Silver The Hedgehog

668 52 11
                                    

Blaze's POV:

—Oh, estoy tan emocionada por saber quién será mi compañera de cuarto —comentó Mina.

—Bueno —tercié poco interesada mientras trataba de recoger mi equipaje—, a mí no me preocupa. Sé que estaré sola de todos modos.

Había olvidado que era un internado.

«¿Por qué ahora Dios? Why???»

—No digas eso —me aconsejó Cosmo—. Cuando era de nuevo ingreso el año pasado, también quería que me tocara estar sola. Pero me tocó con unas tres chicas más. Moraleja de la historia: Nunca desees estar sola.

«Ay, Dio' mío.»

—Me hiciste recapacitar —bromeé soltando una risita mientras caminábamos hacia dónde sabía yo.

***

—Una pregunta —les anuncié luego de un momento en silencio—, ¿por qué tienen esas bandas en sus brazos?

—Sencillo —replicó Sally—. Separa a los capitanes del resto de gente.

—¿Capitanes?

—Son como policías escolares —terció Cosmo.

—Existen tres niveles de peligrosidad por grado: verde, amarillo y rojo, cada uno indicando el bajo, medio o alto nivel de riesgo de corrupción de los que llevan el poder.

—Oh.

—Y, por lo que veo. Es muy probable que estés en el amarillo, junto conmigo.

Sin darnos cuenta, habíamos llegado al que mi razón rotuló como el comedor. Una hermosa y gran sala con papel tapiz guinda, con animales místicos dibujados en él. Los muebles, pulidos con gran habilidad, estaban hechos con una de las maderas más finas que había tenido la suerte de tocar. La vajilla de plata relucía en las mesas como las estrellas en el inmenso firmamento. Aquella primera vista del comedor me hizo recordar al comedor de una de las tantas historias que había leído, una con magos y varitas, y una gran escuela tallada en piedra.

—Bienvenida al lugar donde vomitarás el resto del año —bromeó Mina a mi derecha.

Siete mesas titánicas puestas de forma horizontal, con manteles divididos en tres secciones con los colores rojo, amarillo y verde. Todas frente a una mesa incluso más grande, con adornos mucho más vistosos en las sillas y las patas de la mesa que las nuestras. Tres candelabros enormes y
rimbombantes estaban colgados de forma ilustrada en el techo de la sala.

—Vomitaré con gusto —repliqué, haciendo que las demás se rieran.

Me senté junto a Sally en la tercera mesa empezando desde la puerta, justo en la división entre el amarillo y el verde, ya que no sabía a que lado pertenecía. Me sentía estúpida sin conocer a nadie, pero creía que ya había encontrado a nuevas compañeras de aventura.

¡Qué tonta fui al creer que algo así sería factible!

Pero de cualquier forma, luego de una tediosa charla acerca del colegio, los estudiantes, capitanes, y bla bla bla, terminamos la cena.

—Las listas de las habitaciones y compañeros de cuarto están en el vestíbulo —enunció la directora Aleena.

«Aquí vamos de nuevo.»

Me condujeron por algunos pasillos enfundados con papel tapiz de muchos colores pastel y me pusieron frente a unas grandes puertas de madera y demasiado pesadas para mi gusto.

Unos chicos júnior nos cerraron las puertas en la cara, sin posibilidades de abrirlas. Extrañamente, no había nadie en los pasillos. Sólo nosotras.

Traté. Traté en vano. Sally y Mina trataron de ayudarme. Al final, Cosmo también lo intentó. Luego de mucho tiempo insistiendo, Sally, Mina y Cosmo se dirigieron al despacho de la directora Aleena a pedir ayuda.

—¿Necesitas una mano? —un extraño chico con aparentes problemas de albinismo me ayudó a empujar las puertas luego de un rato intentando por mi cuenta luego de que se hubieran ido.

Lo único que pude notar en él fue la banda roja en su brazo y sus inmensos ojos avellana. Se parecían mucho a los míos. Sin embargo, no le di mucha importancia a eso en aquel momento.

—Gracias —enuncié, mezclándonos entre la multitud al abrir la puerta de doble hoja.

—No tienes qué agradecerme.

—No, en serio. Me fuiste de mucha ayu... —para el momento en que quise volver a mirarlo, él ya no estaba—... da.
«¿Qué buen chico!» replicó mi subconsciente, irónico, guiándome por entre la gente al tablero con un título muy bonito.

HABITACIONES

Encontré mi nombre en la lista. Un hermoso guión me sacó una duda de encima, haciendo referencia a mi compañera de cuarto. Quise tener a las chicas a mi lado en ese momento para jactarme. No obstante, aunque quería estudiar sola, no salió como esperaba.
«Silver The Hedgehog» leí mentalmente en la hoja.
No sabía quién era, y para ser sincera, tampoco me importaba.

***

—Gracias por no decirnos nada cuando las abriste —Sally estaba un poco molesta.

—No las abrí sola. Alguien me ayudó justo cuando se habían ido.

—¿Así? ¿Quién te ayudó?

«Rayos.»

Love School: Aprendiendo a amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora