CAPITULO 4: Odioso ✓

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Habían pasado alrededor de dos semanas, desde que Jimin se instaló, a falta de más opciones, en la habitación de yoongi. La convivencia, aunque no fuese hostil en su totalidad, tampoco era lo que se denominaría "agradable". Pero por lo menos lo soportaban, bueno, se hacía el intento.

Rara vez se dirigían la palabra, y cuando lo hacían, nunca era en son de paz o para apaciguar las aguas que facilitaran el compañerismo de ambos coreanos bajo el mismo techo, compartiendo la misma maldita habitación.

Cada uno por su lado, nada más simple.

Ambos detestaban a Choi, eso era lo único rescatable, por el momento, en cuestiones de compartir algo en común; pero el ser forzados a ver la cara del otro, que no les era lo mas sencillo del mundo, cabe decir. Pasar y ver a tu compañero de cuarto, el cual ninguno quiso tener desde el principio, y no dirigirle aunque sea una mirada de soslayo, volvía un poco pesado el aire.. Jodidamente incómodo.

Y les daban todavía mas ganas de odiar a Choi, por forzar la situación de ambos.

Mucho mas, cuando uno fingía que el otro era invisible, o simplemente no existía. Lo cual no molestaba demasiado, ser indiferentes ante la presencia del otro, era algo soportable y hasta incluso fortuito para los dos... Pero como toda regla que se imponían por separado, siempre había algo que molestaba al otro.

La regla de fingir que el otro jamás nació, se doblegaba solo cuando uno se estaba despojando de sus ropas, exponiendo su piel, y sintiéndose cohibido por la inexistente mirada de su vecino de cama. Estos casos, en especial, la mayor parte del tiempo eran iniciados por Jimin, temeroso de mostrar su piel, por alguna razón. El moreno armaba escándalos, dignos de una chica, cuando Yoongi atravesaba la habitación y casualmente él se encontraba en ropa interior.

— Rayos, Yoongi - rugió hastiado de lo mismo - ¿No puedes esperar a que termine de vestirme?

— Ni que quisiera mirarte - contestó. restando atención a su berrinche, y avanzando hacia su nuevo amor; la cama nueva que correspondía a Jimin.

— Maldito infierno desconsiderado, incluso dejé una tarjeta colgada en el pomo de la puerta, hombre.

— Ni que fuera un hotel, al menos, mi habitación no lo es. No vuelvas a colgar estas mamadas en al puerta - le arrojó la tarjeta rosa intenso, con celeste claro - Me importa una mierda lo que crean los demás, pero esto se usa cuando la gente folla en su habitación, y no quiere ser interrumpida Park. Y a menos que desees que los demás te molesten porque me regalas tu apretado culo, no vuelvas a ponerla nunca jamás, ahí.

Por algún motivo, las orejas del menor se calentaron tornándose rojas, pero su rostro seguía siendo de la misma mierda molestosa que siempre. Eso despertaba la burla en Yoongi, pero prefirió elegir el pasar de las reacciones extrañas y anormales del menor, porque de ese modo era más fácil no pensar.

Eran escasas las ocasiones que su rostro mostraba la pena que un sonrojo sí. Carecía de rasgos de vergüenza, como si todo su cuerpo lo controlara sistemática y coordinadamente. Tal y como un robot.

Después del segundo día, Yoongi comenzó a restarle importancia, ya que la mirada del moreno, siempre que daba ese espectáculo "emocional", por así decirle, la perturbaba porque lo encontraba entretenido, y lo obligaba espontáneamente a inclinarse sus ojos en algún punto, disperso del suelo.

Otra razón por a cual debía rayar su distancia, y enseñar que le interesaba una mierda el chico.

Quizás Jimin carecía de emociones faciales, o demostraciones de las mismas. Pero esto no obstaculizó al rubio para re buscarse una manera de entender y clasificar las acciones, o leves muecas del muchacho. Después de todo, él se valía de eso, de observar y actuar... De la caza y de la pesca, se diría en su antiguo barrio.

TRATA de no enamorarte [YoonMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora