Prólogo

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—Te extrañaremos muchísimo —me confesó mi amiga Rouge con tristeza en la voz.
Sabía que esta despedida dolería mucho, pero sinceramente no esperé que fuera así. No tenía porqué ser así.

—La escuela no será lo mismo sin ti, Blaze —me comentó Amy, mi mejor amiga. He sido la amiga de Amy desde los 3 años, cuando nuestras madres nos pusieron en el mismo Kínder.

Sip, definitivamente los adioses duelen más que echarse limón en las heridas.

—Ojalá no te pierdas en esa isla tuya —bromeó nuestra amiga Cream, la más pequeña del grupo.

—¡No lo soporto más! Necesito un abrazo grupal con urgencia —nos indicó Rouge y para no tener un reproche de dos horas por su parte, nos dimos un hermoso, incómodo y fuerte abrazo.

Definitivamente no extrañaría los abrazos grupales.

Mamá me llamó para salvarme de otro segundo abrazo, ya teníamos que partir hacia el puerto.

—¡Cuídate! —me dijo Amy mientras yo cerraba la puerta de mi sitio en el auto. Cuando arrancamos, con una pícara sonrisa en el rostro añadió:

—Y DAME EL NÚMERO DE CUALQUIER CHICO GUAPO QUE CONOZCAS ALLÁ.

Le respondí con una sonrisa mientras me despedía con la mano de las posibles mejores amigas que una chica de pelaje color lavanda y morado, con plumas en la cabeza amarradas en una coleta con una liga roja y con un extraño poder anormal, pudiera tener.

Cansada, recordé como había pasado todo esto:

Papá y mamá conversando en el salón acerca del vestido que usaría ella en la boda de una de sus amigas. Y yo, contemplando el fuego en la chimenea, sentada en el suelo.

«Blazy, será mejor que vayas a dormir. Te veo muy cansada —me exhortó mi padre mientras me veía tratando de tocar el fuego.

Por no provocar una pelea, me levanté y me fui a mi cuarto. Cerré los ojos para dormir, ya en mi cama. Sin embargo, no pude hacerlo. La imagen del fuego se repetía automáticamente en mi cabeza, una y otra y otra vez, sin descanso. Cuando el reloj marcaba las cinco de la mañana y el Sol comenzaba a alzarse, el calor de este me acurrucó, y al fin, pude cerrar los ojos.

***

«Último día de escuela —señaló Amy alegremente cuando llegué a mi casillero, ya en la escuela.

Me costó bastante levantarme una hora después de haber conciliado el sueño. Sólo quería volver a casa y recostarme en la cama para dormir en paz.

«Me muero de ganas de ir de viaje. ¿A dónde crees que viajaré ahora? —me preguntó.

«No lo sé —repliqué con pesadez mientras me adentraba en una selva amazónica de libros, papeles, basura, aviones, barcos, edificios y otra manera de entrar a Narnia.

El día transcurrió muy lento. Típico: Estás ansias@ por algo y el mundo se mueve 3 billones más lento.

Hasta que por fin nos tocó la última clase: química.

«¿Lista para recibir las pruebas finales? —Amy estaba muy emocionada. Química siempre había sido su materia favorita desde siempre.

«Bueno, un poco nerviosa.

Nos entregaron las pruebas. Obtuve un perfecto 90/100 y nos pusimos a repasar las reacciones de diferentes cuerpos con el calor... y sí. Era con fuego.

Ahí fue cuando todo se puso de cabeza.

Me acerqué a las flamas lo más que pude sin quemarme y luego, lo toqué. Me pareció raro, pero no me quemaba ni nada por el estilo. Después, todo pasó muy rápido: Amy me llamó por detrás mío, por no dejar que viera lo que podía hacer e hiciera un escándalo, saqué la mano rápidamente, y la miré.

No me fijé cómo la había sacado y la base cayó al suelo. Fue allí cuando todo comenzó a quemarse. Yo traté de controlar las llamas. No obstante, en realidad provoqué más. Mientras corría desesperada para encontrar un extintor mis pasos dejaban marcas de cenizas, que segundos más tarde se incendiaban. Después llegaron los bomberos y calmaron todo el asunto. Luego el Director Harries buscó un culpable. Todos me señalaron a mí y yo quedé expulsada del resto de escuela que quedaba, aunque todo hubiese sido un accidente.
Le conté a mis padres lo que pasó y comenzaron a buscar escuelas especiales para personas como yo: con ciertos "poderes" especiales. Y cómo dicen, quién busca, encuentra. Ellos encontraron una, ubicada en una isla solitaria: Pinewood School.

Love School: Aprendiendo a amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora