Capítulo 5.

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Emery

     —¡Porfavoor! —me ruega Emely por quinta vez desde que llegamos a casa.

     No tengo ni la menor gana de ir a ninguna fiesta, sobre todo teniendo en cuenta que mañana empiezo el instituto. Emely me asegura de que la pasaremos genial y no para de insistir.

     —¡Esta bien! —Accedo al fin.

     —Genial —dice Emely con una sonrisa de superioridad. —Iré a alistarme, tómate tu tiempo para ordenar este desastre y arreglarte.

     Asiento y llevo mi equipaje a mi habitación.
     Me encanta mi nueva casa, es de un tamaño acogedor y perfecto para nosotras dos.

     Acomodo mi ropa en los cajones de la cómoda y empiezo a buscar algo decente que ponerme.
     Al final me decido por un vestido blanco con mangas, que me llega hasta la mitad del muslo, amo este vestido, mi madre me lo compró cuando cumplí los 15 años. Me sorprende que aún me quede, decido no llevar tacos altos, estoy segura de que será una noche larga y no quiero cansarme tanto, así que me pongo mis bailarinas blancas. Luego me cepillo los dientes y me lavó la cara. Me recojo el cabello en una colita alta y apenas me maquilló. Cuando me miro al espejo. Estoy...
    ¿Linda? no lo se, me siento... adulta.
    Ahogó un grito cuando entró en la sala y veo a Emely de frente. Esta preciosa. Lleva un vestido rojo al cuerpo sin tirantes, tacos negros y el cabello rizado, notó que se ha puesto maquillaje... demasiado para mi gusto.

Cuando me ve, me dedica su mejor sonrisa y me regala un cumplido;

     —¡Valla! estas bellísima.

     —Vos tambien —le digo y es muy cierto.

     —Andando—me guiña un ojo y toma las llaves de su coche.

*~*~*

     Salimos del coche y cada vez que miró la enorme casa, me sorprende más. En Buenos Aires las casas de fraternidad suelen ser mucho más pequeñas. Desde afuera se escuchan gritos y música pero el césped de la casa está impecable, y sólo hay alguno que otro adolescente paseando por afuera.

     —¿Nerviosa? — me pregunta Emely con una sonrisa juguetona.

     —Para nada. ¿Porque iba estarlo?

     —No lose, será tu primera fiesta aquí, aunque conociéndote, estoy segura de que no será nada nuevo para ti—se ríe y yo pongo los ojos en blanco.

     Cuando entramos dentro de la casa no puedo evitar que los nervios aparezcan, hay un montón, demasiada gente. La sala está repleta, vasos blancos por todos lados, la música alta y por donde miro veo a gente con poca ropa, adolescentes fumando, gente besándose, bailando o refregándose unos con otros.

     Al rato de haber entrado a esta casa, Emely me conduce hasta un sillón largo, lleno de gente, sin embargo, encontramos un espacio para ambas.
     Apenas me senté y ya sentí el olor a hierba, están fumando, drogándose aquí mismo en este sofá, odio a esa clase de gente, esa que se destruye a sí mismo consumiendo toda clase de porquerías. Las odio en serio.

     —Mierda, vayámonos —le digo a Emely.

     Me sorprendo mucho cuando noto que se está riendo, pero me sorprendo aún más cuando me doy cuenta de que está hablando y riéndose tranquilamente con el chico que tiene el papel verde enrollado en la mano.
     Me estremezco cuando veo que le da una calada y apartó la mirada.

     —Relájate —me responde Emely, sin ni siquiera mirarme.

     —Hola preciosa—me saluda el ser repugnante que estaba riéndose con Emely.

     Hago caso omiso a su comentario y me levantó del sofá, tengo que salir de aquí. Esta gente me da asco, el concepto que tiene Emely de "Diversión" es todo lo opuesto a lo que pensé que sería. Hasta donde recuerdo, ella siempre había sido una chica tranquila. La conozco prácticamente desde toda la vida, siempre fuimos muy unidas, incluso cuando se marchó de Argentina para mudarse aquí. Sabía que había cambiado de actitud, lo que no sabía era que se relacionaba con gente como ese chico. Está claro que luego tendremos que hablar sobre eso.            Tengo que encontrar la manera de regresar a mi casa, vinimos en el coche de Emely y se muy bien que ella aún no querrá irse, mierda, necesito mi coche. Según mi madre, lo traerá Josue, un amigo de mi padre, dentro de dos semanas. Pero es demasiado, supongo que hasta entonces tendré que depender de Emely, porque no pienso tomar el autobús todos los días.
     Aunque ahora creo que no me queda otra opción.

    Camino por esta casa buscando la salida, pero está tan repleto de gente, que hasta me cuesta caminar entre todos. Ni siquiera tengo idea de donde esta la parada de autobuses, pero no me importa, de última tomaré un taxi y lo pagaré cuando llegue a mi casa. Casi sin darme cuenta, ya tengo un vaso blanco en la mano, lleno de un líquido oscuro. No pienso consumir esto.

"Relájate, Emery, es tu primera noche en Madrid"

     Me recuerda mi subconsciente. Decido tomar un trago, si me gusta, tomaré otro, y si no lo dejaré por aquí y listo.

     Resulta ser que este líquido oscuro es Vodka ¿Quien carajos sirve vodka en una fiesta de fraternidad? justo cuando me hago mentalmente esa pregunta alguien se tropieza y me hecha no seque en el vestido blanco. Mierda, que hermosa noche estoy teniendo.

     —Lo siento—me responde un chico de ojos celestes.—Disculpa no te he visto.

     —Claro, estabas ocupado derramándose toda esa mierda encima como para verme ¿no?—le espetó con sarcasmo.

     Pero entonces lo miró más fijamente y análiso mejor su rostro. Se me hace muy familiar.

     —Lo lamento —me dice el chico, con una mirada confusa. —¿Te conozco? —me plantea la misma pregunta que yo pensaba hacerle.

     —No que yo sepa.

     —Te vi esta tarde en el aeropuerto, creó —me dice y entonces caigo.

     Él es el chico, el chico que se me quedó mirando. Vaya, de verdad pensé que no volvería a verlo.

     —Que pequeño es el mundo —me dice con una sonrisa. Y de nuevo, dice exactamente lo que yo pensaba decirle.

     —Si —respondo secamente. —¿Sabes donde puedo ir a tomar un autobús?

     —Claro, pero no piensas tomar ahora tu sola el autobús ¿O si?

     —Pues si, no quiero seguir en esta fiesta, mi amiga ya debe estar borracha y no tengo como volver ¿Se te ocurre una mejor idea?

     —Yo te llevo —me dice de inmediato.

     —No, ni siquiera te conozco, podrías secuestrarme o algo—le digo, aunque la verdad es que no me importaría, este chico esta buenisimo.

          Se hecha a reír, y puedo ver que tiene hoyuelos."Este chico debe ser modelo" Digo entre mi.

     —Te aseguró que no quiero secuestrarte —me dice con una sonrisa. —A menos que tu quieras.

     —¿Puedes llevarme? —le preguntó.

     —Si, claro, ahora vuelvo, iré a buscar mis llaves, las deje por aquí en alguna parte. Espérame afuera, mi coche es el primero de la fila de la derecha. Iré enseguida. —Me dice y se marcha.

     Salgo afuera y me dirijo hasta donde me dijo que lo esperara, cuando llegó me recuesto en el capó de un auto negro, que imaginó que será el de el.

     No sé si es buena idea permitir que un completo extraño me lleve a casa, sobre todo teniendo en cuenta que no conozco para nada Madrid. Ni siquiera se el nombre de ese chico pero ¿qué otra opción tengo? Puede que sea más peligroso ir en autobús sola, que ir en coche con él, además parece encantador.
     Después de unos veinte minutos, estoy a punto de volver a dentro, cuando veo que sale por la puerta principal, con unas llaves en su mano.

     —Lamento la tardanza, es que no recordaba donde las deje —me dice, abriendo las puertas del coche.

     Entró sin mediar palabra y me acomodo en el asiento del copiloto. El chico hace lo propio, y se coloca tras el volante.

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