¡Feliz cumpleaños!

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No me tiren arena, por favor. Primero lean abajo.

Silver's Pov:

—¿A-A dónde vamos? —Blaze me había tapado los ojos con una pañoleta.
      —Todo va a estar bien, Silv. Todo va a estar bien.
      «¡Qué gran mentira!»
      Caminamos por mucho mucho tiempo. Parecieron años. Subimos colinas, bajamos escaleras, atravesamos praderas, recorrimos pasadizos. Una verdadera eternidad. Hasta que llegamos al fin.
      Escuché unos toques de puerta, y un rechino tenebroso muy cliché. Entonces, suavemente, Blaze comenzó a empujarme dentro de la habitación, o cualquier lugar al que condujera la puerta.
      —Ya puedes quitarte la pañoleta —le odebecí y la puerta se cerró por detrás mío. Volteé de inmediato, Blaze me estaba mirando a través de la ventana contigua a la entrada.
      —¡FELIZ CUMPLEAÑOS! —gritó emocionada. Sonreí nervioso y continué mi camino solo.
      —¿Ho-Hola? —me acerqué a una pieza cercana.
      Había una silla mecedora ahí, todavía se movía. Extrañado, seguí caminando.
      —¿Hay alguien por a...? —casi me da un infarto al ver a una mujer atravesar un pasadizo frente a mí.
      —¿Mrs.... Jellet? —me asomé tímidamente.
      La mujer paró súbitamente y volteó a mirarme por detrás del hombro. No sé si sea correcto, pero debo decir que me dio miedo el modo en que me miraba.
      —Sígueme —su voz sonaba ronca, quizá demasiado. Traté de entenderla, ya que hacía mucho tiempo que no usaba sus cuerdas vocales.
      Le obedecí. Caminó de frente y volteó a la derecha. De ahí, paró en la primera puerta de la izquierda. Al abrirla, encontramos una habitación idéntica a la que había visto anteriormente.
      Se sentó en la silla, y empezó a mecerse. Me senté en el suelo, frente a ella. No entendía nada lo que estaba pasando.
      —Tengo que hacerle algunas preguntas —empecé, revolviéndome, ansioso.
      La sonrisa que tenía y no había notado hasta ese momento se desvaneció de pronto.
      —Primero, ¿cómo fue que me encontró?
      —No te encontré, Silver.
      —¿Qué? ¿Quién lo hizo, entonces?
      —Nadie, Silver, nadie.
      «¿Qué?»
      Mi mundo sostenido por débiles palillos se destrozó en segundos. Todo en lo que había creído era sencilla y llanamente una mentira. No podía creerlo. ¿Sería posible que...? No. No lo consideré siquiera una posibilidad. Se estaba desmintiendo todo lo que había tomado por sentado, y me negaba a confiar del todo.
      —¿Qué quiere decir?
      —¿No es obvio, Silver? Yo soy tu madre.
      Sí, sí era posible.
      —Así que si usted es mi madre, ¿quién es mi padre?
      Giró su cabeza al lado derecho, pensativa. Vi sus intenciones de querer hablar de vez en cuando, pero hice caso omiso hasta que al fin escuché que intentaba pronunciar algo.
      —¿Quién es mi padre, Mrs. Jellet? —insistí.
      —Ivan, Ivan Neight.
      Aquel nombre se me hizo tremendamente familiar. Recapitulando quién era, un recuerdo me llegó a la mente.
El nombre completo de Milk es Milk Neight.
      —¿M-Milk... ? —ni siquiera me dejó terminar la oración.
      —Ese maldito... algún día volveremos a cruzarnos, y ese día sentirá mi furia arder en su asqueroso cuerpo.
      —¿Huh? —trataba de unir las piezas en mi cabeza. Y sí, soy retrasado mental, no podía hacerlo.
      Rió de forma tenebrosa y tierna al mismo tiempo.
      —No has cambiado nada, Silver. Sigues siendo el mismo después de tanto tiempo —se acomodó en la silla y continuó balanceándose—. Te contaré un cuento que espero nunca olvides.
      Asentí y me acerqué como si fuera un niño pequeño para oírla mejor.
      —Hace dieciséis años exactos, una chica llamada Joy vivía muy feliz con su familia. Era muy normal, exceptuando que ella tenía una habilidad muy especial: ella podía atravesar paredes. Un día, en su colegio, conoció a un chico muy lindo llamado Ivan. Ivan y Joy se enamoraron al instante y se juraron amor eterno. Luego de dos años, comenzaron a comportarse como adultos y tener un hijo. Sí, así de jóvenes. Los padres de Joy se molestaron mucho con ella, y decidieron expulsarla de la familia, pero no le importó. Siempre y cuando tenga al chico que quiero, pensaba, todo estará bien. Dios no los bendijo con un hijo, sino con dos. Eran mellizos. Uno se llamaba Silver, y la otra, Milk. Ambos parecían padecer de albinismo al igual que yo —no pude evitar sonreír al recordar todas las burlas por mis púas y mi pelaje blanco—. Todo fue bien, hasta que Ivan se dio cuenta de que amaba a la chica equivocada, así que comenzó a alejarse lentamente, hasta que al final, decidió separarse para siempre. Sin embargo, no quería olvidarla del todo, pretendía llevarse un par de recuerdos: sus hijos.
      Tomó aire y lo retuvo por unos segundos. Después, reanudó su relato.
      —Mientras Joy paseaba por la ciudad con la compañía de sus mellizos, Ivan aprovechó un momento de distracción suya para llamar aparte a ambos. Cogió a Milk y a Silver y los condujo a su auto. Mas Joy se dio cuenta de esto, y trató de salvarlos. El único al que pudo rescatar fue a Silver.
      Una lágrima traidora bajó por sus mejillas. La enjugó rápidamente.
      —Debo ir a decirle a Milk —me paré de inmediato.
      —No lo hagas, Silver. Sólo empeorarás las cosas.
      —P-Pero es importante. ¡Es mi hermana y no lo sabe! Por favor, Mrs. ... errr... mamá —se me hizo raro llamar a esa mujer mi madre, no porque fuera ella en concreto, sino porque nunca había imaginado referirme a alguien siquiera como mi madre.
      —Entonces ve, si crees que es vital —me encaminé hacía la puerta—. ¡S-Silver!
      Me volteé dramáticamente y ella se acercó levemente.
      —¿Podría... darte... un abrazo? —extendió los brazos hacia mí.
      Sin darle una respuesta con mi boca, fui y le di el abrazo más fuerte que he dado en mi vida.
      —Ve tranquilo —tomó mi rostro entre sus delicadas manos y me acarició las mejillas con sus pulgares—. Los estaré esperando.
      —¿Quieres que venga con ella, mamá? —aun no podía creer que tenía una madre, como siempre había soñado desde niño.
      —Sí. Quiero verla, quiero tenerla entre mis brazos otra vez.
      —Lo haré, mamá —comencé a acostumbrarme a partir de la tercera vez—. No te preocupes.
      Me dirigí hacia la puerta raudamente mientras oía los adioses de mi madre. Bajé las escaleras más rápido de lo que tardé en darme cuenta de ellas y abrí la puerta de un portazo. Allí estaba Blaze, esperándome.
      —¿Qué tal te fue? —me observaba de forma minuciosa por algún rasgo en mi rostro que le informe de mi estado.
      —¿Sabes dónde está Milk? —pregunté siguiendo mi trayectoria.
      —N-No, pero... —extrañada, comenzó a seguirme—. ¿A-A dónde vas?
      —Tengo que encontrarla ya.

Weno, weno. Ya sé que no cumplí con mi palabra, pero tengo una explicación. El cumpleaños de Silver es el 17 de diciembre, así que traté de hacerlo un poco más real publicando el capítulo de su regalo el mismo día en la vida real. Probablemente no funcione, de cualquier forma, pero ¡HEY!, la intención es lo que cuenta :'v

¡Feliz lectura! ouh, y también feliz Navidad.

Cambio y fuera hasta dentro de dos días :v

Love School: Aprendiendo a amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora