Lasgalen (El Hobbit)

Por amor a mi hermano

Notas:

*Este capítulo contiene algunas palabras malsonantes.

*Aquí los príncipes tendrán unas edades pertenecientes a los 12 o 13 años en un tierno Legolas y los veintipocos de Erdalion.

*Debido a datos necesarios para la trama, ésta parte transcurrirá entera en el mismo año.

En fin, que lo disfrutéis, me ha salido bastante larguito también ;) ¿Ooc de Thranduil? Lo dejo a criterio.

1139 TE

Había aprendido de sobra a adivinar sus intenciones.

Cuando la tarde caía y el bosque comenzaba a despertar la escasa vida nocturna que se arrastraba por el musgo, también lo hacían ellas.

El Elfo se agazapó bajo una rama frondosa y echó mano a su arco.

Cargada de hojas oscuras e indudablemente enfermas, como todo aquel bosque, la rama que lo escondía le ofrecía la protección necesaria en aquel expectante momento. Debía mantener todos sus sentidos alerta y no dudar bajo ningún concepto.

Estaba a punto de ocurrir.

Poco más allá, en el borde del claro, su posible objetivo se descolgaba lentamente de uno de los milenarios y nudosos árboles del Bosque Negro.

El Elfo sacó en absoluto silencio una de las flechas del carcaj que colgaba de su espalda y la colocó con cuidado sobre la cuerda.

Sin hacer pausa en su bajada, el enorme arácnido desprevenido estaba a punto de tocar el suelo con sus largas y aserradas patas articuladas. Seguramente tendría su nido en la copa, como todos aquellos seres acostumbraban a hacer, pero a la hora de alimentarse descendían para atrapar con aquellos afilados cuchillos que tenían como colmillos a cualquier criatura que pudiesen sorprender despistada entre los matorrales.

Conejos, ratas, ardillas...Elfos.

Sabía que eran venenosas, por supuesto. Y rápidas como ellas mismas ante el ataque, por esa misma razón apuntó hacia la criatura cerrando uno de sus ojos para dar justo donde quería, estiró poco a poco la recia cuerda de su arco con la flecha firmemente sujeta y esperó.

La araña tocó el suelo y cortó el hilo que salía de sus entrañas para desplazarse por el claro.

Era el momento.

Los ojos del Elfo se mantenían fijos en ella y, con la respiración contenida sin dejar de apuntarlo, observaba al enorme insecto dirigirse hacia una de las gruesas raíces en busca de sus presas. Los diminutos ratones eran un nimio bocado en su dieta, pero si sabía dónde escondían sus cubiles se aseguraba un pequeño refrigerio.

De pronto, algo se movió sutilmente en el lado contrario del claro, y los penetrantes ojos azul profundo del Elfo enfocaron uno de los matorrales.

Apenas fué un leve movimiento de las hojas de aquél, como una suave brisa que balanceara las ramas más finas, pero los sentidos aguzados de un Elfo acostumbrado a aquella vida pudieron sentirlo como si lo hubiese tumbado un vendaval.

Y si lo había sentido él, también podía haberse dado cuenta su objetivo, al encontrarse más cerca.

El Elfo no se equivocó.

La araña se detuvo en su caza con brusquedad y giró sobre sus patas flexionadas, enfrentando ahora el lado contrario al claro. Allí había una presa mayor, sin duda, y la madriguera de los ratones podía esperar, no se movería de allí.

El arácnido avanzó rodeando el claro justo por su borde.

—Oh, mierda...—gruñó el Elfo en un susurro.