Capítulo 32.

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Emery

     Mi cerebro parece tan confundido como yo en este instante, no creo que este lista para contarle a Dustin la cruel verdad aunque sé que merece saberlo, de otro modo pensará que el problema es él cuando en realidad no es así. Cuando el único problema soy yo.
     Levanto la cabeza y lo miro a los ojos con la mayor intensidad posible, tratando de transmitirle que por favor no me obligue a contárselo, sin embargo, él se queda sumido en el silencio con sus ojos clavados en los míos, algo muy dentro de mi me dice que de verdad necesita saber que el problema no es él... y yo también necesito que lo sepa.

     —Yo... —tomo aire y trato de que mi voz no suene tan débil. —Abusaron de mi... cuando tenía siete años.

     El rostro de Dustin pierde todo el color, sus mejillas palidecen y su boca se abre mínimamente provocando una expresión de sorpresa...
     El miedo se hace presente en mi sistema, el hecho de que no me diga nada solo hace que mis ideas me sigan atormentando.

     "Le das asco." Mis ojos se cristalizan al momento que escucho esa voz tratando de tirarme para abajo, tratando de hundirme hasta el fondo... Y dejarme ahí, al borde del abismo, a punto de caer.

     —¿Quien? —tardó unos segundos en distinguir la voz de Dustin de las voces de mis cabeza. —¿Quien... quien fue?

     Su voz suena fría, calculada, aunque soy capaz de notar la desesperación que se filtra a través de ella.

     —¿Tu padre? ¿quien, Emery?

     —Era amigo de mi padre.

     Dustin suspira y agacha la cabeza mirando sus manos, luego la levanta y clava sus ojos en los míos.

     —¿Entonces... no eres... virgen? —las palabras que salen de su boca suenan débiles.

     Justo cuando estoy abriendo la boca para contestarle estira su brazo en mi dirección y posa sus dedos sobre mi boca, un gesto que me indica que no quiere que hable.

     —No me lo digas —dice sin apartarse. —Lo lamento, mierda, no sabes cuánto lo lamento.

     Yo apartó su mano lentamente y le dedicó una media sonrisa a pesar de mis ojos están al borde de las lágrimas.

     —Dustin —hablo pero él vuelve a interrumpirme, esta vez me tomá de la mano y tira de ella, antes de que pueda siquiera reaccionar me envuelve con sus brazos, uniendonos en un abrazo reconfortante.

     En ese preciso momento me rindo y dejo caer las lágrimas por mis mejillas las cuales resbalan por mi rostro hasta la sudadera de Dustin, su perfume me envuelve por completo y sus brazos haciendo presión en mis caderas me reconfortan más de lo debido.

     —Si lo soy —le susurro al oído.

     —¿Qué? —pregunta desconcertado.

     Sin apartarme ni mirarlo a los ojos comienzo a hablar, aferrándome a la idea de que él no va a ver nada malo en mi luego de esto.

     —Mi madre —tomo aire antes de continuar. —:Mi madre los detuvo a tiempo.

     —¿Eran dos?—su voz suena espantada, casi diría que suena asustado.

     —Mi padre estaba con él pero fue su amigo el que trato de hacerlo. Sé que hay chicas que sufrieron traumas peores, y que de verdad llegaron a ser violadas yo tengo la suerte de decir que eso no llego a pasarme a mi.

     Dustin respira como si hubiera estado sosteniendo la respiración mientras yo hablaba, entierra su rostro en mi cabello y yo hago lo mismo en su cuello, dejando que mis labios se posen en su nuca sin ninguna intención de besarlo.

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