34.- Dolor.

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A medida que el tiempo pasaba, se fue formando una cada vez más grande tensión entre Scorpius y Tessa. Seguían juntos, pero las cosas no eran las mismas. Él parecía evitarla a veces, y cuando lo se besaban, alguno de los dos terminaba el beso demasiado rápido. No habían vuelto a hablar de lo que les esperaba en el futuro, y sus amigos lucían preocupados, especialmente Albus, quien se sentía culpable.

Además de eso, las cosas seguían normales. No había señales de los Herederos Tenebrosos, aunque Taylor seguía entrenándolos, y los partidos de Quidditch se reanudaron, estando cada vez más cerca la final. Fred estaba enfrascado en ganar la Copa de las Casas y hacía entrenamientos diarios.

Estando ya en marzo, América pasaba por la etapa de embarazo en la que los demás no sabían si estaba embarazada o había comido demasiados burritos. La gente comenzó a hablar, y James ya había golpeado a más de una persona por referirse a América de una forma no muy agradable. Siempre había alguien con ella, por si acaso. Si no era James, eran Louis o Lorcan. América no lucía muy feliz con ello, pero no podía hacer nada. Cuando James metía su mente en algo, nada lo hacía cambiar de opinión. Aún todavía seguía molesto porque McGonagall no le había permitido formar la banda.

Tessa y Tom seguían hablando telepáticamente, ambos poniéndose mutuamente al tanto de lo que pasaba donde se encontraban. Harry y Ginny estaban encantados de tener algo de compañía, por lo que habían estado felices de acoger a Tom. Además, a él le gustaba ayudar a la madre de Tessa a cocinar y limpiar.

Así que, a pesar de su situación con Scorpius, Tessa estaba feliz.

—Hey —Claire le sonrió, sentándose a su lado en la mesa de Gryffindor—. ¿En qué piensas?

—Pienso en que todo está tan bien, pero sin embargo Scorpius... —se calló, suspirando.

Su amiga cubrió su mano con la suya.

—Ustedes son muy diferentes, Tessa. Iban a chocar en algún momento. Me sorprende que hayan durado tanto sin una de sus épicas peleas.

—Lo sé, pero me pone mal que peleemos. Tengo un problema con los hijos, y si me ama debería considerarlo, ¿no crees?

—O, si tú lo amaras, deberías considerar su fobia al compromiso.

Sorprendida, Tessa no dijo nada.

Claire suspiró, metiéndose una papa frita a la boca.

—Deberías hablar con él.

—Lo hice.

—Ajá, ¿y cómo terminó eso?

Tessa hizo una mueca.

—Conmigo yéndome.

—Exacto. Te fuiste.

—¿Qué querías que hiciera? Me dijo que jamás quería ser padre.

—Cambiará de opinión cuando quedes embarazada. ¿Te imaginas como serían sus bebés? Tendrían un pequeño rubio de ojos grises.

Tessa sonrió ante la imagen.

—O una rubia de ojos marrones.

Claire negó con la cabeza.

—No. Tendría los ojos grises. Es la maldición Malfoy.

Tessa se rió.

—Tienes razón.

De repente, unas manos se posaron en los hombros de Tessa, y se tensó antes de oler el aroma a naturaleza de James.

—¿Qué hacen, polluelas? —preguntó éste, balanceando juguetonamente a Tessa de un lado a otro.

Tessa Potter y los Herederos Tenebrosos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora