Mira quién está atrás

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*****'s Mini-Pov:

—¿VAS A AYUDARME O NO, DEMONIOS? —golpeé con mucha fuerza la pared más cercana que tenía. El imbécil que tenía al teléfono me estaba sacando de quicio.
—No puedo hacerlo, compréndeme... la amo —declaró con descaro.
Traté de calmarme, cosa que era muy difícil en esos instantes. Cada cosa que salía de la boca de aquel estúpido sólo conseguía darme más rabia que la anterior.
—Entonces, ¿pretendes ya no ayudarme?
—Sí, sí quiero... es decir, quiero ayudarte con los regalos y eso... pero, ¿no crees que es cruel hacerle eso?... además, nadie sabrá que es ella porque estaría usando un disfraz. Tu plan no tiene sentido alguno.
Se los dije.
Suspiré en señal de rendición. Esperó pacientemente a que le respondiera.
—No tienes nada bueno que decir, ¿verdad?... adiós. Puedes seguir amándola en paz, sin mí a partir de ahora.
—¡ESPERA! —determinó antes de que pudiera presionar el botón rojo para colgar la llamada.
Sonreí... no pude evitarlo...

Blaze's Pov:

Saqué el brillo labial que me había dado Silver, luego de una ardua lucha en aquel centro comercial, y me lo unté. Me miré al espejo por si tenía alguna arruga en el disfraz y, al comprobar que no había ninguna, cogí mi celular y me dispuse a llamar a Silver. Antes de que pudiera siquiera buscar su nombre en mi lista de contactos, él llamó a mi puerta. Le abrí en seguida.
—¿Estás lista? —me preguntó, quedándose en mitad de la entrada, apoyándose en el marco de la puerta con los brazos cruzados. Asentí y con un rápido movimiento, cogí mi cetro y salí de la habitación. Silver cerró la puerta tras de mí. Mientras caminábamos al Salón de Bailes íbamos hablando.

***

      —¡SÍ! ¡PASAMOS! —anuncié susurrando, muy impresionada de que nuestros esfuerzos no se hubieran ido al agua, como la vez anterior. No había podido ver nunca el Salón de Bailes en su máxima dimensión. Y, sinceramente, estaba muy emocionada.
Él me sonrió de manera dulce y me acompañó hacia unas sillas al lado de la pieza. Contemplamos juntos el escenario que teníamos al frente: Una enorme sala con paredes totalmente blancas y pulcras, con tules de colores cálidos adornando el techo. Aunque suene raro, la habitación en cuestión no tenía ningún adorno típico de Halloween, como arañas gigantes, fantasmas, o telarañas. Aún así, había unos cuantos grupos de chicos y chicas hablando entre ellos, al parecer pasándoselo de maravilla, unas pocas parejas bailando en la pista y muchos chicos y chicas en la mesa rectangular repleta de comida.
La directora entró en la estancia vestida de panda... sí, lo sé. ¿Raro, no? Por detrás iba Sonic y Sally, ambos vestidos como árabes, cosa que, si analizas bien, no tiene sentido. Dijeron que querían disfraces de piratas, así que... bien, eso lo dejo para ustedes. Casi inmediatamente, los dos últimos se mezclaron con la gente, en cambio, la directora se plantó en el centro del lugar, dio un discurso de agradecimiento por la asistencia y la inauguró.
Todo, como siempre, comenzó bien: Tocaron algunas canciones que estaban de moda. Así que Silver me invitó a bailar con él y yo, naturalmente, acepté. Todo seguía normal. Silver y yo, sólo estábamos los dos en el mundo en esas circunstancias. Hasta que llegó Sally, la Pesaa y Sonic, el Raro.
—Silver, debo hablarte de algo. Es urgente —le comunicó Sonic. Silver me miró de reojo, esperando mi aprobación. Le sonreí como respuesta y él asintió, dándole a entender a su amigo que le acompañaría aparte.
Caminaron hacia la salida, lo que me pareció sospechoso. Aún así, Sally y yo nos quedamos mirándonos a los ojos, tratando de anticipar lo que la otra haría después. Entonces, como de seguro ya adivinaron, empezó mi pesadilla.
Creo que lo he dicho tantas veces en esta historia, que ya se está volviendo predecible.
Pero bueno, para darles una pista... Shadow estaba allí. Soy excelente dando pistas, ¿no? La cosa es que lo vi por el rabillo el ojo. Iba disfrazado de El Fantasma de la Ópera. Se me acercó de inmediato luego de voltear a ver qué sucedía y encontrarse con mis ojos. Traté de desviar la vista. No obstante, ya era demasiado tarde.
—Hola —me saludó educadamente con la mano y se sentó a mi lado.
«No, por favor.»
—Hola, Shadow —le saludó la estúpida Sally, pensando que le saludaba a ella.
O quizás le saludó a ella y yo estaba pensando que me estaba saludando a mí. Sea como sea, él, a pesar de eso, le devolvió el saludo con respeto, me cogió de la muñeca y me llevó aparte.
Comenzó a sonar No Money de Galantis. Empecé a ponerme nerviosa de repente. Eso no iba a llegar a nada bueno.
—¿Bailamos? —me preguntó de repente. Todos comenzaron a entrar en la pista. Sabía que si me negaba, me llevaría a rastras de todas maneras.
—Como quieras.
Nos pusimos a bailar. No lo miraba a los ojos directamente. No quería tener contacto con él en absoluto.

***

Terminó la canción y había sobrevivido al probable momento más incómodo de mi vida.
—¿Vamos a tomar algo? —me preguntó cuando pretendía volver a un asiento cualquiera.
—Errr... sí, claro. ¿Por qué no? —repliqué avanzando con él hacia la dirección opuesta.
«¿Porque quizás deseas que se lo trague la tierra en este preciso momento? No sé» me respondió groseramente mi subconsciente.
Ya en la mesa, descubrí que allí tenían desde lo más barato que podías conseguir en la esquina, hasta lo más extravagante...
En serio, ¿quién diablos compra caviar de Kalix para servir en un buffet de baile escolar? Que Dios ilumine las brillantes mentes de personas como la directora Alina.
Pasé de todas las extravagancias y probé un milkshake de fresas a un cantón de la mesa. Shadow me miró dulcemente, casi como Silver, acción que no me gustó para nada. A continuación, me agarró de la mano, así sin más. Traté de soltarme, pero fue en vano. En esas circunstancias, lo único que quería era tirarme en el suelo y rodar, y rodar, y rodar hasta llegar a mi habitación.
—Hey, mira quién está atrás —me susurró lentamente en el oído, como si fuera un secreto muy secreto. A pesar de su intrusión en el campo magnetico de mi espacio personal, opté por ignorar su intromisión y le hice caso, pero me arrepentí al instante de haberlo hecho.
Él estaba allí parado, mirando nuestras manos, incrédulo.

Love School: Aprendiendo a amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora