25.- Traición.

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Cuando finalmente entró de regreso a la casa, la encontró totalmente vacía, a excepción de Teddy, quien estaba sentado en el sofá, leyendo El Profeta con el semblante grave.

Levantó la vista en cuanto la oyó entrar y le dedicó una sonrisa vacilante. —Hola. ¿Te encuentras bien?

Tessa se sonrojó furiosamente mientras se sentaba junto a él. No necesitaba mirar para saber que su cabello ya había cambiado al rosa chicle. Le avergonzaba su arrebato de antes. No debió haberles gritado a su familia, ellos solo trataban de hacerla sentir mejor.

—Sí, estoy bien. Lo siento, Ted, yo...

Pero Teddy la interrumpió antes de que pudiera completar sus disculpas. —No tienes nada de qué disculparte, Tessa. Sabemos que estás pasando por mucho. Ninguno de nosotros somos capaces de ponernos en tu lugar. Tienes derecho a desquitarte.

Sonrió con alivio y decidió cambiar de tema. Nunca le había gustado hablar de cómo se sentía. —El sábado es el gran día. ¿Cómo te sientes?

Teddy sonrió. —Nervioso.

—Tranquilo. Victoire no se tomaría todas estas molestias para luego dejarte plantado en el altar.

Él la miró mal. —Vaya, gracias.

Se rió. —Sólo soy sincera. Por cierto, ¿dónde está el rubio teñido?

—Se fue con su padre y Hermione. Ah, y Rose y Hugo. Me dijo que te dijera que volverá pronto.

—¿Pudiste hablar con Draco? Ya sabes, ya que es tu... ¿qué? ¿Tío? ¿Primo?

Teddy rió. —Somos una especie de primos segundos, pero sí. Hablé con él. Fue un poco tenso, pero estuvo bien.

Tessa hizo una mueca. —¿Te das cuenta de que si te casas con Victoire, los Malfoy y los Weasley van a estar unidos?

Él la miró con una ceja alzada. —¿Te das cuenta de que si te casas con Scorpius, los Malfoy y los Potter van a estar unidos?

—¡No voy a casarme con Scorpius!

—A la altura que van, no me sorprendería que se casaran.

—Teddy, por Merlín, no digas estupideces. Apenas tengo 17 años, y Scorpius 16.

—Debes sentirte como una total asaltacunas. —se burló.

Tessa le dedicó un mohín. —La verdad es que nuestra edad se me olvida. Scorpius parece mayor.

—Pero no lo es. ¿No te resulta raro que sea de la edad de tu hermano menor?

—La verdad que no. Hay otras cosas en las que tengo que pensar, Teddy.

—¿Cómo qué?

Tessa frunció el entrecejo. —Como el hecho de que hay un grupo de magos locos que intentan matar a mi familia por mi culpa.

Teddy suspiró, negando con la cabeza. —Esto no es tu culpa, Tessa. Nadie piensa eso. Todo el mundo culpa únicamente a los Herederos Tenebrosos. A nadie más.

—Lo sé, pero esto no se trata de lo que ellos piensan, sino de lo que pienso yo.

—¿Y qué piensas tú?

Ella se tomó unos cuantos segundos antes de responder. —Siento que soy una bomba. —confesó—. Una bomba que explotará de un momento a otro, y los arrastraré conmigo.

—Tessa, no digas eso. —Teddy intentó abrazarla, pero ella lo esquivó.

—¡No quiero lástima, Ted! Tengo que ser fuerte, y lo sabes. Es por esto que no me gusta hablar de lo que siento. ¡Todos siempre me tienen pena! Nadie entiende cómo me siento. Nunca lo harán.

Tessa Potter y los Herederos Tenebrosos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora