Día 14

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Louis se terminó de secar el cabello,se colocó bien su sudadera azul. Dio una vuelta sobre sí mismo y pudo ver lo bien que le quedaban esos jeans nuevos. Sonrió y cogió las llaves de su auto. Johanna lo esperaba en frente de su coche.
Lo miró por encima de las gafas. Intentó sonreír, aun que esa sonrisa ya no era la misma. Ya no desde que sabía que su hijo estaba... ¿enfermo?. Su niño, su hijo, su bebé de siempre, su vida... Intentó no pensar más en ello, si no, se pondría a llorar. Como cada día, como cada noche. Dolores de cabeza e insomnio. ¿Y quién no las tendría si su hijo estuviera a punto de morir?

- Pero qué guapo. – le espetó su padre, saliendo de casa. – pero que hijo tan guapo tengo.

- No exageres papá – le contesto Louis riendo a carcajadas . - ¿Vienes con mamá y conmigo?

- No, quedé con Stan. – le guiñó un ojo a su hijo. – pásalo bien, enano.

- No lo dudes

Su padre tampoco era el mismo desde entonces.
Sus padres pensaban que Louis no se daba cuenta, pero era el primero en hacerlo. Era el primero en notar la tensión en su familia, el trato que tenían, el de vez en cuando un '¿estás bien?' que no podían aguantar en sus labios, pero que en realidad, no sabían que a el le dolía, se lo hacían recordar, a cada minuto. Solo quería ser como otra más, como... como un humano normal, no como una enfermo. No quería que tuvieran compasión, no quería la compasión de nadie, ni de sus amigos, ni de su padre, ni de su madre. Quería seguir igual que antes, igual que hacía catorce días antes. Por eso se sentía tan bien con Harry, porque él al menos... lo trataba como el quería. Como deberían los demás, y no de una forma 'especial'.

*

- ¿Nos tomas una foto? – sonrió el alcanzándole el móvil de una de las fans que lo habían llamado.

Johanna aparcó delante del gran mall del centro de Londres.

- Nunca habíamos ido ¿cierto? – miró a Louis

- No, al menos no lo recuerdo. – el oji-azul se inclinó hacia adelante y miró hacia arriba. – Es enorme. – entreabrió la boca.

- Vamos, vida. – sonrió Johanna, abriendo la puerta.

Louis la siguió. Entraron al gran mall. El guardó sus gafas de sol, dentro de la plantilla y en la bolsa de su pantalón. Miró a su alrededor. Una de las primeras tiendas le llamó la atención.
Johanna sonrió, ambos entraron. Le había recordado a cuando era pequeño, y le pedía un helado, algo que se le antojara, y la cogía por el jersey y señalaba la tienda en donde había visto aquello que le había llamado la atención. Alguien llamó a Louis.

- Louis , ¡ Louis Tomlinson!

Ambos se giraron para ver quien lo llamaba

- Oh, por dios, ¡Mueroooo! – gritó una de las chicas.

Louis apretó los ojos.

- Por favor, no grites. – dijo frotándose la sien.

- Oh, lo siento, lo siento. – dijo otra de las chicas. – ella es así, es que te adora. Bueno, todas te adoramos ¿Quién no? – ambas se pusieron a reír, Louis también. – Que suerte encontrarte aquí... - dijo mirándolo. – Eres mucho más guapo y perfecto  cara a cara...

- Oww... gracias. – agradeció Louis.

- ¿Podemos tomarnos una foto contigo y con mamá Johanna? – sonrió la rubia.

- Claro. – dijo Louis . – Disculpe. – llamó a un chico que pasaba por allí.

El se quedó de piedra. Por un instante, un reflejo, le pareció que aquel chico era igual a Zayn . Igual. Negó con la cabeza, unos remordimientos interiores volvieron.

- ¿Dime? – volvió la vista y dedujo que no, que para nada se parecía a su... joder, no a su ex, a su nada.

Simplemente no se parecía a Zayn.

*

Unas cuantas bolsas en ambas manos. Más de 15 fotos. Algunos que otros autógrafos. Una sonrisa de felicidad. Intercambiar una mañana con sus fans ha sido de lo mejor. Y no le sabe mal, para nada. Su madre está orgullosa. Y a el le gusta, le gusta mucho. Y les gustaría decirles... escuchen, queridos fans... me muero, pasado mañana, puede que ya no esté. Pero le hizo una promesa a su amor de que la noticia no saldría, de que sus fans no lo sabrían hasta que no sucediera de verdad. Tanto era... repartir esas risas, esas pocas palabras, opinar de lo que se compraba una u otra, o platicar sobre algo otro, con ellas, con la gente que lo apoyaba, con la gente que lo seguía desde hacía años, había sido increíble. Y más, sin ningún guardaespaldas. Se había dejado abrazar, dar dos besos. ¿Qué tenía de malo? Era una persona como cualquier otra.
Cansados de dar vueltas por las cinco extensas plantas del mall, a las cuatro y media, decidieron sentarse en una pizzería.

- ¿Qué te pareció esta mañana de madre-hijo? – sonrió Johanna , cogiendo una de las cartas.

- Estupenda. – contesto Louis dejando su celular sobre la mesa.

El camarero se apresuró a ir a preguntar qué es lo que querían. ¿Un par de napolittanas? No, mejor un buen plato de tortellinis o spaguettis a la carbonara, como le gustaban a Louis.

- Espero que se vuelva a repetir pronto. – sonrió Louis . – hacía tiempo que no pasaba una mañana contigo.

Johanna entristeció. Si, ojalá y esas palabras fueran ciertas. Y pudieran pasar y una, y dos, y tres, y cuatro, y las que ella quisiera, de tardes juntos. Pero por ahora, eso era imposible.
Porque ya no quedaban tardes. La bomba de relojería situada en el interior de Louis estaba echando cuenta atrás, y a esa cuenta atrás le quedaban menos de cuarenta y ocho horas...

Día a día {Larry Stylinson}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora