3.- Hacer de Cupido.

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A la mañana siguiente, Tessa se despertó teniendo la sensación de que acababa de acostarse. A su lado junto a la cama, se encontraba América, quien estaba sacudiéndola por el hombro.

—Al fin. —bufó la pelinegra, mientras veía como Tessa se estiraba para alcanzar el reloj y lograr ver la hora—. Estuve diez minutos tratando de despertarte. Habría pensado que estabas muerta, si no fuera porque haces unos ruidos muy extraños cuando estás dormida.

—Mare. —se lamentó Tessa, al lograr ver la hora—. Es el alba.

—Exactamente. —la felicitó su amiga, sonriendo de oreja a oreja—. Es el primer día, y tenemos que tener un buen desayuno, y tiempo para arreglarnos bien.

Tessa bufó, sentándose en la cama y tallando sus ojos. —Honestamente, había olvidado lo increíblemente perfeccionista que eres.

-No soy perfeccionista. Se le llama ser responsable. —la corrigió ella, mientras tomaba un cepillo y comenzaba a peinar su negro cabello—. No seas tan exagerada. Clary se levantó sin quejas. —señaló a la susodicha, quien acababa de terminar de vestirse.

-Sí, pero creo que olvidas que soy terriblemente floja y ella no. —suspiró Tessa, poniéndose de pie—. Como sea. Iré a darme una ducha. —anunció, para seguidamente desaparecer por el baño.

Una vez dentro, abrió la regadera y, mientras esperaba a que el agua se templara, se quitó su pijama, dejándolo sobre la canasta de ropa sucia, que los elfos domésticos se encargaban de lavar luego. Entró en la ducha, y mientras dejaba que el agua se llevara cualquier rastro de suciedad o sudor, su mente vagó a otros mundos. Hoy era el primer día de clases, y quería esforzarse en hacerlo bien, ya que iban a rendir los EXTASIS, unos exámenes muy importantes para su futuro.

Una vez completamente limpia, tomó una toalla y la envolvió alrededor de su cuerpo, abandonando el cuarto de baño. En la habitación aún se encontraban sus amigas, ya completamente arregladas.

—Si no te ayudo, no terminaremos nunca. —suspiró América con frustración—. Deja. Tú vístete, y yo me encargo de peinarte.

Tessa decidió obedecer a su amiga, pues no deseaba enfrentarse a su furia. Se colocó con rapidez el uniforme de la escuela, que consistía en una camisa blanca ceñida al cuerpo, una falda negra un poco por encima de la rodilla y un jersey del mismo color. Además se colocó la túnica de Gryffindor que le habían regalado Albus y Lily.

Apenas hubo terminado de vestirse, América la obligó a sentarse en una silla y comenzó a secarle el cabello a su amiga mediante magia, lo que era más rápido que utilizar el secador.

—Tienes que ponerte guapa para Scorpius. —dijo América, con una sonrisa en su voz.

Tessa simplemente puso los ojos en blanco, pero no dijo nada. Había desistido de callar a sus amigas cuando se ponían locas sobre su inexistente relación con el joven Malfoy.

—Listo. —anunció la pelinegra luego de unos minutos, y Tessa fue a mirarse al espejo. Su cabello rubio estaba completamente natural, cayendo en suaves ondas sobre sus hombros. Sonrió ante el resultado.

—Gracias, Mare. —le agradeció a su amiga mientras tomaba un tubo de brillo de labios y se colocaba un poco. No le gustaba maquillarse demasiado.

—De nada. Ahora apúrate, ya es tarde.

Tessa asintió, mientras tomaba su mochila y comenzaba a guardar allí varios rollos de pergamino, sus libros, pluma normal (ya que dudaba que los profesores le permitieran usar la que James le había regalado), y varios tinteros.

Tessa Potter y los Herederos Tenebrosos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora