(Narra Dylan)
Bajé para hablar con mi hermana y la pregunté qué tal le había ido el día , me contó lo bien que le había ido en su trabajo, también me dijo y me advirtió que cerrase todas las puertas bien antes de salir de casa porque últimamente estaban robando mucho en nuestra calle y en los alrededores. La dije que no se asustase porque aquí no pasaría nada.
Subió a su habitación para cambiarse de ropa y ponerse cómoda.
-¿Dylaaan?- la oí y desde la planta de arriba.
-¿Queee?- la conteste con el mismo tono de voz.
-¿Sabes dónde está mi camiseta blanca lisa?
Mierda... pensé, era la camiseta que le había dejado a Alice.
-Emm, noo, ¿no estará en la lavadora?
-Puede... voy a ver si por casualidad está en tu habitación- dijo decisiva.
-Vale.
Bajó enseguida con un pendiente en la mano
-Dylan, ¿desde cuando usas pendientes y no me lo has dicho?
Me puse un poco nervioso ante la pregunta que me habia hecho mi hermana.
-Anda, anda, seguro que es tuyo...
-No, sé perfectamente los pendiemtes que tengo y este no es mío
-Bueno dejemos este tema.
Mi hermana me dio el pendiente y me miró raramente.
-¿No será de alguna chica verdad? ¿Recuerdas lo que te dije a principio de curso sobre el tema de las chicas?
-Sí, me acuerdo- asentí con la cabeza.(Narra Alice)
A las 3 de la mañana me sonó el móvil, era un mensaje de Dylan: << hola, ¿quedamos el domingo para dar una vuelta?>>
<<Valee, mañana lo hablamos ;) >>
Avanzó el día; Dylan y yo habíamos quedado el domingo a las 18:00 h para hablar y dar un paseo.
Después de comer nos fuimos mi hermano, mi madre y yo al hospital para recoger a mi padre, que ya estaba mucho mejor y le habían dado el alta.
Domingo:
El día transcurrió normal y tranquilo, fuimos a unos almacenes a comprar el frigorífico que se había roto, comimos fuera, al volver, mis padres y mi hermano se quedaron en casa y yo le dije que había quedado con mis amigas.
Al llegar al parque vi a Dylan sentado en un banco esperandome, entre en aquel lugar y fui lentamente hacia él, sin que me oyera ni me viera, me iba acercando más a él, cada vez más.
Me situé justamente detrás suya a unos centímetros de su espalda, y le puse las manos sobre sus ojos ocultándole la visión.
-¿Alice? ¿Alice? ¿Eres tú?- dijo angustiado mientras yo soltaba pequeñas risas al presenciar aquella escena.
-Alice por favor dime que eres tú.
Con mis manos aún tapando sus ojos, me agaché y le di un cálido beso en los labios.
Me senté a su lado, me agarró la mano y nos levantamos.
Fuimos paseando por el parque, hacía frío, cada vez nos adentrábamos más en el parque, y la temperatura y la luz descendía más.
Comencé a tiritar a pesar de llevar la chaqueta, Dylan al ver aquella escena, se quitó el abrigo y me lo colocó sobre los hombros, sonreí tímidamente y le di las gracias.
No sabía muy bien a donde nos dirigíamos pero yo me dejaba llevar por Dylan. A lo lejos vi una pequeña caseta de madera en la que se podía apreciar la puerta abierta.
Llegamos a la altura de aquel lugar y Dylan se adelantó para abrir la puerta, era un pequeño jardín botánico.
Tras él, fui yo, y nos adentramos en la espesura de las plantas que caían del techo.
Me acerqué a él y le volví a agarrar de la mano, me sonrío. A lo lejos había unas ventanas desde las que podía apreciarse el resto del parque, y bajo ellas, unos pequeños bancos, en los que nos sentamos. Le notaba nervioso y no paraba de mirar al suelo.
-¿Te gusta este lugar?- Dijo al fín, levantando la cabeza.
Asentí y me acerqué a él hasta llegar a apoyarme en su hombro.
El silencio se hizo de nuevo, nuestras manos se entrelazaron y Dylan parecía querer decir algo.
Estiró la espalda, suspiró y dejó escapar por su boca dos palabras.
-Te quiero.
Eran sólo dos palabras, sencillas. Pero me dió un vuelco al corazón al oirlas dalir de su boca, no me esperaba que aquel chico al que tiré el café el primer día de instituto, aquel chico borde y pesado, aquel chico... fuera a ser la persona que me dijera esas dos palabras de la manera más sincera que me habían dicho jamás.
Levanté la cabeza y clavé mis ojos sobre los suyos. Le notaba ansioso por obtener una respuesta.
-Y yo Dylan, yo también te quiero.
Su expresión ya era más relajada y pasó a ser segura.
-¿Quieres... quieres salir conmigo?