Erebor

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Lo que los Enanos habían hecho con aquella montaña sobrepasaba todo lo imaginado.

Los Elfos caminaban hacia el trono donde esperaba el rey Thror. Mientras sus tranquilos pasos los llevaban hacia el encuentro con el rey bajo la montaña, no podían dejar de admirar la magnificencia de Erebor. Sobre sus cabezas,los inmensos pilares que sostenían las miles de toneladas de roca se alineaban en perfectas proporciones prolongándose desde el altísimo techo hacia los lados de aquella colosal gruta para coronar las magníficas imágenes talladas que, a lado y lado del estrecho puente que el rey Elfo y los suyos recorrían, parecían contemplarlos también con sus ojos de piedra, vigilantes y observadores.

Y bajo ellos, a cientos de metros de profundidad,su vista élfica casi se perdía en una abismal sima salpicada de puentes y pasos, unos sobre otros hasta desaparecer en lo más recóndito de la raíz de aquella montaña.

Los Enanos,tal como informó Súlion en sus pesquisas a Thranduil,habían logrado reunir un tesoro magnífico, jamás visto en tal cantidad en la historia de la Tierra Media. Decía que se jactaban de haber llenado con él una de las inmensas salas inferiores excavadas en aquella montaña,y que el oro y las piedras preciosas cubrían su suelo por completo e incluso formaban resplandecientes dunas, tal era su cantidad.

El rey Elfo, vestido en tonos plateados con la majestuosidad que lo caracterizaba, llegó al fin de su largo y estrecho camino,seguido por su consejero,su primogénito y varios soldados de su guardia personal,todos ellos armados y uniformados de gala, como dictaban las formas al presentarse en audiencia ante otros miembros de la realeza.

Al pie de una escalera,sentado en un trono de piedra tallada,el rey Enano inclinó la cabeza en un gesto cortés hacia el rey Elfo y sus acompañantes. A Thranduil le llamó la atención el brillo que despedía una extraña gema,de enormes proporciones,incrustada sobre el alto respaldo del trono,justo sobre la regia cabeza del rey Enano. La Piedra del Arca,el derecho a gobernar que aquel magnífico y próspero reino había tomado como su más sagrado símbolo. Los ojos de Thranduil brillaban con ella,tal era el resplandor que inundaban sus ojos al contemplarla.

A ambos lados del rey Enano en su trono,varios de sus guardias tocados con sus pesadas armaduras velaban por la seguridad real, armados y vigilantes. Otros parecían no pertenecer al ejército propiamente dicho,pero intuía que aquel joven de mirada atenta y escrutadora a su derecha, y otros ataviados con ropajes menos apropiados para la batalla, mas sin dejar de evidenciar distinción, podría tratarse de su familia más cercana, también guardando protocolo ante una audiencia de tal calibre como se trataba de aquella.

Sin mediar una sola palabra, el rey Thror,quien ya conocía por medio de Súlion la comparecencia e intenciones de aquellos curiosos e inesperados invitados, hizo una seña a uno de los distinguidos Enanos que lo acompañaban a su alrededor. Éste portaba un cofre indudablemente pesado entre sus dos manos y se adelantó un par de pasos.

— Bien hallado, Thranduil, rey de los Elfos Silvanos— saludó Thror bajo su larga y adornada barba sin levantarse de su regio trono de piedra— . He de decir que la noticia de vuestra visita no pudo menos de sorprenderme.

Thranduil levantó la barbilla para corresponderle a su bienvenida,no sin guardar algo de recelo por su parte, y escogiendo las mejores y apropiadas palabras para devolver su saludo.

— Hasta los oídos de mi gente ha llegado la maravilla de la magnificencia de vuestro reino,rey Thror— dijo Thranduil con elegancia–, admiro como monarca el crecimiento que habéis conseguido con vuestro tesón, a pesar de haber sufrido lamentables contratiempos en vuestro día. Os ofrezco mis respetos — dijo inclinando levemente la cabeza— .

Súlion y Erdalion, quienes se encontraban justo detrás de Thranduil,no pudieron evitar intercambiar cierta y fugaz mirada mutua con la que ambos adivinaron que pensaban lo mismo. Para Thranduil aquel acto de presencia ante el pueblo Enano significaba un esfuerzo supremo el cual era imposible que a los que lo conocían bien les pasara inadvertido.

Lasgalen (El Hobbit)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora