- ¿Para qué?

- Sólo ciérralos... - hizo lo que le pedí, entonces añadí - Y no los abras...

Me acerqué lentamente y le di un beso pequeño en la comisura de sus labios que intentó corresponder, pero no se lo permití, bajando por su mejilla hacia su cuello con más pequeños besitos. Acompañé aquello con un suave recorrido de mis manos desde su abdomen hacia su pecho, introduciendo mis manos por debajo de sus camisetas, levantándolas y dejando así su torso al descubierto. Mi idea era probarle que esos "quejidos" no eran señal de que algo iba mal y debía detenerse, al contrario, era señal de continuar haciendo lo mismo. Sólo necesitaba encontrar el punto exacto que le provocara el suficiente placer para así demostrárselo.

Notaba su respiración más pesada con mis caricias en su pecho. Alejé mis labios de su cuello y lo miré; seguía con sus ojos cerrados, y su boca ligeramente abierta. Entonces pensé un momento: "¿será prudente ir un poco más allá?". No quería hacer algo que lo alejara definitivamente de mi lado y que le hiciera olvidar por completo la idea del coito conmigo; pero creía que ya era hora de otro pequeño empujón. Era sincera cuando le dije que necesitaba calmar inmediatamente mis "urgencias fisiológicas". Respiré profundo, "... si algo sale mal, tendrás que actuar rápido, Amy...", me dije mentalmente, "... no te equivoques, o necesitarás a 'Gerard' una vez más...". Me acerqué nuevamente a sus labios y decidí probar algo distinto: un beso francés. Nunca antes habíamos llegado a uno y sentía que ese era el momento indicado. Si Sheldon aceptaba eso, fácilmente podría aceptar cualquier otra cosa.

Fue un beso lento, que comenzó como cualquier otro de los que anteriormente nos habíamos dado, salvo que tras unos segundos decidí que era el momento para introducir la punta de mi lengua en su boca, tímidamente. No estoy segura cuándo exactamente lo notó, pero parecía no desagradarle. Una ligera sonrisa se dibujó en mi rostro al mismo tiempo que, sin alejarme de sus labios, bajaba mis manos por su abdomen y me detenía en sus pantalones. "No hagas nada que lo eche a perder, Amy...", pensé mientras bajaba lentamente el cierre, rozando por sobre la ropa su masculinidad y consiguiendo así que soltara un breve gemido. Entonces me detuve a propósito, alejándome unos centímetros de él.

- ¿Por qué paraste? – me preguntó algo desconcertado, recuperando el aliento.

- Te escuché quejarte...

- Claro que no... - guardó silencio mirándome, yo no apartaba mis ojos de él junto a una media sonrisa que le hizo comprender lo que quería decir en realidad - ¿Lo haces por lo que te dije hace un rato?

No es nada más que tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora