¡Qué cara! ¡Qué gesto!

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Ahora volvamos al trabajo. Como todos los días había ensayo o fiestas era lógico que nos diera flojera levantarnos temprano, y seguíamos con nuestro trauma: LA TARJETA DE CHECAR LA ENTRADA. Zutana y yo le decíamos "La bruja", y aunque estábamos en diferente piso seguíamos arreglandonosla para checar nos una a la otra, pues ya para cuando nos "CAMBIARON" de departamento los relojes checador es estaban uno en cada piso. Entonces la que llegaba antes llamaba a la otra y le decía: "Ya te pinté la Bruja", que quería decir: "Ya te chequé la tarjeta". Para esto, ya teníamos amigas y amigos y en mi departamento había un tipo que de apellidaba Diadema y le decían el Aviador, porque había tomado dos clases de manejo de avión pero no llegó a piloto porque en su casa les daba miedo que se matara; entonces se dedicó a otros menesteres, era como el jefe de personal de mi departamento. El pobre era feo, sin chiste, acomplejado, hijo de familia, de gente muy decente, pero nunca se bañaba –era otra de las marionetas del Rey–
Un día se le ocurrió echarme los perros, (creo que algún maldoso lo aconsejó), el caso es que ya no sabía qué hacer para quedar bien conmigo. No me acuerdo cómo fue, el caso es que empezó a PINTARME LA BRUJA todos los días.
Si de pronto yo decía "tengo hambre", aunque lo dijera quedito, no sé cómo sé las arreglaba, el caso es que al rato ya tenía un pastel de chocolate en mi escritorio, o dulces o lo que fuera —siempre tratando de quedar bien el pobre, y la Bruja era realmente mi Talón de Aquiles—, pero de todo lo que él había por mí yo no le había pedido nada (él se ofrecía a hacerlo con tanta insistencia que no quedaba otra)
En estas oficinas se acostumbra que si llegas siempre temprano te mandan cada no sé cuantos días, unas hojas amarillas que se llaman NOTAS DE MÉRITO, que si tienes retardos te mandan hojas azules que se llaman NOTAS DE DEMÉRITO; mi expediente estaba lleno de hojas azules (no sé por qué).
También hay una oficina que se llama MIXTA DISCIPLINARIA, en donde te juzgan cuando tienes muchas quejas en tu contra. El caso es que un día estaba yo muy quitada de la pena, como a las 11 de la mañana, y me advirtieron los arquitectos que me habían ido a buscar temprano unos INSPECTORES. Yo les dije: "bueno, ni modo, me encontrarán despachando como la que no ha hecho ná..." Y así fue. Llegó un señor cuando estaba comiéndome unas galletas en un restirador y me dijo:
— ¿La señorita Fulana de Tal?
— Sí, señor, diga usted...
—Acompáñeme, por favor, soy INSPECTOR
— ¿De veras? No parece
— ¿Por qué?
— Bueno, porque todos los inspectores tienen cara de antipáticos y usted se ve muy mono.
— Gracias, gracias —ya como que le caí bien—Luego dijo:
—Mire chula, tiene que ir conmigo a la mixta disciplinaria, pero como usted me cayó bien, le voy a advertir para que no la tomen de sorpresa: tienen detenido a un empleado de este departamento porque lo acusaron de que todos los días le checa la tarjeta a usted, y la manda llamar el Lic. N. M. A. Q.*, para aclarar todo. Así que ya sabe...

* (No me acuerdo qué)

—Gracias, señor. Qué amable. Pues ni modo, vamos...
Entramos a la oficina y lo primero que veo es al pobre Aviador sumido en un sillón, con una cara de miedo, los brazos colgando por fuera del sillón, casi le llegaban al suelo, se veía como chango asustado, y francamente me dio risa...entonces el jefe de allí me dijo:
—Señorita de Tal, por lo que veo usted no tiene necesidad de trabajar, ¿verdad?
—Ay, señor, ¿por qué lo dice?
—Me da la impresión...(y es que la gente use caía en esa oficina siempre llegaba temblando de miedo o llorando, porque lo peor del mundo es caer en manos de la "autoridad", que imparte la justicia arbitrariamente.
—¿Qué se le ofrece licenciado?
—Mire, señorita de Tal, sabemos que hay una persona que le checa la  tarjeta de entrada todos los días, yo necesito saber quién es, si usted me habla con sinceridad, la perdonamos.
—Oiga licenciado, yo soy impuntual, un poco irresponsable, ponga que a lo mejor no trabajo muy bien, soy relajienta y muchas cosas más, pero una CANALLA never. Después de que me están haciendo el favor exponiéndose a ser despedidos, venir a echarlos de cabeza, imposible señor, ¿cómo cree?
—Señorita, es que estamos inculpando a ese señor que esta sentado allá, porque nos dieron aviso (ya ve que nunca faltan envidiosas) de que él, siendo encargado del Personal de su departamento, en lugar de imponer el orden se pone a checarle a usted, pues a dónde vamos a parar...
—Oiga licenciado, —le dije muy bajito— ¿usted cree que con esa cara de "imbécil" se atreva a tanto?...Nomás fíjese...
Entonces ya se fijó en la cara del Aviador y me dijo:
—No, pues realmente no lo habíamos pensado. ¿Pero qué voy a hacer con usted si no me dice la verdad? ¿Qué hago con sus notas de demérito? ¡Son muchísimas!
Y que me aviento y le digo:
—Pues, ¿por qué no las rompemos? (Y que da el cambiazo)
—¡Pídamelo! —dijo.
—¡Se lo suplico!
—Ok, ok, ¡que se vaya el señor por falta de méritos... —salió todo escurrido y no adiós me dijo.
—Traigan el expediente de la señorita —y rompió todas las notas malas.
—Ay, gracias. Muchas gracias, licenciado, hasta otra...
—Por favor, ya portese bien...
—Sí, sí, claro.
Ahora había que inventar otra forma para PINTAR LA BRUJA a tiempo (pues el Aviador se había estrellado). Ni modo, pero la gente de ahí sabían un "chorro" de movidas y no faltó quien nos enseñara un método infalible para no tener retardos: al llegar tarde —como de costumbre— cogíamos nuestra tarjeta, le pegábamos —con saliva— un papelito blanco del lado de los minutos, la metíamos al reloj y sólo marcaba la hora —8—, esperábamos un rato y cuando cambiaba el reloj de la hora, le pagábamos el papelito del lado de las horas y sólo marcaba los minutos —00,01,04, o lo que fuera— y quedaba como si hubiéramos llegado a las 8.00 u 8.01. Nunca teníamos retardos (qué padre, ¿no?)

Anecdotario de una vida inútil...pero divertidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora