Capítulo 21.

139 16 6
                                    

Emily.

Comencé a temblar. Juraría que mis labios estaban morados del frío y la gruesa capa de tela y lana de la túnica de Gryffindor no era suficiente para la baja temperatura de la noche en Hogwarts. Miré a ambos lados mientras me colocaba al lado de la cabaña de Hagrid y éste entablaba una conversación con el maldito conserje Filch. Menuda pesadilla. No me imaginaba la clase de criaturas que se nos podían aparecer en medio del bosque. Agudicé el oído, ¿eso era un lobo?

Finalmente, Hagrid caminó hacia nosotros con su sonrisa bondadoso y alzando un enorme farol del tamaño de casi su mano comenzamos a caminar por el Bosque Prohibido. Pude comprobar como Harry observaba todo con curiosidad, Hermione añadía cosas a la explicación de Hagrid a la que yo por supuesto no prestaba atención y Ron temblaba como yo. Malfoy sólo estaba actuando, se estaba muriendo de miedo. Yo lo sabía. Estaba más que claro.

—Nos separaremos en grupos —anunció el guardabosques mientras miraba al cielo—. Si alguien encuentro otro unicornio herido, debe lanzar chispas verdes con su varita. Por el contrario, si tiene problemas lo único que tiene que hacer es conjurar chispas rojas. Malfoy, tú irás con Harry —reí por lo bajo—. Emily con Ron y yo iré con Hermione.

Harry me devolvió la risa burlona que quejosa, me acerqué hacia Hagrid.

—¡No es justo! ¡Yo no quiero ir con el cobarde de Ronald! —protesté. Ron frunció el ceño, tan rojo como su pelo.

—¡Mira quién fue a hablar! —comenzamos a soltarnos improperios y cuando estábamos de pegarnos (se lo merecía, lo aseguro), Hermione acudió a separarnos.

—Chicos. Ya vale —ordenó Hagrid levemente enfadado—. Tal como he dicho, empezad a andar y que no oiga ninguna protesta más. Andando, Hermione.

Menudo morro tenían Harry y Malfoy, me dije pensativa. Al menos tenían a Fang. Hagrid decía que era un miedoso pero en comparación con el que tenía delante era todo un valiente. Suspiré, no me quedaba otra.

Caminé jugando con la varita, intentando divertirme cosa que hacía en vano. ¿Cómo era posible estar feliz con un imbécil al lado, un frío tremendo y un miedo terrible? Horrorizada, miraba a todos lados. Mejor prevenir que curar, ¡por las barbas de Merlín!

—Já. ¿Qué te apuestas a que llego más rápido que tú a ese árbol de ahí?

Se giró hacia su derecha. Ron le miraba con una sonrisa orgullosa, de brazos cruzados. Su sonrojo había sido reemplazado por una palidez propia de la temperatura. Creo que me había pasado lo mismo, salvo por las mejillas y la nariz. Siempre solían ponerse como un payaso. Eleanor me decía eso de pequeña. Eleanor. Sacudí la cabeza. Ron me miraba de la misma forma, buscando una respuesta.

—¡Ya! —grité antes de que le diera tiempo a reaccionar. Reí, deslizándome por la hojarasca del bosque y por la delgada capa de nieve que había. Mis pies enfundados en unos agradables calcetines de lana y botas marrones corrían apresurados hacia el árbol que me había indicado Ron. ¿Qué se había creído?

—¡Tramposa! —le oí gritar a unos pocos metros de mí pero por el tono de su voz parecía divertirse. Genial, como yo. Sin darme cuenta, nos estábamos evadiendo de problemas y obligaciones jugando a una batalla de bolas de nieve.

Tiré una bola y me agaché antes de que otra aterrizara en mi cara. Esbocé una sonrisa divertida pero a la misma vez que una bola impactaba en mi rostro, pude ver una extraña sombra que se dirigía hacia nosotros. El corazón me latió con fuerza. Tragué saliva y al ver que me había quedado quieta, Ron corrió hacia mí.

—¿Ya te has enfadado? Eres una... —tapé su boca con rapidez. No quería que aquella sombra o ser, o lo que fuera nos pillara solos, apenas éramos alumnos de primer año y no sabíamos hacer ni un hechizo ni medio. Él pareció percibir mi aviso así que calló manteniendo mi mano en su boca. Resoplé cuando eso se hubo ido. Ron me iba a decir algo cuando rápidamente algo nos hizo llamar la atención.

La gran luz que portaba Hagrid en una mano recogía a todos los que habíamos sido castigados aparte de, comprensiblemente, nosotros dos.

Poco después, ya en la sala común, Harry nos narraba todo lo que había pasado. Esto tenía algo que ver con la trampilla, Snape y el perro de tres cabezas. ¡Yo misma lo sabía!

Me senté junto al fuego pensativa. ¿Qué sería esa sombra? Harry tenía la sospecha de que fuera Quién-No-Debe-Ser-Nombrado pero, ¿sería él de verdad? Me mordí el labio, sujetando una rana de chocolate. No tenía ni idea pero estaba dispuesta a averiguarlo.

[...]

—¿A quién viste en el espejo exactamente?

Miré a Ron con la boca llena de una tostada de mantequilla. Las mejillas se tornaron de rojo por ambas partes. Moví la cabeza de un lado a otro y cuando logré tragar, respondí:

—No te lo pienso decir. ¿A ti qué te importa? —pregunté molesta. ¿¡Cómo que le iba a decir tal cosa!? Oh, hola. Ron, te he visto en el espejo porque supuestamente me gustas. Adiós.

—Quizá porque soy tu amigo —contestó con burla mientras metía un dedo en su tazón lleno de chocolate.

—¿Ah, sí? Compórtate como uno, tío —le reproché inclinando mi cabeza hacia él. Ron hizo lo mismo.

—¿Por qué no cierras tu estúpida bocaza y...?

—Chicos, se acerca Eleanor —Hermione bajó El Profeta de sus ojos y alzó la mirada al ver a mi hermana rodeada de Slytherin.

Boquiabierta, la observé. Esto no era posible. Era una pesadilla. ¿Era mi rival? ¡No lo iba a permitir! ¡Ella era mi hermana!

¡Aquí dejo el capítulo porque sé que os encanta que os dejemos con la duda! ¿Verdad que sí? ;)

Ya veis, la cosa se pone difícil. Eleanor y Emily pronto están notando sus grandes diferencias más de lo que creían. ¿Eleanor recapacitará? ¿Emily la ayudará o se enfadará? Mucho más en el siguiente capítulo.

Espero que os haya gustado. Estrellita y comentario. ¡Por las barbas de Merlín, hasta otra ocasión!

Leyre.






Las hermanas E «Hogwarts».Donde viven las historias. Descúbrelo ahora