Capítulo 1: Alianza

308 7 0
                                    


-¿Qué procede?

-Liquidarlo lo antes posible... no queremos que dé con nuestro paradero.

-Entendido, pero no me des órdenes innecesarias...

Las calles de Sicilia envueltas en penumbra ocultaban a dos autos negros. La Luna se escondía entre las densas nubes de esa noche como si temiera algo siniestro. Uno de ellos fumaba tranquilamente un puro mientras que el otro esperaba a que terminara. En cuanto acabó el puro, se introdujo a la parte trasera del auto y éste arrancó precipitadamente. El otro sujeto esperó a que se alejara del lugar y abordó el vehículo, no sin antes apuntar a un tercero que se hallaba desangrado a causa de los fuertes golpes. Disparó una vez dándole el tiro de gracia y se retiró del lugar. Entre las calles, pensaba en silencio sí algún día podrían atraparlo. Pero se concentró más en manejar a toda velocidad el auto...

***

-Joven, despierte... él quiere verlo...

Dormitando en un sillón, un joven con camisa negra se levantó de golpe al recibir las indicaciones de su colega. Se dirigió a la oficina principal y tocó tres veces.

-Adelante.

-¿Deseaba verme, Don?

-Así es, toma asiento...

Pasó a la oficina con pasos presurosos. La habitación era decorada por algunas piezas de arte genuinas y sobre en fino cristal se hallaban diversos papeles de suma importancia. Se sentó en uno de las sillas enfundadas en oscura piel y fijó su vista al otro lado del escritorio donde se encontraba su jefe sentado en un sillón fumando una pipa. Es entonces que el jefe habló colocando su arma plateada en el escritorio:

-Tengo que encargarte una misión de suma importancia para esta organización...

-Dígame de qué se trata en esta ocasión, Signore.

-Observa con cuidado este documento, -le extendió un papel que el subordinado recogió –como puedes ver, he pactado con el líder de la Organización de Grecia un convenio que nos beneficiará a ambos en el mercado del narcotráfico de armas y drogas... pero necesito deshacerme con prontitud y cautela de la líder de Oriente... y cómo sé que tú eres parte de mis hombre más capaces, quiero que te alíes con uno de los miembros...

-Lo siento, pero no puedo... ellos mataron a mi familia y por eso me uní a su Clan, Don Shion.

-Entiendo cómo has de sentirte, pero no toleraré que nadie más lleve a cabo esta misión. –Se levantó de su asiento dirigiéndose a su subordinado –entiende, tú eres uno de mis hombres más habilidosos... ya has manchado tus manos de sangre infinidad de veces, Aphrodite.

-Bueno, en ese caso, creo que soy el único, ¿No es así?

-Me alegro que lo entiendas... -volvió a sentarse detrás del escritorio –de todos modos mandaré a mi hijo para que te cuide las espaldas.

-Bien.

-Entonces él te dará todos los detalles del plan... retírate, Aphrodite.

-Con su permiso, Don Shion.

Se levantó y caminó a la salida. Al cerrar la puerta, Shion dio un golpe en la mesa y exclamó furioso:

-¡Cómo deseo que esa maldita perra muera!

Se paró de su asiento y volteó a la ventana de cuyas láminas traspasaba el Sol. Era cierto que ya estaba viejo para el negocio, pero su hijo todavía no estaba listo. Debía dejar todo en manos del suizo y no se arrepentiría por ello. Abrió las persianas y cerró los ojos cegado por la luz del Astro Rey. Los abrió lentamente y se llevó a los labios la boquilla de su pipa. Dio dos inhalaciones y exhaló con delicadeza para después acomodarse el saco y caminar a la salida de su oficina.

Aunque seamos enemigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora