Día 1 parte 2

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Louis no contestaba.

- Venga, Louis, anímate. –Harry se acercó y lo abrazó. El corazón de el se aceleró sin saber por qué. Hacía tiempo que su piel no rozaba, tan intensamente la de Harry.
Para colmo, le dio un fuerte beso en la mejilla. – No me gusta verte así.

- Bueno... va...vale. – Se dirigió hacia las escaleras – pero espérame ¿Sí?

- Tranquilo, no me voy sin ti. – le sonrió Harry. Una sonrisa esplendida, como solo él la sabía hacer.

Louis corrió hacia su habitación y abrió su grande armario.

- Joder, no sé ni a donde vamos. – miró de arriba abajo la ropa - ¿Qué me pongo?
Se volvió a asomar por la escalera.

- ¿Harry? – él se apoyó a la barandilla - ¿Dónde vamos? ¿Qué me pongo?

Él se rió, tirándose el tupé hacia atrás.

- Con cualquier cosa basta... ¿te parece si vamos al cine? Necesitas distraerte con algo.

- Vale... - el arqueó la boca – Me sigues diciendo lo mismo de cuando salíamos: 'con cualquier cosa basta' – intentó imitar la voz de Harry, haciendo un gesto gracioso.

- Porque es verdad, con cualquier cosa estás bien... - Louis se sonrojó –

Se volvió a meter en su cuarto y sacó algo de ropa. La tendió en su cama.

- Esto está bien. – cogió las prendas que mejor quedaban y se metió en el baño.

Louis dejó caer el pantalon que llevaba, lleno de polvo y medio roto, por el accidente,igual que su playera favorito.

- Ya los puedo tirar... - murmuró, maldiciendo lo que había pasado.

Se miró, desnudo en el espejo. Y como había pasado el tiempo. Inclinó la cara. Hacía poco estaba con Harry... hacia apenas cuatro años. El agua caliente llenó la bañera, el se metió dentro. No se entretuvo mucho como lo solía hacer. Porque esta vez no lo esperaban las amigos. Esta vez lo esperaba Harry .

Harry alzó la vista cuando escuchó el ruido de los tenis chocar contra las baldosas de la escalera.

- ¿Ves? Todo te queda bien.

- No seas tonto. – le dijo Louis cogiendo algo de un cajón.

- No lo soy, solo soy sincero... ya sabes – Louis llevaba su billetera en la mano – deja eso. – le dijo Louis frunciendo el ceño – Invito yo.

- Enserio, Harry. – repitió el. Pero en cuanto se dio cuenta, Harry le había quitado el dinero de las manos. – Devuélveme eso.

- Ah, ah... - dijo él negando con la cabeza.

Louis intentó cogerlo. Peleando como dos niños pequeños. Harry tropezó cayendo al suelo.

- Oh madre mía. – Louis se agachó a su altura. No pudo evitar reír. Harry se acarició la cabeza - ¿Estás bien?

- Si... me podrías ayudar en más de reírte de mí, ¿no? – respondió sonriendo.

- Lo siento... - dijo Louis tendiéndole su mano. Harry tiró de el, haciendo que cayera encima de su fornido cuerpo.

- Toma anda... - le alcanzó la billetera – Vamos a hacer como en Italia... ni para ti, ni para mi – le dijo susurrando. Louis tuvo un escalofrió. Y aun tendido encima de Harry, no se dispuso a levantarse – Lo pagamos a medias y ya. Parecemos niños discutiendo así. – no cambió el tono de voz. Haciendo que el corazón de Louis acelerara, como si fuera un adolescente de doce años frente a su primer amor.

Harry enroscó uno de sus dedos en un largo mechón del pelo de Louis, retirándoselo, hacia atrás.

- Oh, perdon... – Johanna se giró – llegué en mal momento.

- No, no, ¡mamá! – Louis se levantó rápidamente. Harry riendo, más pausadamente – No...

- No estábamos haciendo nada, Johanna. – le dijo Harry, y Louis aun se sonrojó más.

Johanna los miró algo extraño.

- Mamá... de veras.

- Vale, vale... - dijo observando a su hijo. Louis cogió las llaves de casa y se dirigió a la puerta.

Se volvió a girar antes, le dio un beso en la mejilla a su madre.

- Hasta luego.

- Ten cuidado – miró a Harry – Cuídalo. Y no llegues tarde

- No, mamá... - dijo poniendo los ojos en blanco.

Harry lo siguió. Abrió la puerta de su coche y dejó entrar a Louis. El se sentó en el asiento del copiloto.

- ¿Y qué película vamos a ir a ver? – le preguntó Louis.

- ¿Qué te parece... exorcismo en el Vaticano?

- ¿De miedo? – respondió Louis arqueando una ceja.

- Ajá. – Harry miró por el retrovisor, haciendo maniobra para salir del puesto donde había aparcado. – Así si tienes miedo me puedes abrazar a mi.

Este se rió, mientras Louis, se volvía a sonrojar. Una vez más. Giró la cara, avergonzado por que se le subieran los colores, tan seguidamente con Harry.

- No te avergüences. – le dijo Harry – yo adoro cuando te sonrojas. – y le volvió a dedicar una de esas perfectas sonrisas marcando sus hoyuelos.


*****


Gente, mucha gente. Un viernes por la noche, y el cine, está repleto. Harry y Louis se dirigen hacia la taquilla. Dos para la sala ocho.

- Serán en total, doce cincuenta. – le dijo la chica rubia de al lado de la vidriera.

- Tome.

- Gracias.

- A usted. – Harry le sonrió, cogió las entradas y se fueron hacia el estante de las palomitas. Ahora las compró Louis, junto a las dos Coca- Colas grandes.

El chico llenó dos recipientes de tamaño grande y se los dejó en el mostrador.

- Ocho con setentaicinco, por favor. – le pidió el chico.

- Aquí está.

- El cambio.

- Gracias.

Cogieron las palomitas y se dirigieron hacia la sala. La película estaba a punto de empezar.

- Harry, aguanta esto. – Louis le entregó sus palomitas y la Coca-Cola. – tengo que ir al baño.

A Harry casi no se le veía la cara con tantas cosas en las manos.

- Date prisa. – le dijo.

Harry se sentó en un peldaño de la escalera que daba a los baños de hombres, y dejó las cosas allí. Louis intentó tardar lo menos posible. Se lavó las manos y volvió a salir del baño.
Harry volteó la cabeza, al sentir pasos. Y lo vio, allí, hermoso. Bajando las escaleras, con el reflejo de la luz, que volvía de un azul como el cielo, sus hermosos y grandes ojos. Su boca arqueada, mostrando la blanca dentadura, sonriéndo. A él. Y esos labios, que hacía unos años, habían tenido la oportunidad de besar. Entonces Harry se dio cuenta. Se dio cuenta, de que Louis, era lo más parecido a la perfección, que sus ojos jamás habían visto.

Día a día {Larry Stylinson}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora