Capítulo 21

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LEO

No me podía creer absolutamente nada. Fabio era mi primo, Miguel también. ¿Esto era una cámara oculta? Fui detrás de él porque sabía que si Helena lo hacía algo sucedería. Ya se habían besado dos veces y una tercera me sentaría muy mal y con razón.

—Fabio —digo cerrando la puerta principal. El frío azotó mi cara y pude ver cómo él tenía los ojos vidriosos.

—Llevo parte de mi vida creyendo que tu padre era el mío Leonardo. Esas charlas que me daba, los días que estaba orgulloso de mí cuando hacía algo bien, los días que me quedaba hasta la madrugada planeando nuevas ventas para que me dedicase palabras de cariño. ¡Llevo desde los dieciocho años creyendo que que era mi verdadero padre! ¡Joder! —le da una patada a un arbusto y mira hacia el cielo.

—Nunca intenté nada con Helena porque sabía que la querías, porque no quería herir a mi hermano pequeño —se ríe y niega con la cabeza —Desde que empecé a trabajar para tu padre siempre quise que tú destacaras, siempre quise que fueses más listo, más fuerte y más...todo que yo.

—¿Por qué? —pregunto sin comprender.

—Porque eso es lo que quieren los hermanos mayores. Quería protegerte de cualquiera. Quería protegerte de este maldito mundo. Y resulta que eres la combinación perfecta. Eres una máquina de matar pero con sentimientos selectivos. Eso es lo que te diferencia de mi Leonardo. Tú puedes dormir con tu novia, abrazarla y hacerla reír y después atacarías a quien le hizo daño. ¡Yo no! Yo le destruiría primero, le mataría lentamente y después dormiría con mi novia.

Me pongo a su lado y le doy un abrazo. Él al principio no hace nada. Pero después me abraza rápidamente.

—Yo no soy perfecto Fabio. Tampoco pretendo serlo. ¿Crees que yo no me muero de ganas de meterle una bala por el culo al cabrón que le hizo eso a Helena? Si no soy así, es porque ella me hace ser mejor. No puedo ser así si eso la asusta. Solo quiero ser bueno para ella. Pero llevo toda mi vida queriendo ser como tú. Decidido, fuerte, inteligente... Joder Fabio, tú fuiste a la Universidad. Eres abogado, y de los buenos. El problema es que llevas toda la vida queriendo agradar a mi padre y a Riccardo, y no te diste cuenta que ellos ya están orgullosos de ti. Cada uno a su manera, pero eres hijo de ambos porque juntos te criaron. Me da igual que quieras a mi padre como a tu propio padre. Me da igual que quieras a mi madre. Lo único que me jode es que quieras a mi novia. Pero con el tiempo se te pasará, o eso espero, porque sino tendremos un problema muy grande —digo riendo.

Él me mira y me sonríe de lado. Ahora me daba cuenta que casi teníamos la misma sonrisa.

—Eres mi primo y estoy muy orgulloso de ello. Un Corleone.

Asiente con la cabeza y me da un apretón en él hombro.

— Voy a irme. Iré a dar una vuelta, cuando vayas a interrogar a Miguel avísame.

— Claro, primo — digo sonriendo. Sabía que el ambiente era cortante, pero Fabio me sonrió. Porque aunque un hombre se desahogase gritando y llorando no era menos hombre por eso. Al contrario, tenía todo el respeto del mundo. Y Fabio, lo tenía desde que le conocí por primera vez.

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Me despedí de Helena y hablé con Alexia para que se quedase en casa de los Ferragni, allí estaría protegida y para mi tranquilidad la prefería allí que en mi propia casa. Conduje en mi Lamborghini hasta la dirección que Riccardo me había indicado antes, estaba deseando interrogar a Miguel. El trayecto duró media hora, el lugar donde lo tenían quedaba a las afueras de Roma, lejos de miradas indiscretas.

Lealtad (Crónicas de la mafia #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora