Lo más hermoso de la vida

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Hola a todos! Tal y como prometí, aunque me he demorado demasiado por algunos contratiempos, dejo aquí la primera parte de la pequeña historia que sigue a la llegada de Smaug a Erebor.
Los sucesos se sitúan en el mismo orden cronológico y lo protagoniza sólo uno de los personajes.
Acertaste la primera @dalvarezt la dedicatoria es tuya :)
@Endoriel  bravo por ti también!!
¡Que disfrutéis de la lectura!

Aviso: este capítulo contendrá alguna escena de violencia familiar.

2905 TE

El temible dragón, ávido del famoso oro que los Enanos acumularon, se instaló permanentemente en las entrañas de Erebor y, según las  leyendas que de él contaban los más ancianos de Esgaroth, arrastró con él una gran fortuna que pudo sustraer también de la destruída Valle y, sumándola a la de los Enanos, cayó en un letargo vigilante rodeado de aquel tesoro.

Ni una sola vez se oyó que abandonase aunque fuese por breves momentos su nido, nadie lo vió asomar por las puertas de la montaña ni nadie se atrevió jamás a averiguar si en verdad seguía allí.

Habían transcurrido casi doscientos años desde la desgracia acontecida en aquella región y, al igual que los Enanos, los Hombres ya daban por perdidas también sus riquezas.

Para los Elfos, aquel lapso de tiempo se sucedía de forma muy diferente a la de los humanos, de modo que nada había cambiado en el reino de Thranduil; todo se mantenía intacto dentro de su relativa rutina y modo de vida tranquilo,  mientras que la ciudad de los Hombres, ahora quedando sólo Esgaroth en pie, había crecido en número, en extensión e incluso en su cultura .

El bullicio era constante en sus húmedas calles. Hombres y mujeres recorrían a cualquier hora del día el laberíntico entarimado de madera haciendo sus recados, deteniéndose unos con otros...y los niños, siempre tan inquietos y curiosos, terminaban por llenar el aire de Esgaroth con el murmullo despreocupado de sus juegos y carreras.

Pero era en el mercado donde el verdadero ruído y el griterío de cientos de personas aglomeradas que pujaban unas con otras y competían para atraer clientes hacían de aquel núcleo central un curioso lugar donde podía verse y oírse cualquier cosa.

Allí era donde, cada tres meses, el Elfo Súlion, el único enviado desde los dominios de los Silvanos, acudía sin falta al saldo de los productos que los Hombres enviaban en una barca hacia el pequeño muelle del río cercano a la fortaleza de Thranduil.

Ataviado, como por costumbre para aquellos menesteres, con su túnica de viaje de tres cuartos en tonos azul oscuro y sin más adorno que una fila de botones que la cerraban de arriba a abajo, remataba su indumentaria con una capa gris echándose la capucha sobre su liso cabello castaño. Debajo de la capa llevaba bien oculta una bolsa grande, con una fuerte asa cruzada por el pecho, donde guardaba el dinero para pagar los pedidos.

Y un cuchillo largo, por si lo necesitaba.

Trataba de darle a su imagen un aspecto lo más simple posible para introducirse entre el gentío sin levantar tanto interés, como el que despertaba en los mortales la presencia de los Eldar, por ello dejaba en sus aposentos de la fortaleza su elegante vestimenta diaria bordada primorosamente al estilo de los Elfos.

Pero su talla, por encima de casi cualquier humano, y su forma de caminar, pausada y de movimientos suaves, destacaba de todas formas entre los enérgicos y escandalosos asistentes al mercado.

Aunque ya, por llevar tantos siglos entre ellos, no se sentía como al principio, en absoluto.

Habían pasado mil ochocientos años desde que visitó aquella ciudad por primera vez, y la sensación de incomodidad y sentirse fuera de lugar que entonces lo embargó cuando las primeras miradas desconfiadas se posaron sobre él, llegaron a hacerle dudar de que pudiese llegar a acuerdos con aquella extraña gente.

Lasgalen (El Hobbit)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora