Capítulo 23.

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Emily.

Paseé mi mirada por la estancia en la que me encontraba. Hacía frío y una suave luz blanca me resplandecía en los ojos. Entonces recordé todo. La noche anterior. Durmiendo al perro de tres cabezas, bajando por la trampilla, las llaves, el ajedrez y un dolor de cabeza enorme. Me acordé de, como antes de que acabara la partida corrí hacia Ron ganando un golpe en la cabeza a causa de una torre del otro equipo.

Me mordí el labio, casi inconsciente mientras me incorporaba. Tenía puesto mi pijama rosa y estaba rodeada de caramelos. A unas camillas más a la derecha Harry dormía y Ron estaba sentado a mi izquierda leyendo un cromo de una rana de chocolate. Alcé la mirada al verme y me percaté de su ojo morado.

-¡Ron, tu ojo! ¿Estás bien? -acudí a él desquitándome las mantas y las sábanas de la camilla donde estaba durmiendo antes- ¡Por las barbas de Merlín, tienes un aspecto horrible!

-Gracias y buenos días a ti también -contestó con burla mientras ponía los ojos en blanco. Tragó la rana y me sonrió-. Hermione me contó todo lo que ha pasado.

-¿De verdad? -me ruboricé con suavidad. No quería hablar de eso ni de como me había preocupado de él- Anda, cállate y préstame una rana.

-Tú tampoco tienes muy buen aspecto que digamos -masculló Ron dándome una caja-. Estás más pálida que de costumbre y tienes un arañazo enorme en la mejilla derecha.

-Gracias... -susurré con sarcasmo mientras me sentaba en mi camilla y miraba de reojo a Harry. Éste no tenía muy buen aspecto- ¿Qué hay de Hermione?

-No lo sé. Debe estar haciendo las maletas en la sala común. Hemos perdido la Copa de las Casas, ¿sabes? -respondió con una mueca mientras se sentaba en su camilla e iba a por una gragea de todos los sabores.

-Ya lo sé. Seguro que Eleanor se ríe de mí.

-Es muy probable -Ron se encogió de hombros.

Bajé la mirada pero al instante, al comprender lo que estaba haciendo sacudí la cabeza brevemente. No me iba a poner triste por una cosa así. Yo estaba enfadada. ¡Por supuesto que estaba enfadada! Había elegido a una persona completamente desconocida antes que a mí, a su hermana, a su verdadera familia. Aunque no nos parecíamos en nada. Y yo tampoco me parecía en nada a mi familia. ¿Quién me decía que no era adoptada? Antes de darme cuenta había empezado a llorar sin querer.

—Emily...

—¡Weasley!

—¿Cómo está nuestra bromista favorita? ¿Por qué lloras? Te hemos traído unos dulces, hermana.

Levanté la mirada para descubrir una cantidad de caramelos y dulces mágicos puestos en un revoltijo encima de la manta de la camilla. Levanté la mirada, sonrojada mientras me enjugaba las lágrimas, agradecida. Allí se encontraban Fred y George, uno de ellos con un retrete en la mano y otro con espada que reconocí como la espada de una de las armaduras de Hogwarts. Me abstuve de decirles que habían hecho esta vez. Menudas locuras.

-¿Ron te ha hecho llorar?

-Es muy feo el pobre.

-¡Que sigo aquí! -protestó mi amigo mientras intentaba hablar con la boca llena de chocolate.

Solté una carcajada.

Sí. Eleanor, podía superarte. Mi nueva familia ya estaba ahí y la había encontrado desde un principio.

[...]

Me senté en la gran mesa de Gryffindor mientras me atusaba (o más bien lo intentaba) el gorro de bruja, que me iba pequeño. Sentada al lado de Hermione y Harry, observé la mesa de los profesores con desánimo. No me apetecía demasiado ver la sonrisa de triunfo de Eleanor, sinceramente.

-... ¡En cuarto lugar, Gryffindor con...! -ni siquiera presté atención a los puntos. Sólo quería desparecer de allí. Que la tierra me tragase. Pero todo se desmoronó al oír las últimas palabras de Dumbledore- ¡Y en primer lugar, Slytherin!

Berridos, chillidos, risas y aplausos llegaron desde la mesa de las serpientes. Los Slytherin gritaban y saltaban golpeando las mesas con los puños. Suspiré cruzando una mirada con Malfoy. No tardé en sacarle el dedo corazón. Entonces, mi hermana me miró. Ella me sonrió burlonamente. Alcé una ceja y le saqué la lengua antes de darme rápidamente la vuelta.

Ron rió enfrente de mí:
-Se ha quedado petrificada...

Bien, que le quedara claro que yo no me iba a quedar de brazos cruzados como ella creía. Iba a hincarle el diente a la cena cuando Dumbledore dio unas palmadas pidiendo nuestra atención:

-Antes de nada y anunciar el ganador, quiero hacer un último recuento... -todo se quedó en silencio y yo atendí, curiosa- A Hermione Granger, por el uso de la fría lógica de la magia le otorgo 40 puntos.

Hermione sorprendida nos miró a cada uno de nosotros y yo aplaudí ferozmente.

-A Ronald Weasley, por el mejor juego de ajedrez que Hogwarts ha visto... 40 puntos.

Chillé de alegría alzando las manos en señal de victoria hasta que oí mi nombre.

-A Emily Seller, por arriesgarse hasta en los momentos más difíciles por la verdadera familia, le otorgo 40 puntos.

Sonrojada como un tomate, observé a las personas de mi alrededor, agradeciendo los abrazos. Por la verdadera familia.

-Al señor Harry Potter, otros 40 puntos -¡sólo estábamos a 10 puntos de ganar a los Slytherin! Recé porque así fuera-. Y por última, hace falta mucho coraje para enfrentarse a los enemigos pero aún más para los amigos, a Neville Longbottom 10 puntos.

Éste era el mejor día de mi vida.

[...]

-No estarás ni dos días en casa, ya verás. Le diré a mamá todo y te iremos a buscar. No habrá ningún problema -propuso Fred mientras él, George y yo entrábamos en el Hogwarts Express.

-¿De verdad haríais eso por mí?

Intercambiaron miradas:

-¿Por la familia? ¡Lo que sea!

¡Y hasta aquí el capítulo de hoy! ¡Espero mucho que os haya gustado! No os voy a mentir, lo he escrito apenas en 20 minutos pero es que tenía tantas ganas de escribir el final que la palabras se escribían solas. ¡De verdad, literal! ¡Como os lo cuento!
Ahora que se acercan las Navidades, quizá hagamos un capítulo especial. ¿Quién sabe?
Agradeceremos votos y comentarios.
Leyre.

Las hermanas E «Hogwarts».Donde viven las historias. Descúbrelo ahora