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Helena caminaba alegándose de la facultad después de una jornada agotadora de estudio se encaminaba hacia el lugar donde se encontraría con su novio, llevaba tiempo deseando verlo ya que hacía tiempo que no lo veía, que si el final de las clases, los trabajos, ir al pueblo. Lo veía entre la gente apoyado en la pared esperándola con aire despreocupado, -esta tan guapo- iba pensando mientras se le acercaba, una vez junto a le planto un beso que se alargó en el tiempo mas de lo que mucha gente consideraría normal pero que para ellos era u solo segundo. Después de aquello Álvaro la llevo a dar un paseo por las calles de la ciudad hasta llegar al lugar donde cenarían. Cuando después de aquella velada tan maravillosa la dejo en casa se sentía en una nube y no dejaba pensar por qué lo había dejado la primera vez que habían estado juntos , estaba claro que la quería a ella y que lo de que estuviera engañado a su novia era lago circunstancial, algo que jamás volvería a hacer.

Los días en la biblioteca se sucedían María ella y Javi se dedicaban a estudiar y a pasar lo mejor que podían los exámenes. Solo esperaban con impaciencia el fin de estos y el viaje a Madrid que se había organizado desde la universidad a las conferencias sobre el "Existencialismo Empresarial Económico", eran lo de menos aquellas charlas, lo importante era lo que podrían divertirse y quitarse el estrés acumulado en aquel viaje. Aquel día en la biblioteca mientras estudiaban totalmente concentrados se sentaron en su mesa dos chicas que alguna vez habían visto por clase, una morena y una pelirroja. Desde que se sentaron no paraban de hablar y hablar sobre el mismo viaje que ellos se disponían a hacer, no dejaban concentrarse a nadie y las miradas inquisitivas que María les dirigía parecían no surtir efecto, en el momento en el que la conversación subía el volumen Helena chisto de tal manera que toda la biblioteca se dio por aludido y por unos segundos el absoluto silencio reino en la sala.

Izaskun y Clara miraban al grupito del que provenía aquel sonido que las había mandado callar, que se creerían pero cuando se disponían seguir la conversación la que lleno el pelo más largo les dijo:

- Ya vale no podíais parar un poquito ¿no?- dijo Helena enfadada.

Esto las hizo mirarse y esforzarse porque no se les escapara la sonrisa, recogieron lo poco que habían sacado de las carpetas y se fueron a tomar algo y a seguir cotilleando de quien iría al viaje y de quien iría, sabían que el chico ese tan guapo que les gustaba iría y sabían de buena tinta por otra compañera que no tenia novia, así que seguían planeando como camelarlo porque Freddy, que así se llamaba el chico, no era de los que se dejara ver demasiado fuera de la facultad ya que llevaban un año detrás de él y apenas se lo habían encontrado un par de veces por el casco. Aquel viaje se les presentaba como la escusa perfecta. En estos cotilleos estaban cuando lo vieron salir de la facultad acompañado de otros dos chicos, Ross, Rachel y Eva. Al pasar pero su lado Eva se paró a saludar a sus dos compañeras:

- ¿Qué tal chicas que hacéis aquí no tendríais que estar estudiando un poquico?- pregunto alegremente Eva.

- Eh... no que aquí se está mejor- dijeron las dos sin dejar de apartar la mirada de Freddy y de cada uno de los movimientos que hacía, hasta que este se monto en su bici y desapareció por la puerta. Eva que observo toda la situación comento.

- Vaya par de idiotas, ¿por qué coño no le habéis dicho nada en todo el año?- y con esa discusión se quedaron un buen rato.

Artigas caminaba enfurruñado con la bolsa de deporte llena hasta los topes al hombro. Seguía enfadado después de tanto joder con el maldito viaje sus amigos le habían dejado tirado, después de que pagara el viaje llego a casa y se encontró con que nadie iba a ir, intento recuperar su dinero pero le dijeron que la devolución era imposible. Así que resignado y solo se tuvo que conformar, por lo menos aquellas charlas le darían la mitad de los créditos de libre elección que tenía que hacer en la carrera, que se dieran tantos no era lo más normal, pero aquellas charlas parecían algo muy importante. Mientras se acercaba al paraninfo la acera era demasiado estrecha y una pareja le impedía el paso, no había cosa que más le jodiese que aquello así que tuvo que abandonar la acera y pasar rozando a la chica, pero para evitar que lo atropellaran le propino un leve empujón.

Entre aulas, cartas, apuntes, pichorras y cervezas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora