- 15 -

9 0 0
                                    

Las vacaciones habían terminado, habían sido dos semanas muy duras sin poder verlo y apenas ablando con el por teléfono, había estado en el pueblo con su abuelos y en aquellos remotos parajes la cobertura era escasa. Pero mientras se acercaba a la entrada de la estación la emoción en ella iba en aumento. De pronto se vio delante de las pantallas donde anunciaban las llegadas de los autobuses, buscaba con la mirada el que llegaba desde Soria –buscando buscando, ahí está- se decía a sí misma. Así que recorrió los metros que la separaban de su destino y una vez allí se limito a esperar que el autobús hiciese acto de presencia.

El polvo flotaba en el aire y los focos que iluminaban los probadores lo resaltaban, allí se encontraba con algunas bolsas y demás accesorios con los que le había cargado Alba mientras se probaba otras muchas prendas. Cuando estaba lista desplazaba la cortina de terciopelo negra y sin moverse del probador ponía poses, imitando a las modelos de las revistas, que hacían que Hugo se le escapase la risa, el se limitaba a esperar a que ella diese su veredicto, pero como no podía ser de otra manera ella le preguntaba su opinión, este sabia que solo tenía que repetir los diferentes y manidos sinónimos de que guapa estas con eso, que bien te sienta y un largo etcétera. Llevaban más de cuatro horas y el no daba síntomas de cansancio – cualquier otro habría puesto mala cara hace ya un rato- pensaba ella, entonces le pudo sorprender mas diciéndole -porque no te vuelves a probar otra vez este porque no estoy yo seguro de que sea la elección correcta- esto le sorprendió ya que ella estaba pensando en ese momento lo mismo.

Saco un brazo del probador lo agarro del pecho y le obligo a juntar sus labios, no es que Hugo pusiese alguna resistencia es mas disfrutaba con aquella repentina apertura de la relación. Días atrás había comenzado a pensar que solo podían verse en su casa o en casa de Alba. No hacían otra cosa que pasar el tiempo encerrados, algo que al principio tampoco le parecía tan malo, pero antes de que tuvieran que separarse por las vacaciones de semana santa, empezaba a sentir el agobio de tanto encierro. Había planteado la posibilidad de alguna salida, pero las negativas de Alba se sucedían una tras otra, es más si podía cambia el tema o lo desviaba disimuladamente. Por eso aquellas dos semanas le habían parecido el paraíso las disfrutaba segundo a segundo, por eso las cuatro horas de compras lo le hacían mella mientras la viese feliz, sabía que había sufrido demasiado y por fin parecía haber superado a su ex.

El autobús daba las ultimas curvas antes de enfilar la recta de llegada a la ciudad, el lo veía desde la ventanilla, desde que divisara al silueta de la ciudad a lo lejos. La duda le asaltaban de nuevo, lo que había descubierto en el pueblo era algo inquietante, demasiado para su cabeza. No había podido dormir bien desde que tuvo aquella charla con su abuelo. Los temores, los miedos que aquello le producían se acrecentaban a medida que se acercaba a su destino. Ya estaba allí pero no quería llegar todavía así que fue el último en abandonar el autobús, desdiciendo por al escalera central fue hacia los maleteros, recogió su maleta pesaba, siempre lo hacia esta vez como todas las anteriores su madre se había pasado poniendo cosas. Salía decidido a encontrar rápido un taxi para poder llegar a casa y encerrarse en la habitación a meditar un rato más aquella situación antes de enfrentarse a lo inevitable. Pero entonces la vio, vio su pelo, sus ojos, sus labios y aquella visión le despejo la mente. Ya no había más temores, ni dudas todo se centraba en ella y en las ganas que le entraron de salir corriendo a abrazarla. Pero sabía que aquello no le gustaría habían presenciado una escena así un día en la facultad, donde una chica salía corriendo y chillando de la biblioteca al ver a su novio esperando la fuera. Todos habían reído y comentado aquella situación y Helena repitió unas cuantas veces que aquello era patético. Así que se contuvo y pausadamente llego a su lado dejo la maleta y por fin después de tantos días sus labios se reencontraron.

El sol esparcía sus rayos por la calle eran las primeras semanas de mayo y el agobio de los exámenes se comenzaba oler en el ambiente, pero no esa tarde. Descendió por las calles montado en el bus, poca gente en su interior, preferían disfrutar aquella tarde caminando, en le mp3 sonaban sus canciones favoritas pronto se encontraría con Alba. Momento muy ansiado, pues desde que pasaron la tarde de compras poco se había visto. Tenía ganas de ella la necesitaba y más aun después de esa prolongada ausencia que el ajetreo de la universidad les había impuesto. Todo discurría demasiado bien para lo que solía ser su vida y esa sensación de felicidad le invadió todo el cuerpo y le hizo bajar la guardia, lo que no ayudo demasiado para lo que le esperaba aquella tarde. Se encontró con que ella lo estaba esperando en el lugar convenido y a la hora convenida, algo extraño pues se solía retrasar, el rostro serio y el beso frio y sin pasión que le proporciono le debería haber hecho volver a tener la guardia alta. Pero no sucedió, el dolor más tarde remplazaría aquella felicidad. Tiempo después recordaría aquel viaje en autobús como uno de los momentos más felices de su vida, eso consolaría sus recuerdos de aquella tarde.

Entre aulas, cartas, apuntes, pichorras y cervezas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora