Capítulo 43.

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Dustin

     Hoy ha sido una buena mañana, comencé el día corriendo dos kilómetros y medios solo dando vueltas por el parque, lo hice una y otra vez hasta terminar completamente agitado.
     Ayer por la tarde justo después de que Emery me dejara en mi casa comencé a empacar las pocas cosas que había traído a la casa de Erick y volví a mi casa original la que comparto con Jackson.
     No estaba seguro de volver allí, las cosas con Jack aún están tensas, incómodas pero lo cierto es que no aguantaba un segundo más en casa de Erick, no lo culpo por tener todo desordenado y sucio después de todo él es soltero y casi nunca está en casa pero ya se volvía insoportable, ya no resistía convivir en un ambiente tan descuidadamente asqueroso.

     —¿Cómo estas pequeña? —le preguntó a mi hermana menor a través de la llamada.

     —Te extraño —me contesta y se oye demasiado triste.

     —Ya iré a buscarte y saldremos a pasear, lo prometo cariño.

     —¿Mamá vendrá con nosotros? —su pregunta es de lo más inocente.

     Escucho como aparta el auricular por un momento, y se oyen sonidos lejanos, como si acabara de tapar el micrófono del celular, quizás para hablar con mi madre sin que yo las escuche.

     —¿Annie?

     —Olvídalo —responde segundos después. —Mamá dijo que no es necesario que nos acompañe.

     Suelto un suspiro y entonces digo:

     —No tengo problema en que nos acompañe, quizás vaya a buscarlas en esta semana.

     —¡Genial! —su voz suena entusiasma y feliz, sonrió al imaginarla contenta y emocionada. Me tranquiliza el corazón.

     —Luego hablamos cariño. Te quiero.

     —Te quiero, chau —se despide y cuelga la llamada.

     Dejo mi celular en la mesa de la cocina y sacó una botella de agua de la heladera y un paquete de galletas saladas de la alacena, acto seguido me tiró en el sillón de la sala y prendo la televisión.
     Jackson salió hoy a primera hora de la mañana, no le pregunte adonde iba y él tampoco me lo contó a pensas si nos dijimos "buenos días" en cuanto nos encontramos en la cocina, estoy tratando de ignorar el hecho de que es probable que en un par de días tenga que volver al trabajo.
     Hace una hora que estoy llamando repetidamente a Emery y ella sigue sin responder, en las primeras llamadas saltaba el contestador automáticamente lo que significa que tenía el celular apagado pero en las otras se escuchaban los tonos lo que indica que simplemente estaba ignorando mi llamada.
     Luego de media hora sentado en el sillón sin absolutamente nada que hacer siento como mi celular comienza a vibrar encima de la mesita de centro, lo tomo de inmediato imaginando y esperando que se trate de una llamada de Emery pero no es así. El nombre que aparece en la pantalla es el de Venecia, dudo varios segundos pero finalmente decido ponerle fin a esto y atiendo la llamada.

     —¿Venecia?

     —Dustin... —dice y escucho el ruido de agua corriendo de fondo. —Yo... lamento, lamento molestarte.

     Se escucha rara, agitada, como si acabara de correr mucho o como si... estuviese llorando.

     —¿Estas bien? —le pregunto mientras me acomodo en el sillon.

    —No —responde con un suspiro, entonces parece quebrarse y de repente escucho como solloza.

     —Venecia —digo mientras me pongo de pie. —¿Qué sucede?

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