Me quedé asombrada y tras unos segundos bajé la mirada y dije: No lo siento...
Dylan de pronto abrió los ojos, se le empezaron a humedecer y se le quedaron rojos. Agachó la cabeza.
Vi su expresión y acerqué mis labios a los suyos haciéndole levantar su cara.
-Claro que sí, era broma. Te quiero tonto.
Nos dimos un largo beso. Al terminar Dylan y yo nos miramos a los ojos y nos sonreímos a la vez.
Dylan hizo un gesto indicando que me acercase a él y así lo hice, me envolvió entre sus brazos haciéndome sentir segura.
-Gracias Alice, desde que te conocí, mi vida ha cambiado. Estaremos bien juntos, te lo prometo.
-Ya verás que si, desde que te conocí mi vida es mejor, te quiero.
Volvimos a casa dando un paseo, pues se hacía de noche. Dylan me acompañó a la puerta de mi casa. Cuando nos estábamos despidiendo, vimos como mi vecino Paul, llegaba a su casa, pero no iba solo, estaba con Laureen.
Se quedaron hablando un rato en su puerta, parecían estar de acuerdo en un tema.
Me precia muy extraño que estuviesen los dos juntos; era como si de repente fueran muy buenos amigos. Pero al fin y al cabo no le di mucha importancia.
Nos despedimos Dylan y yo, y nos fuimos cada uno a nuestra casa. Al entrar en estaba todo muy apagado y me extrañé. Cuando entré al salón, se encendieron las luces de golpe y pude ver a mi padre en casa ¡por fin! Me alegré mucho porque volviera a estar con nosotros, y para celebrarlo nos fuimos a cenar fuera.
Al día siguiente ya era Lunes por lo que no volvimos muy tarde.
Durante esta semana les conté a mis amigas lo de Dylan y se alegraron por nosotros. Mi hermano también se enteró, pero le dije que de momento no se lo dijere a nuestros padres...
Después de las clases siempre veía a Laureen y a Paul juntos; pensé que de una vez por todas Paul me iba a dejar en paz y Laureen se había olvidado de Dylan.
Dylan y yo estábamos muy unidos, quedábamos para tomar algo, ver alguna película en su casa y demás cosas típicas; realmente nos queríamos.