Capítulo 15.

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Emily.

Había despertado con una gran pesadilla. Suspendía el examen de Pociones, luego me di cuenta de que no había sido una pesadilla sino que había pasado en la realidad y no pude evitar reír en voz baja mientras Hermione me dedicaba una mirada extraña.

Bajé a la sala común cansada y confundida. No había dormido casi nada y por muy extraño que parezca, no comprendía algo. ¿Por qué había visto a Ron en el espejo? Por supuesto no se lo pensaba contar a nadie, de una manera u otra, ¿quién me creería? Nos llevabámos a muerte.

Saludé a Harry y Ron que se encontraban sentados en la sala común, probablemente esperándonos. Me di cuenta de que Ron había apartado la mirada al verme cosa que no entendí pero dejé pasar. Era un terrible idiota.

No entendía por qué me gustaba. Lo odiaba, eso era. Había confundido mis sentimientos. Sólo tenía once años. Lo odiaba a muerte. Pero, lo quería como un amigo, era algo así. Exacto.

Convenciéndome a mí misma, fuimos al Gran Comedor y después de la pequeña charla con Fred y George, acudí tal como Eleanor me había dicho hacia ella.

Enseguida sentí la mirada asesina de los Slytherin pero Eleanor me cogió la mano y me llevó a un rincón. Era extraño. Gracias a Hogwarts habíamos sonreído y reído mutuamente, me encantaba. Quizá algún día podría comprender a mi hermana y ella a mí.

-¿Y bien? -pregunté, mientras me balanceaba de delante atrás.

Ella antes me dedicó una mirada de desaprobación. No dejaba de ser ella y miraba con reproche las dos trenzas desechas que colgaban de mi cabeza pelirroja.

-¿Quién era exactamente el que viste en el espejo? -inquirió directa. Casi doy un salto.

Moví las dos manos, indicando negación con una pequeña sonrisa nerviosa. No era lo que ella pensaba.

-No es eso. Me equivoqué, olvídalo, Eleanor. ¡Nos vemos en...! -me di la vuelta pero ella me cogió la muñeca con fuerza.

Solté un pequeño gemido de dolor pero hasta que no me giré, no dejó de agarrarme.

Soltó un suspiro, antes de continuar:

-Emily, su nombre. Ya.

-¡Eleanor! ¡Te he dicho que no es lo que piensas! -grité en un susurro mientras le apuntaba con un dedo- ¿Por qué te lo tendría que contar?

-¡Porque soy tu hermana! -rebatió con indignación.

-¿Mi hermana te haces llamar? -puse mi espalda recta- Suena irónico cuando eres una de las personas que más me ignora.

Abrió la boca pero no le dio tiempo a decir nada o yo simplemente no lo escuché porque salí de allí a paso acelerado. ¡No quería decir eso, pero se lo había buscado! ¡Además, era verdad!

Oía pasos detrás de mí y mi nombre pero no dejé de caminar hasta que mis piernas se quebraron. Me quedé quieta, mirando a un punto fijo del suelo hasta que alguien tocó mi hombre.

Me volví con expresión enfurecida, dispuesta a defenderme cuando vi a Ron temeroso. Parpadeé, y relajé mi expresión.

-¿Qué es lo que quieres? -murmuré, deslizando mi espalda por la pared hasta quedar sentada. Tampoco me apetecía con él, en realidad con nadie.

-Has discutido con tu hermana.

No era una pregunta. Una afirmación. Me encogí de hombros. No tenía ganas de hablar.

-¿Por qué me has seguido? -pregunté levantando la mirada hacia él.

-Porque te comprendo -me miró con una mueca y se rascó la manga derecha que le quedaba corta. Según yo, había crecido dos centímetros desde la última vez que lo vi, es decir, hace unas horas.

Sonreí un poco y cogí su mano para llegar a la siguiente clase. ¿Lo odiaba? No del todo.

[...]

-¡Señorita Seller! ¡Sus globstones! ¡Ahora! -ordenó la profesora McGonagall extendiendo su mano.

Paré a la vez que mis amigos. Observé por el rabillo del ojo que Eleanor también paraba acompañada de Malfoy, Adele y los gorilas de turno.

-¿Qué? ¿Por qué? -me quejé entregando las bolas que había en mis bolsillos.

-Ha estado jugando toda la clase. ¿Acaso creía que no me había dado cuenta? -me ruboricé avergonzada- Se los devolveré cuando su comportamiento mejore.

Fruncí el ceño, molesta y salí de la clase con mis amigos mientras Eleanor se quedaba con la profesora McGonagall.

-No puedo creerlo. No estaba mirando -mascullé, algo enfadada mientras caminábamos hacia fuera del castillo y caminábamos hacia la cabaña de Hagrid.

-Te avisé tres veces -se alertó Hermione escandalizada.

Sonreí nerviosa y entramos en la cabaña de Hagrid después de dar un par de golpes. Nos recibió algo nerviosa ya que tratábamos de recoger información sobre todo lo que había pasado y lo que guardaba ese perro de tres cabezas.

Estaba cansada y no me apetecía hablar así que me dediqué a observar cómo mis amigos comenzaban a preguntarle hasta que oí un nombre.

Nicolas Flamel.

Boquiabierta, levanté la vista. Había oído ese nombre. Lo sabía, ¿qué era eso? Debía de preguntárselo a mis padres, ellos habían hablado de él.

Pocas horas después, caminaba hacia la cena con la mente impresa en ese nombre. Decidí enviar una carta en ese mismo momento y cuando Red se acercó a recogerla, le di una pequeña galleta.

Ya en la sala común, me di cuenta de que apenas había hablado con mi hermana ese día. Aunque nos llevarábamos mal, siempre hablábamos sobre algo.

Había sido demasiado dura. Me mordí el labio, ¿por qué siempre me sentía culpable de todo? Subí a mi dormitorio y me encontré una pequeña caja encima de color azulado.

Emily:

Adivina quiénes somos.

Espero que disfrutes de los glosbtones, ¿prometes jugar con nosotros?

Fred y George.

PD. Disfrútalos, nos ha costado conseguirlos.

Reí y escondí la caja en mi baúl.

¡Aquí está de nuevo Emily!

Espero que os haya gustado y como siempre digo, me haríais muy feliz, ¿vale?

En el próximo capítulo, ¡Norberto! Wii, ya sabéis, el fantástico dragón de Hagrid :3

¡En fin, gracias!

Leyre.

Las hermanas E «Hogwarts».Donde viven las historias. Descúbrelo ahora