6.Instinto

668 72 5
                                    

—¡Ya déjame en paz!— Taemin sonó alterado.

—¡A mí no me gritas!— Dara se encontraba peor.

—¡No te estoy gritando!— Y todo se volvía un cuento de nunca acabar.

Chaerin puso los ojos en blanco, ¡dios! Esto cada día se ponía peor.

—Chicos, chicos...— Les detuvo a tiempo. —No hay por qué discutir entre nosotros...

—Tienes razón, aquí sólo hay una persona de mal humor que nos hace estar así—. Dara se cruzó de brazos. Y es que, en esa casa tan pequeña, cuando alguien tenía problemas, todos los demás lo resentían por igual. —Hey, Hae, idiota.

Por su parte, Donghae miraba el televisor en la sala. Había estado ajeno a la disputa que se llevó en la cocina, pero claro, todos sabían que era su culpa. Al escucharse nombrado, no hizo más que ponerse de pie y acercarse al lugar en donde su familia le esperaba con ojos roñosos.

—¿Sí?— Era extraño verle actuar tranquilo, probablemente dentro de poco entraría en la etapa de furia extrema, o en su defecto: depresión.

Chaerin le tomó por los hombros y le llevó hasta la puerta, obligándolo a salir.

—Lo siento Hae, pero ya nadie te soporta—. Dijo desde el filo de la puerta. —Será mejor que arregles tus asuntos, y no vuelvas hasta que eso pase, o la casa se caerá de tanto griterío que se traen estos dos—. Señaló a su hijo y a su amante.

—¿Pero de qué estás hablando?— Donghae se alteró.

—Escúchame, pe-ce-ci-to, si vuelves por aquí y todavía no te arreglas con tu novio, ni sueñes que entrarás—. Dara le amenazó. —Mira que creerte el único ser en el mundo capaz de enojarte!

—P-pero...pero...¡Tae!— Pidió socorro, en cambio recibió la mirada de su primo, quien se había cruzado de brazos, negado a ayudarle. —¡Está bien! Iré con Eunhyuk, pero no esperen que las cosas se arreglen...No es así de sencillo.

—¡Pues hazlo sencillo!— Dara gritó antes de cerrar la puerta de un golpe, dejando a su amigo afuera.

                  

-·+·-·+·-·-·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·

                      

Minho se levantó de la cama, sentándose al filo de esta. No, no había podido descansar, seguía dándole vueltas a ese asunto llamado Taemin. Se mordió el labio inferior, mientras recordaba el viernes pasado: Taemin, distraído, esperando por terminar la clase. No le había prestado ni un poco de atención; él esperaba poder salir e ir con esa niña, a quién sabe dónde, una escena que parecía repetirse los últimos viernes pasados.

¡No! Cerró los ojos, si no se conociera, diría que estaba sintiendo celos de una niña. Pero se conocía, y tampoco podía permitir negarse a esa muy posible verdad. Él, Choi Minho, estaba celoso de una niña, que bien podría ser simplemente una amiga de Taemin. Al menos eso deseaba, que Taemin no estuviese involucrado con alguien, que fuera simplemente él, sin ataduras a algo que probablemente sería efímero.

Pero entonces, ¿en realidad qué esperaba de eso? Sí, había pasado varios días preguntándose cuál era la razón por la que se sentía enamorado. Era esa actitud cambiante, que revelaba sus muchas formas de ser, la manera en que sonreía, el interés que le daba a las cosas (y sobre todo a las personas), y para qué mentir, si también se trataba del color de sus ojos. Sonrió, ese bonito par de ojos en realidad le había conquistado desde el primer momento.

Ojos BonitosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora