Mátate y yo... no sé

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Silver's Mini-POV:

—Y es así como se reconciliaron de nuevo —terminó Blaze.
A pesar de que traté de dejar el tema por el bien mío y el de ella, nos era imposible. Siempre regresábamos al mismo sitio.
—Tu vida parece una novela mexicana.
—Sí, a veces parece ser así.
Caminábamos en la inmensidad de la noche en completo silencio. Nuestras pisadas hablaban entre ellas. No era incómodo, más bien, relajante.
De pronto, escuché unas tiritonas cerca mío. Caí en la cuenta de lo frío del ambiente.
—Ten —le di el saco de mi terno—. No es mucho, pero es mejor que nada.
—Gracias. Es muy caliente.
Seguimos caminando hasta su habitación. La dejé allí sin problema alguno. Continué caminando hasta llegar a la mía.
—Hola, chicos —saludé a Sonic, a Tails y a Shadow aunque ninguno de estos me escuchó.
Me senté en uno de los sillones más cercanos y comencé a ver cómo jugaban Tails y Shadow. Shadow iba ganando.
Entonces caí en la cuenta levemente de lo que Tails le había dicho a Cosmo: que no iba a abandonarla en toda la noche. Y ahí estaba él, en mi pieza, al lado de Shadow.
«¿Qué diablos?»
Me acomodé e hice un repaso de los sucesos de esa noche. No pude evitar pensar en nuestra loca conversación. Ser francos acerca de los malos episodios de nuestra vida fue... no sé... muy raro. Fue entonces cuando empecé a dudar de la veracidad de lo que Blaze me había dicho.
Me sentía diferente en algún aspecto. No sabía si era por haberle mostrado a Blaze un lugar tan especial como aquel o por haber confesado todo eso.
—Vamos a dar una vuelta —anunció Shadow mirándonos a Sonic y a mí—. ¿Alguien nos acompaña?
Ninguno de los dos habló.
—En serio, ¿por qué el mundo está tan raro hoy? Cosmo se enojó con Tails por nada, Sonic está encerrado en su caja de nada junto con Silver. ¿QUÉ SUCEDE?
—Cálmate, Shad —repuso Tails mientras salía del cuarto—. Será mejor irnos.
—Tienes razón. Bueno, adiós —canturreó él cerrando la puerta.
Posterior a un rato de silencio, Sonic también decidió irse. A pesar de que insistí en saber a dónde iba y con quiénes estaría, él se negó a responder.
Luego de que se fuera, mi mente comenzó a divagar. No tenía muy claro qué sucedía conmigo. No podía entender porqué consideraba que me hubiera contado todo eso como algo que marcará un antes y un después en nuestra relación. Consideraba mi ingenuidad, estupidez.
No sé cuánto tiempo pasé de esta manera, ya que lo único que interrumpió mi ensimismamiento fue un toque de la puerta.
Pensando que era Shadow, y que tocaba porque había olvidado sus llaves, lo hice esperar un largo rato. Tocaba una y otra y otra vez. Insistió tanto que no pude más de la risa y le abrí.
—Hola, Sha...
«Mátate» me aconsejó mi subconsciente.
No era Shadow, era Blaze.
—¿Qué estuviste haciendo ahí dentro que no me respondías?
—Lo siento, Blaze. Pensaba que eras... —reaccioné y entendí lo estúpido que sonaba—. De cualquier forma, ¿qué sucede?
Me mostró el saco que le había prestado.
«¿No lo tenía?»
—Oh, ya veo.
—No me lo pediste, así que vengo a entregártelo.
—Gracias. ¿No quieres pasar?
—No, así está bien.
Me sonrió y se despidió con la mano. Le sonreí de vuelta y cerré la puerta tras de mí.
Entonces, toqué el saco de una forma extraña, como si por arte de magia, se hubiera vuelto más especial. Lo agarré y lo llevé al armario. Justo cuando iba a guardarlo, me topé con algo duro. Metí la mano en el bolsillo y lo saqué.
Era un collar de conchitas color piel y adornos dorados. Parecía celosamente guardado.
Lo agarré entre mis manos y comencé a debatir en la batalla psicológica de mi vida: Si me lo quedaba o se lo devolvía.

Amy's Mini-POV:

«Una vida sin aventuras puede describirse con una sola palabra: muerte» leí en un libro que me presté de la biblioteca de mi escuela.
Sonó mi celular por enésima vez y presioné el botón rojo con un teléfono en posición horizontal.
Era Sonic otra vez.
Lamentaba que mi celular no tuviera algún software de acoso o para bloquear cierto tipo de llamadas. Si lo hubiera tenido, tengan por seguro de que lo hubiera bloqueado hace mucho tiempo. ¡Ni siquiera sabía quién le había dado mi número!
El tono exclusivo de Rouge se hizo escuchar. Contesté al instante.
—¿Hola, Amy?
—¿Qué sucede?
—Tengo que mostrarte esto.
—¿Qué es eso?
—Es una sorpresa.
—¿Qué tipo de sorpresa?
—Una sorpresa sorpresiva.
«¡Qué gran explicación!»
—¿Vienes? ¡Tienes que venir!
—De acuerdo. Iré mañana en la mañana.
—¿Me lo prometes?
«Oh, mecachis.»
—Sí, lo prometo.
Grave error.

***

Luego de una hermosa ducha y desayunar con mi papá, le pedí permiso para salir y encontrarnos en donde habíamos quedado la anterior noche.
Me hallé perdida entre calles y demás. Al final, pude hallar el parque que me indicó Rouge.
—Necesitarás esto —me dijo poniéndome una pañoleta en los ojos.
—Ammm... no creo que sea una buena...
—¡PERFECTO! Es hora de irnos. Ten mi mano.
Comenzamos a caminar colinas, atravesar lagunas y demás. No tenía los ojos disponibles, es cierto, pero mis oídos seguían funcionando muy bien.
—¿R-Rouge? ¿Dónde estás? —interrogué tanteando su mano en la inmensidad celeste que era lo único que veían mis ojos.
—Aquí estoy, corazón —respondió, pasándome su mano—. Necesitaba acomodarme la bota derecha.
Asentí lentamente. Seguimos caminando. Paramos unos minutos después en una zona muy tranquila.
Entonces, me quitaron el paño. Lo primero que vi fue una luz cegadora, luego, unos ojos esmeralda y una sonrisa radiante.
«Pero, ¿qué?»
—Hola, Ames.
—¿Y Rouge? ¿Dónde está Rouge? ¿Por qué estoy aquí? ¿Qué quieres de mí?
—Tranquila. Te responderé a su tiempo.
—¿Podrías hacerlo ahora, chico azul?
—Me llamo Sonic, Sonic The Hedgehog.
—Ya veo. Soy...
—Ya sé quién eres, Amy Rose.
—¿Cómo sabes mi nombre?
—Sé muchas cosas. Tiene ventajas ser yo.
«Un momento.»
—Tú eres el chico raro que corría súper rápido y con derechos de autor, ¿cierto?
—Ese soy yo —repuso riendo un poco.
—¿Ahora sí puedo saber el porqué estoy aquí?
—Para que vieras la vista. ¿No es bellísima?
—Sí. Lo es. ¿Ya me puedo ir?
—¿Tan pronto? Falta mucho para que termine.
—¿Como cuánto, más o menos? Sólo le pedí permiso a mi papá hasta las once —le informé mirando la hora. Eran las nueve y media.
—Entonces será mejor aprovechar el tiempo. ¿Qué quieres hacer? ¿Comer helado, jugar a las atrapadas? Amo jugar a las atrapadas.
—¿Por qué será, rata azul?
Rio. Aunque pareciera interesada en lo que estaba ocurriendo, la verdad es que no lo estaba. Me valía. Sólo quería que terminará pronto.
«Rouge, acabas de cavar tu tumba.»
Él fue muy lindo conmigo. A pesar de esto, aún así me sentía incómoda con él a mi lado.
Eran las diez con cincuenta. Sonic me invitó a sentarme cerca de una lagunilla en el inmenso parque.
—Ames, yo...
—¿Ames?
—No lo sé. Sólo se me ocurrió.
—¿Qué sucede? —repliqué luego de soltar una pequeña risa.
—Quiera saber si...
«Por favor, no.»
—Si podrías darme una oportunidad —terminó—. Será divertido.
—¿Te refieres a... ? —traté de hacerla larga.
—Sí. Tú y yo, ¡juntos!
—Yo... no sé.
—Ames, no me juzgues por cómo luzco. Soy mejor persona de lo que parezco.
—Podría ser una amiga tuya. Nada más. Tú, aunque creas que me conoces, no lo haces. Soy mucho más que sólo risas y ya. Soy mucho más que una linda sonrisa y un chiste malo.
—Eso lo sé, Ames. Lo sé porque yo también soy así.
«¿Por qué me castigas, señor Jesús?»
—Escucha, Sonic. No pienso que estemos listos para iniciar una historia juntos. Es decir, ¡nos conocimos hace tres días! Primero hay que ser amigos y luego...
—¿De qué me sirve ser tu amigo sabiendo lo que sabes? Me harás sufrir, lo sabes, ¿no? No podré dormir sabiendo que hay alguien contigo, y que ese no soy yo. No quiero tu amistad, Amy Rose. Quiero tu corazón.
—Entonces, veo que no tenemos ya nada que hablar.
Me levanté y corrí lejos. Me preparé para una siguiente confrontación que nunca llegó. Sentí su pesada mirada sobre mí mientras salía del parque hacia una estación de autobús.
No podía creerlo. Había rechazado a un chico a lo grande. Y es que él era tan egoísta que no se ponía en mi lugar. ¡Yo no lo conocía! Sólo sabía que de una u otra forma tenía derechos de autor y que corría como diablo, nada más.
Pensaba en esto ya en el autobús. Felizmente, había uno saliendo para la estación más cerca a mi casa. Me sentía una horrible persona, y trataba de consolarme a mí misma echándole la culpa a Sonic.
«Tienes algo más dentro, algo que ni Blaze conoce. Ten cuidado con eso, porque el día en que explote, ni Dios podrá salvarte.»
Podría sonar exagerado, pero eso fue justo lo que pasó.

Love School: Aprendiendo a amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora