Editado: 16/09/24
______________________________________Minho observaba a Taemin, el chico mantenía un ligero esbozo de sonrisa mientras dormía. Quiso tocarle, pero el temor a despertarle le obligó a detenerse. Habían hecho el amor, ahora no había nada que realmente hiciera que se separara del chico. Por fin su fantasía más arraigada se había cumplido, le había visto reaccionar ante las caricias, incluso llorar suavemente. Le parecía adorable.
Si tal vez pudiera verlo un segundo más desnudo, se atrevería a alzar la sábana que cubría su cuerpo, y observar con ahínco de nuevo el cuerpo espigado del menor. Pero sus planes maquiavélicos fueron frustrados.
Taemin abrió los ojos, permitiéndole ver esa bonita confusión de cuando alguien acaba de despertar. Azul y gris, mareados ante la luz del atardecer que entraba por las blancas y algo translucidas cortinas de la habitación. Minho sonrió, tratando de ubicar al chico en el presente.
El chico le regaló una sonrisa enorme de regreso, llena de amor y cariño. No fue por mucho; casi de inmediato su mirada se llenó de preocupación. Incorporándose llevó sus manos a la cabeza.
—¿Qué hora es?— Preguntó algo alarmado.
—Probablemente las cinco y media, conejito. ¿Pasa...
—¡El ensayo!— Exclamó.
—¿Qué ensayo?— Minho trató de calmar a su angustiado novio, mientras veía su pecho subir y bajar con irregularidad.
—¡El de la boda!— Gimió. —Voy a llegar tarde. ¡Mi madre! Me va a matar—. Se puso en pie, de inmediato, ignorado el protestar de su propio cuerpo. Después tendría tiempo de recordar lo hecho, debido a las ligeramente adoloridas partes de su cuerpo.
—Puedo llevarte a casa, si deseas—. Minho se puso en pie, sosteniendo al chico que había brincado dentro de sus pantalones rápidamente. Besó su frente, tranquilizándole. —¿A qué hora es?
—Empieza a las ocho, debo de estar allá a las siete—. Subió la mirada, dudaba llegar a tiempo a casa para poder tomar un baño y cambiarse, además de llegar al recinto.
—Conejito, déjame llevarte a casa—. Insistió, sería más rápido si iban en su auto. —No te preocupes, ¿sí?
Taemin sonrió mientras asentía, Minho a veces era tan comprensible; no, de hecho lo era todo el tiempo. Suspiró, aliviado. No había mejor hombre en el mundo que su querido profesor Choi Min Ho. Se alzó de puntillas, para poder quedar a la altura del hombre, besó su boca suavemente, terminando con una sonrisa a quemarropa.
—Gracias,— susurró. —Yo, lo siento...— se sonrojó, —...había olvidado que tenía este compromiso y...
—Lo entiendo, ¿si?— Le calmó tranquilamente. —Ahora, muy a mi pesar, debes terminar de vestirte. Nos iremos cuando estés listo—. Le permitió cambiarse a solas, mientras esperaba pacientemente en la sala.
Taemin realmente fue rápido, parecía muy apurado. Bajó rápidamente, para encontrarse a Minho esperándole en el recibidor. Le sonrió, deseando realmente no haberle causado algún inconveniente con esta poca romántica forma de terminar su primera vez, o tener que salir corriendo sin saber si Minho le propondría hacer algo más. Aun así, Minho no le reclamó en ningún momento, ni insinuó molestia. Parecía estar enfocado en calmarle los nervios por llegar tarde.
Al despedirse en el punto donde Minho siempre detenía su auto, unas cuantas casas antes de la de Taemin, le dio un beso; y como costumbre de Taemin, antes de irse, regresó a regalarle otro beso. Su corazón latía con fuerza, no quería separarse de ese hombre nunca más.
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Ojos Bonitos
General FictionTodos sabemos que la relación entre maestro-estudiante no debe pasar de eso, pero ¿qué pasa cuando te enamoras de tu estudiante? Choi Minho se ha enamorado de Lee Taemin, a quien le da clases de historia. ¿Qué tendrá que hacer para que el chico le c...