Salí de Guatemala...

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Me pasé con Corres-Munichinmediatamenre. A Perabaja no le di ni las buenas tardes, simplemente lo ignoré. Al rato ya estaban platicando Perabaja y Corres-Munich. ¿De quién creen que hablaban?, pues de mí, los muy MARICAS. Vino Corres-Munich y me leyó la cartilla: "aquí se llega temprano, se trabaja, hay que ser disciplinada y respetar al jefe". Yo le dije que ni sabía taquigrafía y máquina no muy bien...No me dejaba moverme de mi lugar ni para recoger una goma que se caía; yo seguía llegando tarde (porque NI MODO, ese defecto no lo he podido superar nunca), y una vez que estaba con un montón de amigos, me dijo como para avergonzar me delante de ellos: "¿A qué hora entras Fulana?" —se suponía que a las 8 a.m. — y le dije: "No tengo hora fija licenciado", y me seguí tan campante a mi lugar...se trabó de coraje y se hizo el disimulado pero ya me traía entre ceja y ceja. Me molestaba con cualquier pretexto, todo por darle por su lado a Perabaja. Un día pasó por mi lugar y me dijo:
—Tú no haces nada, no das golpe y siempre tienes un papel metido en la máquina, ¿por qué?...
Yo volteé muy calmada y le dije:
—"Just taiping the eye to the mach"...
—¿Qué es eso?
—Ay licenciado, pues tapándole el ojo al macho...¿qué no sabe usted inglés?...¡ay oiga!...
Casi le da el ataque chichimeca, corrió a acusarme con A. Tododar, pero yo corrí más que él y llegué primero y como de costumbre le salió el tiro por la culata: a mí no me dijeron nada, más bien el Lic. A. Tododar me defendió...
Corres-Munich salió furioso y se fue a hablar con Perabaja y empezaron a tenebrosear porque yo creo que ya no querían que estuviera yo en ese departamento.
Por otro lado, a Zutana le hicieron también una injusticia del tamaño de una casa, porque ella no había hecho nada y cuando volvió de unas vacaciones el maldito de Perabaja la quitó de su lugar y la mandó al Archivo, que era lo peor. Entonces Zutana que no se iba a dejar —porque nuestro lema siempre ha sido "NO TE DEJES"— fue y le preguntó que por qué y el muy payaso se abrió el saco (era dedo y chaparro) y se pegó en el pechote con los puños cerrados y dijo:
—Yo Jefe...
Y Zutana le contestó:
—Ay sí, Yo Tarzán, tú Chita...
Después a ella también A. Tododar —que estaba más arriba y mandaba más— la puso en otro lugar...pero entre cosa y cosa nos traían como tusas locas.
Para esto, Prudencio, que se había quedado peleado conmigo, empezó a platicar con su antigua novia así como para que yo lo viera y se notaba a leguas que me quería picar. Yo hacia como si no existiera, pues entre todo lo que nos hacían en el trabajo y lo que pasaba en el club estaba muy ocupada.

Anecdotario de una vida inútil...pero divertidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora