--Hoy es el día del intercambio, ¿Cierto?
--Así es, señor...
--Perfecto...
Frente a la ventana que daba al calmado Mediterráneo y con el puro entre sus dedos, Saga observaba el atardecer. Detrás de él Aioria se encontraba de pie dispuesto a obedecer las peticiones de su líder. Pero no duraron mucho tiempo en esa posición. Alguien había tocado la puerta de la oficina principal tres veces seguidas y, a continuación, apareció el español sumamente serio. Aioria se volvió inmediatamente a su compañero de armas, pero Shura permaneció detrás del escritorio hasta recibir indicaciones.
--¿Qué sucede? –preguntó el líder aún con el puro en la mano y observando detenidamente el ocaso.
--Señor, el Cardenal Sforza ha venido a visitarlo, ¿Lo hago pasar?
Una mueca maliciosa apareció en los labios del gemelo y asintió para llevarse el habano a la boca. El español no esperó una segunda indicación y salió de la habitación con paso presuroso. Aioria quedó expectante. No tenía idea de que un cardenal fuera conocido de su líder, por lo que preguntó con voz tímida:
--¿De dónde viene el Cardenal, señor?
--Del Vaticano, ¿De dónde más? –volvió a sonreír al exhalar el humo del puro. El castaño ya no preguntó. Su jefe podría sospechar.
Unos minutos después, la puerta fue nuevamente tocada y abierta para que ingresara el pontífice. El sujeto, ya de edad avanzada y ojos azules apagados, observó la habitación reconociéndola al instante. Saga, al verlo, extendió sus palmas y se arrodilló besando su anillo. Esto hizo reír a sobremanera al cardenal y le dio dos palmadas en la espalda. Inmediatamente, Saga ofreció asiento y cuando lo dos hombres estuvieron sentados, el cardenal habló:
--Me has mandado llamar desde hace tiempo, pero sabes que el Vaticano me vigila de cerca...
--Sí, Cardenal Sforza... -Volteó a dónde se encontraba Aioria y le hizo una seña con la cabeza. Aioria entendió esa orden y se retiró cerrando la puerta tras él. Saga se acomodó en el respaldo y continuó hablando. –Me he enterado de buena fuente que tiene un hijo, Cardenal...
--¡¿Cómo?! –fue la respuesta del miembro religioso. Aquella noticia no la esperaba. – ¿Cómo es que tengo un hijo, Saga?
--Pues, usted debe saberlo muy bien, su Eminencia... -Inhaló de su puro una pequeña cantidad para liberarlo después al confesar. – ¿Le recuerda algo el nombre de María Strozi? ¿Un suceso hace más de veinte años? –Al cardenal se le contrajeron las pupilas al reconocer el nombre de aquella monja italiana. –Pues, por órdenes del difunto Shion Wang, les ordenó tener al bebé y...
--Un momento, Saga, ¿Dónde está el, ahora, joven?
--En mis filas, Cardenal, ¿Quiere saber su nombre? Angello Strozi, pero, dígame, ¿Quiere que lo desaparezca? Recuerde que su honor está en juego... -la sonrisa maliciosa del griego creció. El chantaje era su especialidad. Pero el cardenal no reaccionaba. Como si su pasado estuviera latente carcomiéndole las entrañas. Se llevó las dos manos por la cabeza intentando procesar la nueva información. Con la voz en un hilo y desesperado, preguntó:
--¿Qué puedo hacer para remediar el pasado, Saga? Debes tener algún plan al respecto...
--Así es, Su Eminencia... -acercó su rostro al del Cardenal para susurrarle. –Matarlo, desaparecerlo de este mundo... eso es lo que se debe hacer...
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Aunque seamos enemigos
FanfictionEl destino siempre está rodeado de sorpresas... Las diferentes mafias del mundo se entrelazan para dar paso a una historia trágica de amor. La traición, el dolor y la muerte está a la orden del día. ¿Quieres leerlo?