La salida al parque

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Silver's POV:

Shadow y yo moríamos de risa con las cosas que nos narraban Sonic y Tails, al día siguiente en la mañana antes del desayuno.
      —¡Y luego me echó esto! —prosiguió Sonic, mostrándonos unos restos de caramelo que no salieron con las cuarenta duchas que se había dado.
      —Aún no entiendo cómo es que su propia novia le pudo hacer una broma así —comentó Tails.
      —Les dije que había algo malo en esa fiesta —tercié, divertido.
      —Después, siguió Blaze. La mancharon toda con chocolate rancio.
      Mi sonrisa se borró de inmediato.
      —¿Qué dices? ¡Pero si Blaze no estaba!
      —Acudió luego de que la botaran. Se quedó, pero oculta. Me lo contó todo.
      —¡Lo hice para protegerla de eso mismo!
      —Pero no tienes derecho a...
      —¡¿QUIEREN CALLARSE AMBOS?! —Shadow se levantó de su cama, en la que se había sentado para escuchar la interesante historia—. Sonic, Silver sólo hizo lo que creía que estaba bien, como tú también hiciste al obligarnos a ir. Todos buscamos hacer lo correcto, pero cada uno a su manera. Paren ya.
      —Tengo que irme —repliqué luego de un rato en incómodo silencio.
      —Hasta luego —Tails fue el único que se despidió de mí. Busqué mis llaves y me despedí de él con la mano.
      Comencé a caminar de un lado a otro, sin rumbo fijo. Aunque no quisiera admitirlo, necesitaba a Blaze conmigo. Necesitaba sus comentarios graciosos y un abrazo suyo. Era lo único que pedía.
      Sin percatarme, caminaba por la zona Princeton buscando la pieza de Sonic.
      «Dijo que su habitación estaba en frente de la de Sonic, así que si llego a su cuarto, encontraré el de Blaze cerca.»
      Debo admitir que me sentía un verdadero acosador. Fue entonces cuando me di cuenta de lo importante que se había vuelto ella para mí. Incómodo por mis propios pensamientos, sacudí la cabeza unas cuantas veces para intentar borrar esas locuras de mi cabeza.
      No funcionó.
      Traté de disiparlos al ver la habitación de Sonic y la de Blaze justo delante. Era curioso, porque ambas parecían pequeñas casitas de un solo piso.
      Llamé a la puerta de Blaze. Nadie contestó.
      Llamé de nuevo. Esta vez escuché unos tímidos pasos acercarse a la puerta.
      —¿Blaze, te encuentras bien? —pregunté viendo a través del ojo mágico de su pórtico.
      La puerta se abrió suavemente y una iris avellana salió por entre el pequeño espacio.
     —¿Silver, q-qué haces aquí?
      —Vengo a ver cómo estás.
      —No muy bien —confesó quitando la pequeña cadenita de la entrada—. Pasa.
      Entré en la pequeña estancia. Era hermosa, aunque un poco desordenada. Habían virutas de chocolate y caramelo seco por todo el piso.
      —Siento el desorden. Si hubieras avisado, ten por seguro de que no estaría así.
      —¿Por qué fuiste de nuevo? Se suponía de que habíamos quedado en un trato.
      —Lo sé, pero no creí que lo que decías pudiese ser cierto. Consideraba a Sally como una amiga.
      Nos quedamos un rato callados. Ella intentaba sacarse caramelo del brazo. Entonces, vi su estantería. No pude evitar recordar la larga conversación en la que consolidamos nuestra amistad y leí los títulos de los libros.
      —¿"Aventuras en el limbo"?
      —¿Ah?
      —No sabía que también te agradaba Queddart —comenté con un dedo en el libro—. ¿Puedo tomarlo un rato?
      —Por supuesto. Puedes sentarte en mi cama a leer, si quieres.
      —Gracias.
      Pasado un largo tiempo en silencio, escuché un suspiro de frustración.
      —¿Todo bien?
      —No. No lograré quitar todo esto antes del desayuno.
      —Puedo ayudarte con eso.
      —¿Qué?
      —Que puedo ayudarte —dejé el libro en la cama, con mi dedo medio como separador—. Puedo traerte algo de comer para que no tengas que salir así.
      —¿Harías eso por mí?
      —Claro. Eres mi amiga, Blaze.
      —¡Genial! ¡Gracias, Silv! —exclamó emocionada, dándome un abrazo.
      «Abrazo, check.» mi estúpido subconsciente halló la forma de arruinar el momento cliché.
      —Bueno, será mejor que me vaya. El desayuno debe haber empezado —dije cuando nos separamos.
      —De acuerdo, aquí te espero.
      —¿Podría llevarme el libro?
      —Sí, siempre y cuando no lo malogres.
      Quién diría de que ese libro marcaría una etapa en mi vida.
      Comía feliz, escogiendo para Blaze la comida que más nos gustaba. Le llevé un poco de leche y jugo de naranja en caja, waffles y mini muffins con chispitas de chocolate.
      No tuve mucho tiempo para conversar con los chicos, ya que tenía que llevarle la comida a Blaze. Nadie, excepto Shadow, naturalmente, sabían porqué me apresuraba tanto en comer y huir.
      —Déjenlo en paz. Está apurado —trataba de calmarlos de esta manera. Sí, Shadow era un gran amigo.
      Fui por detrás de la cocina, por donde encuentras las mayores inmundicias en la tierra.
      —¡Cómo huele por a... ! —no pude terminar. Había visto algo con lo que podríamos vengar a Sonic, a Tails, a Blaze y a todos los demás.
      «Maligno Mode: On»

***
—¡Qué cosas dices, Silver! —dijo ella metiéndose un trozo de waffles con jarabe de arce en la boca.
      —¿En serio no quieres hacerle lo mismo a Sally? Recuerda que yo te puedo ayudar —canturreé. Ella rodó los ojos.
      —No es necesario, Silver. El karma hará lo... —no pudo terminar. Había descubierto una enorme mancha de chocolate en su rostro.
       —¿Ahora sí?
       —Ahora sí. ¡VA A ARREPENTIRSE!
      «Perfecto.»

***

—¿Todas han tomado su posición? —cuestioné a través del teléfono. Blaze no era la única en la línea.
      —¡SÍ! —todas estaban muy animadas.
      Nunca podría olvidar lo cliché que nos habíamos vuelto desde esa mañana.
      Blaze había llamado a sus amigas para que fueran con urgencia con el asunto reservado. Nos presentamos en el puerto y fuimos a la habitación de Blaze. Allí fue la presentación del plan. Luego, una oleada cliché se vino encima nuestro.
      «¡Vamos, chicas! —todas pusieron sus manos al centro del círculo que habíamos formado sin querer.
      «Errr... Silver, tú también —musitó Blaze al notar el descontento de sus amigas.
      Puse mi mano sin interés alguno y la supuesta Cream tomó la iniciativa.
      «A la cuenta de tres todos gritan "¡Venganza!", ¿de acuerdo?
      Todas las demás asintieron. Yo sólo deseaba dejar a un lado los clichés.
      «Uno... dos... ¡TRES!
      «¡VENGANZA! —gritamos. Ellas estallaron en risas.
      «Declaro el plan en marcha —le susurré a Blaze y salí de inmediato de la habitación.
      Volvamos a lo nuestro.
      —¿Y tú, estás en tu posición? —intervino Blaze.
      —Sí, esperando a por ustedes. Luego de que llame a su puerta no podrán hablarme. ¿Todas están bien?
      —Yo no —escuché a la tal Rouge hablar—. Aquí apesta.
      —Adiós —fue lo último que atiné a decir antes de cortar. Sally había chillado pidiendo un momento para responder la puerta.
      —Hola, Silv —saludó ella. El olor nauseabundo del lugar me hizo dar arcadas que logré contener—. ¿Qué te trae por aquí?
      —Quisiera que fuéramos a dar un paseo por el parque. Tú sabes, para hablar sobre lo de ayer.
      —Oh, ya veo. Espérame un rato. Me alistaré e iré contigo.
      Después de un largo rato esperando, Sally salió muy emocionada.
      «Ardilla va a la ratonera.» leí mentalmente lo que había escrito en el mensaje de texto que iba a enviarle a Blaze.
      Caminamos una larga trayectoria hablando sobre lo poco que teníamos en común. La triste verdad es que nunca entendería cómo es que Sonic había podido hacernos caso y juntarse con alguien como ella.
      De cualquier forma, llegamos al dichoso parque. Y sin demora comencé a rebuscar en mi cerebro las líneas que eran la señal para las chicas para lanzar la trampa.
      —¡Sally, mira! —señalé a la nada—. ¡Qué hermoso pájaro!
      —¿Dónde? —se acercó a donde señalaba, justo donde debía estar.
      —¡Ese de allá! —intenté dsimular.
      No pudo responder. Las sobras del día anterior cayeron en ella sin piedad. Me miró trastornada y con una pizca de decepción en la mirada, pero de inmediato me lavé las manos. Ella se lo había buscado, a fin de cuentas.
      —¡E-ESPEREREN! ¡¿QUÉ ESTÁN HACIENDO?! —al parecer, la locura había tomado a Blaze y a sus amigas.

Love School: Aprendiendo a amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora