Cap. 3: La llegada

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En cuanto arribaron en una zona boscosa, al Norte de Kyoto, el avión despegó dejando a los tres criminales con sus portafolios en la espesura. Caminaron durante media hora atentos a cualquier treta de los Yakuza. Mu, dirigiendo la expedición, tocaba por precaución su arma mientras caminaba en silencio. Aphrodite, por su parte, iba detrás de él cargando su portafolios con firmeza, como si temiera que alguien se lo arrebatara. Death Mask, siguiéndolos, volteaba atrás llevado consigo a la mano su arma esperando.

De pronto, Mu se detuvo de súbito, haciendo chocar a Aphrodite y a Death Mask en el proceso. Este último, le espetó con violencia:

-¿Por qué te detienes, Imbécil?

-Guarda tu agresión para otro momento, mira con atención y podrás sacar tus pecados.

-¿Qué? –fijó su vista en un edificio de antigua arquitectura japonesa. Amurallado y con un portón al frente. Después escuchó diversas voces que provenían del interior de la construcción. Se volteó a ver a Mu y dijo: -¿Y qué se supone que es eso?

--Eres un ignorante, -le soltó Aphrodite molesto –es un templo budista, idiota... vamos –caminó a la vivienda –debemos aislarnos aquí para que nadie nos encuentre. Diremos que somos turistas perdidos y nos dejarán entrar...

Llegaron a la gran puerta y tocaron un gong que se encontraba a la entrada. El resonar del instrumento calló a las voces y abrió un hombre de larga cabellera rubia vestido con una túnica blanca con otra tela enrollada en un moño de igual color. En su rostro mantenía los ojos cerrados y con un gesto flemático, les preguntó a los recién llegados:

-¿Desean algo?

-Somos viajeros extraviados... ¿Nos permitiría quedarnos en su recinto, maestro? –pidió Mu cortés. A lo que el joven sonrió aun con los ojos cerrados:

-Pasen, viajeros...

-Gracias, maestro... -respondió Aphrodite.

-Mi nombre es Shaka Muny, soy el líder de este templo budista. Síganme.

El muchacho los hizo pasar y se adentraron por el camino de piedra, custodiado por dos explanadas de arena que otros monjes adornaban con grandes rastrillos formando figuras circulares. Death Mask los siguió escéptico, aunque en silencio. Una vez que atravesaron el patio, ingresaron al templo. El monje les dijo:

-Deben quitarse los zapatos. De lo contrario, mancharán el recinto con impurezas...

-Claro... -accedió Aphrodite dejando los zapatos negros en el descanso de la entrada. Death tuvo que hacer lo mismo a regañadientes y Mu ingresó en calcetines al piso de madera pulida.

Atravesaron la gran estatua de Buda y el monje los condujo a una de las habitaciones. Ahí, otros monjes esperaban la llegada de los visitantes con ropas para ellos. El monje los introdujo en la habitación más grande y les comunicó:

-Siéntanse cómodos en el Templo de Buda. Aquí les dejamos ropas para que se cambien. Esperamos que su estadía sea benefactora.

-Gracias, maestro Shaka.

El monje se retiró cerrando la puerta y Mu pegó la oreja. Una vez que estuvo seguro de su partida, les susurró:

-Bien. Ahora vamos a cambiarnos. Es posible que comamos con los demás monjes...

-¡Demonios! ¿Cómo se pone esto? –preguntó Death Mask hurgando en la ropa que anteriormente depositaron los sacerdotes. Alzó unos pantalones plegados y volvió a preguntar molesto: ¿Y esto qué es?

Aunque seamos enemigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora