7.Exposición de Museo

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Editado: 10/01/23

¡Martes de Ojos Bonitos! 
Por si aún no saben cómo está el horario que hice para mis fics, se los dejó en notas finales <3

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Minho alzó el teléfono, eran las tres de la mañana y no podía creer que alguien le estuviera llamando. Se giró en la cama, esperando que dejara de sonar pronto, rindiéndose sin embargo cuando sonó por cuarta vez. Maldición, sí que era insistente. 

—¿Quién...— No terminó la frase para cuando fue interrumpido por quien sabe qué gimoteos que ya conocía bien. —Seo, son las tres de la mañana... ¿No puedes dormir? ¡Dios! Cuenta ovejas, o qué se yo... ¿Tu solución fue llamarme? Estás loca, cariño... ¿A tu casa? ¿Ahora?... Ah~, está bien. Espérame ahí.

Soltó el teléfono descuidadamente, tirándose de nuevo en la cama. ¿Quién dijo que debía tener una mejor amiga? No, ya no podía deslindarse de la obligación de estar ahí para ella, cuando lo necesite. Se frotó los ojos, tratando de prepararse para salir de la cama. 

Se vistió a ciegas, porque se negaba a abrir los ojos (realmente no tenía idea como iba a manejar hasta la casa de Seohyun con lo cansado que se encontraba). Antes de salir decidió comer algo, o pronto empezaría a sentir taquicardia por haberse levantado tan rápido para contestar el teléfono. Condujo con un trozo de pan en la boca, mientras abría en demasía los ojos, para no dormirse. Ni siquiera estaba seguro si llevaba zapatos, o seguía con las pantuflas de su casas. Pero ahí estaba, la casa de su amiga, la inmaculada y ahora odiada casa de su amiga. Hasta ahora se preguntó por qué realmente era que Seohyun no podía dormir.

—Seo...— Dijo con voz aletargada en cuanto ella abrió la puerta. —¿Qué tienes?— Después de que entró a la casa de Seohyun, se tumbó en el sofá, donde Seohyun también se encontraba. —No es normal que llames a la gente a las tres de la mañana. ¿Sabes que mañana trabajo?

—Minho...— Se mordió los labios, mientras su rostro se volvía rojo. —¿Sabes que odio? Cuando pasas demasiado tiempo con alguien, y no puedes detenerte de, por más que lo evites, empezar a sentir sentimientos por esa persona.

—Seo, ¿qué pasa?— Minho se apoyó sobre sus codos. —¿No estarás hablando de...

—Sí...— Hizo una mueca. —No quiero, ¡no quiero!

Minho suspiró, mientras se acomodaba para poder abrazar a su amiga por los hombros. Seo acomodó su cabeza sobre el hombro de Minho, mientras suspiraba largamente.

—¿Era obvio? Te podría decir que todos lo sabíamos...Pero no diré "te lo dije". No sería lo que un amigo haría—. Le reconfortó.

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El precioso día era iluminado por la luz naranja del otoño. Minho estaba hablando con Kibum, como siempre sobre Taemin. Si Kibum escuchaba de nuevo el nombre de ese niño, juraba que sus oídos empezarían a sangrar. Puso los ojos en blanco cuando vio entrar a Donghae, y por consecuente a Taemin (al menos Minho se calló con respecto al chiquillo). Tal vez no era lo más adecuado, pero lo aceptaría como una temporaria solución.

—Hae, te traje tu comida. Hoy en la mañana la olvidaste en la mesa...Creo que me olvidé de dártela.— En realidad Taemin era un amor, de cierto modo entendía por qué Minho decía estar enamorado de él, pero seguía teniendo la idea de que su amigo estaba terriblemente equivocado. Tal vez sólo estaba bastante encariñado, porque trataba con él a diario, y Taemin siempre hacía que las cosas fueran más amenas. Pero, ¿de ahí a creer que realmente tenía sentimientos por él? Exhaló, mirando a Minho de soslayo. Ojalá pronto se olvidara de toda esa situación.

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