El sopor inundaba la clase, el calor que desprendían los radiadores se fundía con el sol que entraba por la ventanas desde la mitad final del aula se podía apreciar las ondas de calor que se dibujaban en el ambiente. El proyector pasaba lento diapositiva tras diapositiva, el profesor recitaba su discurso por tercera vez ese día, allí en la tarima comprendía que nadie le prestaba demasiada atención, desde su posición privilegiada podía observar a un grupo hablando de a saber qué cosa que les habrían pasado durante el fin de semana o en sus interesantes vidas de estudiantes, le vino a la memoria sus días de estudiante cuando el pasaba las horas en la cafetería. La llegada de estos recuerdos le había hecho confundirse un par de veces, tenía que centrarse. Pero le era difícil nadie salvo dos o tres parecían coger apuntes, normal que un jueves a las cinco de la tarde quedara tan poca gente y mas sabiendo que las vacaciones de semana santa se acercaban, además ese calor sofocante de la calefacción no le ayudaban a captar la atención. Al fondo, o lo que se podía considerar el final de la clase, había una pareja que parecían dormitar entre diapositiva y diapositiva, les odio por ello al igual que a los que más delante jugaban con el móvil o a los que se dedicaban a otras asignaturas, miro el reloj un poco pronto para el descaso bueno o quizás no.
- Lo dejamos aquí, lo que viene después es mejor que lo veamos todo seguido así que mejor hacemos ya el descanso. ¿Alguna pregunta?- termino diciendo sabiendo que no habría ninguna.
Descendió al banal suelo de la clase, abandonado la calidez de la madera que tanto le gustaba pisar y hacer crujir enfiló el pasillo del aula, alcanzo la puerta y el aire fresco del pasillo le inundo la cara. Subió al despacho cerro con llave abrió la ventana y sacó del cajón derecho de su escritorio un porrillo que guardaba para ocasiones especiales, como aquella soporífera tarde, se encaramó a la ventana y dio buena cuenta de él tranquilamente pero sin pausa. Cuando hubo terminado bajo a clase, y empezó otra vez su discurso esta vez con una sensación distinta pasaba de todo y solo quería terminar, a nadie pareció importarle demasiado el cambio, incluso lo agradecieron. Oteó el horizonte para ver si la parejita que dormitaba seguía por allí y llamarles la atención, había bajado con ganas de marcha, descubrió que habían desaparecido, - que le vamos a hacer- pensó y abroncó a los que seguían con su partida de móvil.
Había sido un error y un error garrafal, perder una hora de su vida de esa manera. Bajaban rápidamente las escaleras deseaban llegar a su nuevo destino, atravesaron la desierta facultad, la concurrida salida de los bancos donde la gente fumaba charlaba en general pasaba el rato. Una vez en su nueva ubicación el primer paso fue adaptar sus ojos a la pobre y decadente iluminación, característica de la cervecería, sentados al fondo en su mesa de siempre observaron como transcurría normal por allí con los hombres jugando su partida de guiñote a voces entre las que destacan las del marroquí con el que su compañero arremete a menudo por no saber jugar o por hacerlo de puta madre, contradicciones típicas del carácter de este jugador habitual al que ya conocían aunque fuese solo de la reiteración de ir día si y día también.
De la barra extraen las consumiciones habituales. El mazo de cartas apareció de la mochila de Hugo, mientras este daba cuenta de la mitad de su pinta Helena mezclaba las cartas, mirándolo, era extraño unas semanas atrás lo había visto aparecer en una plaza desierta pintar una chapa y instantes después desaparecer, no sin antes comentar algo de salir con Alba. Helena le había preguntado a Artigas por aquello, pero este no soltaba prenda solo se limitaba a decir que algún día Hugo terminaría por contárselo. Después de eso había entablado mayor relación con este sobretodo vía Messenger, su curiosidad se veía insatisfecha una y otra vez pero cada vez conocía un poco más a su amigo.
Lo cierto es que durante esas semanas se hacía difícil verlo apenas aparecía por clase o la biblioteca y cuando quedaban todos para salir ponía escusas y no aprecia, María tenia la teoría de que salir con todo parejas no era algo agradable para él, pero no eran todo parejas Clara hacia algún tiempo que ya no salía con el chico ese, nunca se acordaba del nombre. Artigas le decía que no se preocupara tanto que solo estaba con sus rayadas y que si no salía era por no rayar a los demás, así que terminó por hacerle caso ya que junto con Freddy eran los que más lo frecuentaban en su casa.
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Entre aulas, cartas, apuntes, pichorras y cervezas.
Teen FictionEntre aulas, cartas, apuntes, pichorras y cervezas. Cuenta las peripecias de un grupo de jóvenes universitarios. Que empiezan esta etapa de su vida, afrontando las diferentes pruebas que esta aventura les ira planteando. Y mientras se conocen, entre...