13.Mariposas

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Editado: 21/02/23

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Taemin caminaba por los pasillos de la escuela, dirigiéndose a su última clase. También pretendía no escuchar a su primo llamándole con ahínco detrás de él. No le había hablado en toda la semana, y no lo pensaba hacer por un rato más. Seguía tan molesto, que sólo de verle en las mañanas, hacía corajes.

Exhaló, apartando la mente del coraje que de nuevo estaba sintiendo. Entró al salón de clases que le tocaba. Era viernes, la última clase era con Minho. Le fascinaba esa clase, y bueno...No podía dejar atrás el hecho de que Minho seguía mirándole con ese dejo de estar guardando un secreto entre ellos. Sentía que en cualquier momento todo mundo se daría cuenta, porque la manera en que Minho le miraba no era nada discreta. Eso sólo le provocaba una sensación divertida en el estómago, que no quería detener. 

Se sentó en su lugar, admirando disimuladamente a su profesor. Él seguía diciéndole que estaba enamorado, y empezaba a creerlo. Ni siquiera había hecho mucho, pero su compañía le era tan tranquilizadora, que Taemin sólo necesitaba un poco más de eso, y sabía que terminaría enamorándose también dentro de muy poco. Sonrió, en ese pequeño lapso cuando ambos conectaron miradas. Minho le miraba con fuerza, negado a no ganarse su corazón. Entonces las mariposas volvían a despertar. No las entendía, simplemente de un momento a otro empezaban a revolotear y hacerle sentir que simplemente debía ceder a todo cuando se tratase de Minho. Cada vez tenía mayor dificultad en controlarlas.

Entonces la clase se volvía difícil, porque no podía prestar atención, se perdía en las palabras de su profesor, en su tono de voz, en la manera en que articulaba los sonidos. Anotaba todo, sin realmente saber qué anotaba, y cuando alcanzaba a responder algo se sentía orgulloso de saberlo de ante mano, porque le era imposible aprender teniendo a Minho como maestro.

Tal vez se estaba dejando llevar fácilmente, entonces se regañaba a si mismo y obligaba a las mariposas a ser más silenciosas, que estaba bien que siguieran en lo suyo, sólo que no le hablaran tan fuerte porque su cerebro no podía coordinar todo eso. Mordía su mejilla desde el interior, fingiendo no estar pensando sinsentidos. Sólo así empezaba a sentirse cuerdo.

La clase terminó, Jongin y Moonkyu se adelantaron, puesto que Jongin estaba tan emocionado de ir a comer a ese restaurante, que si por él hubiese sido posible, ni siquiera hubiera ido a la escuela. Taemin rio, hacía rato que no veía a Jongin de esa manera, empezaba a asustarse de que su amigo hubiese madurado antes que él. Claro que pensar así, sólo demostraba posición totalmente inmadura en que Taemin se seguía parando. No podía ser el último de la fila. 

Estaba a mitad de sus propios pensamientos, cuando un par de manos abrazándole por la cintura hicieron que dejara de maquilar injusticias. Se giró, encontrándose con aquellos ojos que le miraban con adoración. Maldición, las mariposas de nuevo susurraban palabras por todos lados. Sintió como su rostro ardía, odiaba saber que con tan poco, se sentía tan especial sólo con Minho, porque eso se estaba convirtiendo en una debilidad. Mordió su labio inferior, haciendo un puchero. 

—Ya te vas, supongo—. Minho torció los labios, exhalando. No se veía precisamente alegre, pero él entendía que Taemin iba a salir con sus amigos. Tragaba sus celos, y simplemente se enfocaba en el chico que por ahora no había dicho nada. 

Taemin podía darse cuenta, Minho era muy transparente. Y le hacía feliz.

—Si—. Taemin miró el suelo, sinceramente ya no sabía que más decir, sin delatarse de lo muy rápido que estaba cayendo por él.  —Mañana...regreso a trabajar,— agregó. No supo por qué lo dijo, pero ahora que lo había dicho se encontraba esperando una reacción de su profesor.

Ojos BonitosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora