Capítulo 34.

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Emery

     De todas las cosas que me pasaron hoy la más increíble, inesperada, indeseada y trágica que me acaba de pasar es encontrar al mismísimo Dustin Evans en este aeropuerto de mierda.
     Con sus Jeans oscuros ajustados y su camiseta azul también ajustada, formando una postura masculina e irresistible, provocando que mis ojos se nieguen a dejar de mirarlo de pies a cabeza.
     Él por otro lado ni siquiera se ha percatado de mi presencia, parece distraído y ausente mientras mira hacia sus costados.

     Si tan solo mirara hacia delante...

     Mi corazón da un brinco. Un brinco brutal cuando sus ojos se clavan en mí y su rostro se oprime en una mueca de total sorpresa que poco a poco se cambia por una que parece desesperación y... ¿miedo?

     No me permito averiguarlo, en ese preciso momento me levanto de la silla y me encamino casi trotando hacia el pasillo posterior del aeropuerto, avanzando en dirección opuesta a la que se encuentra Dustin. No tengo idea de donde me dirijo y no me importa, ahora mismo solo quiero alejarme de él, alejarme de su mirada asustada y sorprendida.

     —¡Espera!—escucho que dice a mis espaldas y de inmediato apretó el paso.

     Mi corazón se oprime un poco más al escuchar su voz. Estaba esperando y deseando que sea solo una alucinación, que aquel chico no sea Dustin en realidad pero la forma en la que acaba de dirigirme la palabra, la forma en la que escuche su voz ronca dirigirse hacia mi me confirma que se trata de Dustin Evans en persona, el mismo que hasta solo unas semanas me tenía en las nubes y que ahora me mantiene bajo tierra.

     —¡Emery! —vuelve a llamarme y mis deseos de que el piso me trague aumentan. —¡Espera!

     Yo sigo avanzando, ya no me interesa donde estoy llendo, he pasado por varias zonas del aeropuerto y por la sección de baños, solo quiero encontrar una maldita puerta de salida.
     No escucho que vuelve a llamarme y casi no logro distinguir sus pasos detrás de mí pero no me vuelvo para confirmarlo y sigo caminando de forma rápida hasta que por fin encuentro la puerta trasera del aeropuerto. Las abro con facilidad y me encamino hacia afuera, la salida da hacia una clase de callejón no tan amplio, logró distinguir el lugar y los kioscos al otro lado de la autopista.
     Justo cuando estoy poniendo un pie para cruzar la calle siento que me toman del brazo. Logró adivinar que se trata de Dustin mucho antes de tenerlo cara a cara.

     —No huyas—dice mirándome a los ojos y dándome un apretón en el brazo que aún está sosteniendo.

     —Es lo que tu hiciste —contesto tratando de reprimir las repentinas ganas de llorar. Tenerlo tan cerca me afecta de sobremanera, hace que olvide las razones por la cual estaba tan enfadada con él.

     —No, no lo es —dice. —¿Qué haces aquí? ¿vas a viajar?

     —Y a ti que mierda te importa —contesto bruscamente y entonces me suelto de su agarre y retrocedo unos pasos, poniendo distancia entre nosotros. —Yo soy la que tiene que hacer las preguntas. ¿Donde diablos fuiste?

     —Em, cálmate, lo hablaremos pero no aquí. ¿Podemos ir a tu casa?

     Me quedo fulminado con la mirada varios segundos, tratando de que se ponga incómodo o nervioso, sin embargo él no parece para nada afectado y me mantiene la mirada con la misma intensidad.

     —Me lo vas a decir ahora —exijo. —No vas a volver a pisar mi casa nunca más.

     —Fueron solo dos malditas semanas, Emery.

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