Capítulo 24: "Los Polos"

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 Primero me montaba en una gota, no sé exactamente si era de agua... por dentro era vacía, ni siquiera existía aire. El viento nos sopló a ambas y recorrimos los hilos del cielo, defendiendo nuestro pulso; ésta tenía un pulso atontado e impredecible, el mío aumentaba con el tiempo dibujándose. En ningún momento pensamos en alguien más que nosotras, hasta que miramos al rededor, hasta que lo ajeno se nos hizo algo interesante. Ahora se siente bien mirar a otro sitio, estaba aburriéndome de mirarme a mí misma, de conocer mi vida, deducir que sucederá mañana con ella... qué no sucederá y especular, especular y especular, lo único que sabemos hacer los humanos.

Descubrí, no sola sino con aquella gota, cuán insignificante es mi vida entre todas, pero a la vez es valiosa sino no tendría lugar alguno en el destino.


 Hay una duda que aún no despejé, pues si, sigo en Siria. Han muerto ocho personas de las que conocí y no me animo a recibir a la muerte como el pan del día. Desde que ella quiso ser nuestra amiga, he hablado más, con desesperación, aturdida, ablandándome ante el más real infierno. No hablo del infierno que quema tus pulmones, que te aprisiona y vuelve esclavo, la única esclavitud es la de seguir viviendo, si esto es vivir. Este infierno no es de colores, no imaginen mucho... sólo limiten su sentir, así de horrible es. Si tienes un segundo donde el amor quiere abanicarte, disfrútalo... pasarán siglos para que otra sensación así regrese. Comienzas a perder emociones, comienzas a caminar por rutina, comienzas a dejar rastros de sal en tu rostro, que no harán ningún cambio, la fe pasó a segundo o sexto plano... no eres bienvenido con tu positivismo, ¿a quién le importa tu esplendor de felicidad? Aquí no podrás hacer mucho con eso, nos han arrebatado el aliento.

 Exigí fuerza a mis gemelos para correr por ese trozo de harina de trigo. Llegué, pero una granada me aturdió.

 No sé hace cuánto tiempo estoy tendida sobre la tierra, quizás creyeron que he muerto. Varios insectos cubrían mi pierna empapada con generosa sangre. Espanté a todos con una mano y a la otra le escupí saliva, la que apenas fabriqué, paso seguido froté la herida y sujeté el pan entre mi cadera y la tela, y me alejé rengueando de allí.

 Llegué hasta el muro que hace días me protegió del violento viento del norte. Allí estaba un niño, me acerqué a él, lo abracé y le extendí el pan. Con furia lo masticaba, yo tranquilizaba sus hombros, y dejó un pequeño trozo para mi, acepté y comí.

 En la tarde caminábamos escondiéndonos en cada sombra. Así llegamos a un edificio bastante maltratado, como todo aquí, pero seguía de pie. Ya no corríamos miedo por nada, pero el bebé apretaba mi mano cada vez que un escalofrío lo visitaba.

 Habían unas quince personas como mucho, sirviéndose comida, suspiré. Nos recibieron y nos alimentaron. Pude dormir, pude alimentarme, pude ver al bebé relacionarse con dos niños. El canto de una nena atrajo mi atención; a través de esta baja esperanza de vida, a pesar de esta angustia que sólo crece, a pesar de esta horrorosa historia que temerían escribir, a pesar de la poesía rota dentro de nuestros corazones y a pesar de las grietas que la atmósfera trazaba... ella iluminaba con su brillo, con su tono, con su cuerpo... a cada uno de nosotros, a cada silencio dictado en el mundo. Jamás olvidaría este momento.

 En la noche, cuando lo hemisferio frívolo se marchaba y recuperaba memoria de emoción, pensaba en Clara, pensaba en Harry.

Aún así, cuando todo parece muy oscuro e inalcanzable, todos en este lugar tenían la meta de sobrevivir, llegando a Europa. Muchas personas se abrían a recibir a los sobrevivientes. Ya no es tierra valiosa, ya la muerte recorre los escombros y el recuerdo en los días nos llevaría al pasado, a la calcinante infelicidad.

POSSESSION (Harry Styles)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora